La Sociedad Serra de San Mamed fue en esta ocasión quien se ofreció de forma totalmente desinteresada a organizar la montería, poniendo a disposición del evento su tecor y todos sus recursos, al tiempo que la promoción corrió a cargo, como viene siendo desde su primera edición, por la Asociación de Clubes y Cazadores de Maior de Galicia.
Veinte mujeres acudimos ilusionadas a
nuestra fiesta, cazadoras, rehaleras, morraleras… algunas desde Asturias, otras desde Zamora, gallegas la mayoría, entre ellas nuestra campeona del mundo Eva Rius Massot, todas amigas ya, hermanadas en una pasión común. Muchas ya habituales a esta jornada, otras en su primera vez.
El restaurante cafetería
Alto do Couso ofreció amablemente la noche de alojamiento previa y el desayuno para las participantes, lo que facilitó la asistencia a aquellas que viven más lejos del encuentro.
La casa Hart y Remanso Caza y Pesca obsequió a las monteras con unas gorras técnicas.
Ya a primera hora, después de recordarnos las normas básicas de obligado cumplimiento en montería, se sortearon las armadas. El día se presentaba estupendo climatológicamente hablando, con sol y sin lluvia, y la sierra nos proporcionó el mayor de los espectáculos visuales; si el paraíso existe, tiene que parecerse mucho a estas tierras.
La fortuna me colocó en un puesto privilegiado desde donde pude observar el trabajo de las rehalas y sus rehaleros en todo su esplendor, hubo ladras continuas que hicieron más emocionante si cabe el espectáculo y nos mantuvieron con el alma en vilo, aunque sólo se levantaron corzos, y muchos pudimos visualizarlos durante largo tiempo en su carrera pero no abatirlos dado que el plan cinegético del coto, de creación muy reciente, no lo contemplaba. Estando sólo permitido el jabalí libre, aunque existía una autorización extraordinaria para tres venados.
Los verdaderos cazadores sabemos lo que supone la caza de caprichosa y de fortuna, así en los levantes no se avistó ningún cochino, aun habiendo huellas en la mancha, sabemos de lo que son capaces de moverse durante la noche y resultó que estaba vacía de ellos o que se habían refugiado en otro lugar.
Así y a todo, la mañana transcurrió entretenida y los cazadores volteamos los perros que se iban detrás de los corzos cara a la mancha de nuevo para que no se perdiesen. La diosa Diana no nos sonrío en abates ni en oportunidades, la caza nunca puede garantizarse, caza en libre y en abierto sin cebaderos, caza real… Disfruté mucho de mi puesto, y sé que mis compañeras también lo hicieron, demostrando una vez más que sabemos lo que es ser cazador de verdad y lo que supone, los que buscamos sentir y soñar en el espectáculo que nos ofrece la naturaleza más libre.
Tardamos mucho en recogernos porque se esperó a recuperar todos los perros, los rehaleros lo son todo en una montería, su sacrificio y su trabajo debe reconocerse por encima de todo, son imprescindibles y queremos sentarnos juntos a la mesa. Caza social donde todo se comparte y todos somos iguales.
Nos esperaba un estupendo cocido gallego en el restaurante
Alto do Couso, del que dimos buena cuenta mientras compartíamos las anécdotas del día, que hubo muchas. Reconocimos a amigos de siempre y conocimos a otros nuevos que de buen seguro lo serán para siempre, porque la caza une si se sabe ser y estar, mostrando lo mejor de nosotros mismos. Recibimos unos recuerdos, entre ellos el calendario de
En la Senda de Diana 2016 por mi parte.
Llevo con orgullo el ser compañera de todas estas monteras, llevo con orgullo su saber ser y estar, su sensibilidad y su valentía también, su respeto por la caza y su entrega. Hombres y mujeres en la gran fiesta de la caza en Galicia, porque de eso de trata, de disfrutar y vivir. No hubo piezas abatidas, es cierto, pero no nos fuimos con las manos vacías, nos fuimos con los ojos llenos de monte, con los oídos llenos de sonidos de campo, con ilusiones para el próximo año, con sonrisas y con nuevos amigos, estuvimos cazando y de eso se trata.
Quiero agradecer el gran esfuerzo que se ha hecho para organizar esta jornada, porque sé todo el trabajo que hay detrás y las horas que supone de dedicación, máxime tratándose de asociaciones que no cuentan con ningún tipo de apoyo económico y que lo hacen de forma totalmente desinteresada con la intención de promover el papel de la mujer en la caza de forma totalmente igualitaria y no discriminatoria. Agradecer también la asistencia de todas las chicas cazadoras, echando en falta a alguna por motivos personales y de enfermedad pero a las que espero ver muy pronto. También tener presentes por supuesto a todas las rehalas participantes que hicieron un trabajo magnífico. Y no olvidarme tampoco de los dueños del restaurante que nos acogió de forma tan amable y desinteresada también.
Añadir también que el responsable del coto organizador, Miguel Ángel Cid Gavilanes, invita a todas las monteras participantes —y a los monteros también— en esta jornada de forma totalmente gratuita para tod@s a una nueva montería que se celebrará a principio de temporada en Sociedad Serra de Mamed y de la que se nos informará oportunamente —las chicas ya me han asegurado que no faltarán, yo tampoco—, un detalle que le honra y le ennoblece.
Buen sabor de boca estos parajes de Maceda y todos los compañeros de este día inolvidable que ya queda para el recuerdo.
¡Viva la caza! ¡Esto lo es!