Si la escopeta no hiciera «pum»
Esta entrada no va destinada a los que cazan en la meseta castellana, ni manchega, ni para los que cazan en los páramos andaluces, o en los Monegros o, sin duda —afortunadamente— en otros tantos lugares de la geografía española privilegiados, con distancias entre pueblos de varios kilómetros sin una vivienda aislada. Esta entrada la dirijo a los que por desgracia sufren en su coto el fraccionamiento de su territorio impuesto por el desarrollo urbanístico, las infraestructuras viarias y que ven cómo va mermando su área útil de caza.
Comentaba días atrás con agentes del Seprona con qué fluidez tienen que salir ante las llamadas de personas diciendo que los perdigones les caen en la cabeza, en el tejado, o en la mesa de la terraza. A las ocho de la mañana, para una persona que está en la cama, un tiro a 500 ó 700 m, para el que no lo sabe, parece sonar en el jardín del chalet. En cambio puede que no le molesten ni coches, ni motos, ni quads… por decir algo. Desde luego hay cotos tan urbanizados en los que se hace aconsejable desistir de cazar, u optar por limitar los días de caza, el horario o el número de cazador/día, con lo que nos evitaremos problemas y prohibiciones, y la susodicha mala imagen, que tan poco nos favorece.