Al Sr. Cazorla, abogado de la Federación
Esperaba su intervención y le agradezco los comentarios, pero no estoy de acuerdo con la totalidad de ellos. Si mi escrito se hubiese realizado solamente en base a los escritos aparecidos en la prensa es fácil de adivinar que hubiese sido distinto, pero como me preocupé por estar informado y no desinformado, por hacer historia y por realizar una intervención con carácter crítico pero constructivo, entendí que debía reflejarlo de ese modo. Sabe Vd. que no tengo nada que ver con el mundo de la política, por lo que mi discurso no va por ese camino, y tampoco tengo que hacer méritos para ocupar cargo alguno ya que no me interesa. Como cazador antiguo, viejo montero según algunos, me duelen muchas de las cosas que nos suceden, pero no dejo de reconocer que somos culpables de la mayoría, y no por no estar dentro de la legalidad sino por no saber defendernos debidamente. En mi escrito creo no repartir culpas a todos, como Vd. dice. Los culpables siempre son los que actúan fuera de la legalidad y, en este caso, no fueron los cazadores ni la Federación como organizadora del evento. Para mí lo fueron los que amenazaron, los alborotadores, los que les dieron cobertura política, y hasta es posible que las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, aunque éstos últimos con ciertas reservas ya que no aparecieron espontáneamente lo que lleva a pensar que actuaron según las órdenes recibidas por sus mandos, aunque eso de “la obediencia debida” pueda no ser un eximente. Cuando me refiero a que la Federación pudo actuar irreflexivamente al solicitar el permiso, es porque el ambiente quedó caldeado desde la anterior batida y era previsible que surgiesen problemas con terceros. Si no estoy equivocado, era la última batida que se tenía previsto realizar en ese paraje. Y por otra parte, la fecha del 30 de Diciembre, parece elegida pensando que los posibles contrarios a la batida estarían más por otras labores, pero puede que no fuera así y tan solo lo parezca. Que la concesión de la autorización fue un error está claro a la vista del resultado, con el agravante de que era previsible, aunque también es cierto que el más ciego es el que no quiere ver aunque no pueda alegar ignorancia. El ánimo conciliador al que me refiero es el que hizo falta mucho antes de que se anunciasen y produjesen los incidentes. Es el que se necesitó antes de anunciar la batida, e incluso antes de obtener la solicitud para determinada fecha. Es el que hubiese sido necesario para que no se produjesen los lamentables hechos del día 30. Y si tan seguros estaban de que el permiso y cumplir ciertos requisitos, o sea la legalidad, primaba sobre cualquier otra cuestión, ante las amenazas y los preparativos correspondía a la entidad organizadora y a la Consellería haber solicitado el auxilio de la Seguridad del Estado, pero parece que no fue así sino al revés. Estamos absolutamente de acuerdo en que la situación fue de extrema gravedad y que los cazadores, y la orgánica, hicieron lo más prudente para evitar males mayores, y fue suspender la jornada de caza. También estamos de acuerdo en la calificación de los hechos, así como sobre quienes debe recaer la responsabilidad. Lo que Vd. no dice es si la Federación, como responsable de la organización de la batida, ha interpuesto las correspondientes denuncias, ya que si no lo ha hecho es como gritarle a la Luna, y si las ha cursado, sería muy ilustrativo que Vd. nos las comentara. Y para finalizar, después de decirme que miento y que soy injusto por exceso de relativismo, añadiré que la mayor sorpresa de su escrito, repito que esperado, es cuando lo finaliza solicitando la unidad de acción de todos los cazadores. Si eso lo dijese un cazador a título personal sería repetir lo muchas veces invocado en vano, pero que lo pida el Abogado de la Federación... ¿Qué quiere Vd. que diga? A mí me resulta grotesco. Le saludo muy atentamente. Rafael M. Barrachina