El Gran Hermano

No teman, no me refiero a ese en el que una vez más exhiben sus vidas Belén Esteban o Kiko Rivera. No tengo tan mala leche. Pero quien iba a pensar, allá por 1949 y sin llegar a estos excesos friki televisivos, que sesenta años después viviríamos en una s


Observación, información y acto seguido manipulación. La sociedad de la información, la ingente cantidad de datos que genera, la necesidad de conocerlos e interpretarlos. Y una obsesión por ser el primero de la lista, «el que más», que conduce a la manipulación informativa. Supongo que os estaréis preguntando a qué viene todo este rollo. Pues bien, desde hace un tiempo varios medios de comunicación cinegéticos se han involucrado en una carrera por ganar la primera plaza y contar a todos los que quieran oírlo que, según las estadísticas obtenidas a través de una empresa de analítica web, llamada Alexa, son los mejores de la clase. Por dedicación profesional y cliente de alguno de estos medios, después de darles la enhorabuena, porque quién no quiere la gloria por un día, me gustaría hacer algunas puntualizaciones. Lo primero, rigor en la información. Segundo: relativizar. Antes de considerar cualquier dato o estadística como un hecho absoluto se debe contar cómo se obtienen y miden los datos, cómo se comparan y qué credibilidad se les debe prestar. Pero la vanidad es humana y caer en ella, fácil. Desde este punto de vista, son aceptables los titulares grandilocuentes, pero desde el profesional, resultan pretenciosos, inexactos y poco éticos. Una de las principales ventajas de la era de la información es que todo se puede medir y todo ello ha creado una nueva disciplina o técnica de mercado. Dentro de esta métrica, Alexa es una más de dichas medidas. En concreto elabora un ranking mundial y nacional de sites a partir de las visitas recibidas en dichas webs. Visto así, los datos aportados poniéndose la medalla de oro son válidos y comparables al haberse medido igual. Sin embargo, faltan a la verdad si no se explica que son datos que sólo corresponden a los obtenidos a partir de usuarios que tienen instalada la Alexa Toolbar en sus ordenadores, ¿cuatro, cinco, media docena? Luego cuidado con los titulares que rezan «… es el diario o medio digital más leído de…». Como decía antes, dichos datos carecen de todo rigor, para considerarlos como absolutos. Por otro lado, hablar de un raking es insuficiente. Por asociación, tendemos a considerar que el que más visitas recibe es el más popular, incluso el mejor. Error de nuevo. Un número, no sirve para cualificar a un medio. Este indicador en concreto, poco aporta sobre el perfil de lectores, sus gustos, intereses, de los contenidos del sitio, aunque sí hace menciones al origen del tráfico o el tiempo de visita. Sin embargo, hacer noticia del hecho de que un portal de caza en castellano ocupe el puesto 180.000 a nivel mundial en una comparativa de churras y merinas en número de visitas entre usuarios de una herramienta determinada de internet, es tanto como no decir nada. Salvo que se quiera usar para captar anunciantes. Esto, sin mencionar picarescas válidas —aunque poco recomendables— en la carrera al éxito, como la del aporreamiento compulsivo del sitio web aspirante a pódium, previa instalación de la famosa barra de herramientas Alexa en el menú del navegador de Internet. Los menos duchos en chismes cibernéticos no se me asusten, no es un programa de la NASA, basta con pinchar en este enlace y seguir las instrucciones. Lo digo por si quieren ayudar a escalar posiciones en el ranking, o incluso con poco trabajo, lograr vosotros mismos posicionaros. ¿Ironía? No. Simplemente sesgo y, por ello, falta de credibilidad del dato. Lo peor, que sirve única y lamentablemente para mayor gloria y beneficio del gigante Amazon al favorecer el acceso a los gustos e intereses de los usuarios de dicha toolbar, de la que es propietaria. Pero no quisiera aburriros con más datos. Nada más lejos de mi intención. Puesta en vuestra piel como cazadora e internauta lo que realmente me preocuparía es que los contenidos de mis sitios favoritos fueran lo más interesantes y estimulantes posibles, más allá de si son o no los más visitados. Aunque popularidad pretenda ser sinónimo de calidad. ¡Qué mal! Sin querer, de nuevo vuelvo a la Esteban.
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