Las verdades del barquero

Soy cazadora de a pie pero también cazadora de alma, lo descubrí hace más de veinticinco años de la mano del hombre al que amo y admiro, lo que no resulta ninguna novedad porque a lo largo de todo este tiempo he comprobado que la mayoría de nosotras lo hemos hecho de esa manera.


Sí, así es… no le sorprenda a nadie, la mayor parte de las cazadoras nacemos a este mundo de pasión cinegética por amor, amor en mayúsculas, amor a un padre, a un abuelo, a un compañero o amor a la propia naturaleza…
Nunca he ocultado mi forma de vida, ni mis vínculos con la caza. Pero con el tiempo me he visto en el deber de implicarme sobremanera en las redes sociales y en los medios de comunicación, nunca pretendí con ello ningún protagonismo ni hacer ningún alarde. Este deber responde a una necesidad de rebeldía, responde al hartazgo de ver como a la mujer se le ninguneaba y se la recluía al mero papel de reclamo publicitario, mostrando una imagen muy distorsionada de lo que somos las mujeres cazadoras de verdad y del papel dentro de este colectivo. Harta, hartísima, de que con el beneplácito de algunas, también es cierto, se siguiese vendiendo lo de siempre, primaba el aspecto, la juventud y la apariencia, incluso la competencia por obtener mayor espacio fotográfico sin aportar nada más. Con todo mi respeto para aquellas que quieran ser mujeres florero o azafatas de alguna marca comercial. Allá cada una, libertad y tolerancia. Allá quienes se dejen utilizar para beneficio de otros, buscando a lo mejor el propio sin conseguirlo. La Senda de Diana es beligerante y crítica, no comulga con ruedas de molino, estorba, tiene criterio propio y viene a cantar las verdades del barquero, algo que soy consciente que molesta dentro de nuestro propio colectivo, porque señoras y señores, aquí, como en todo, hay que lavar mucho trapo sucio. Estar callado es lo más fácil, volver la cabeza y dedicarse solo a cazar en el monte. Pero amigos… con esta actitud tenemos los días contados. La actividad cinegética se ve amenazada por los prohibicionistas y los intolerantes, no gana puntos en imagen… más bien lo contrario. Seguimos dando una imagen de bárbaros irracionales y no me extraña muchas veces de que sea así. Hay mucho que rascar dentro de nuestras propias filas, mucho infiltrado e infiltrada que se dice cazador… y por desgracia no dice mucho en nuestro favor. Verdades del barquero, le siente mal a quien le siente. Con respeto, pero verdades… aunque tenga que llevar una carga sobre mis hombros no voy a callarme nada (continuaré).
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