Para las ocasiones
Estamos en un momento, no hace falta enterarse por la prensa, difícil en cuanto a la economía que, al ser el motor del mundo, lo tiene al ralentí. Pero, a pesar de ser quienes más lo notamos, hemos de guardar un respetuoso silencio, ya que nuestros políticos, que velan por nosotros, están encontrando brotes verdes y demás indicadores que van a llevarnos a conseguir el doble de lo que tenemos: si ahora es nada, entonces será nada de nada.
Al pueblo llano le queda vivir mientras oye y calla, porque hasta la vida más llana ha de cambiar a favor de lo que el politiqueo nos marca como correcto. Por ejemplo, llevo varios días dándole vueltas a titular estas líneas como contra natura, pero choca con la antigua acusación contra el mundo gay y ya sabemos que eso no es políticamente correcto, porque, hoy, en este país tan moderno, ya cualquier agujero es una trinchera. Me planteé entonces la posibilidad de hablar de la lógica, con la que yo no comprendo cómo alguien puede causar daño a su pareja, alguien a la que, hasta hace unos años, era tu apoyo y tu guía. Pero, claro, gracias al politiqueo, nadie me entiende cuando yo digo que me he casado para siempre, porque unión y matrimonio, para mí no tiene nada que ver con lo de la trinchera, aunque se empleen las mismas palabras para hablar de ambos. Aún acercándonos más hacia el mundo de la caza, ya no sabía cómo tratar el tema de los perros peligrosos, animales fuera de lugar, porque un perro que mata a su compañero de milenios es igual de absurdo que el maltrato y que lo de la trinchera. Y un buen día salen ardiendo dos hectáreas de rastrojo en casa y se presentan dos helicópteros y cuatro cisternas. Y poco después me encuentro con la noticia de que en Andalucía se han presupuestado (?) millones de euros para los linces. No sólo se mantiene el gasto en estas épocas de penuria económica, sino que se piensa aumentarlos en años sucesivos. Y aquí ya saltan las alarmas, se me cruzan los cables, me chirrían los engranajes y considero que el dinero y los cojones son para las ocasiones y que, de una vez, hay que, al menos, protestar contra tanto sinsentido y que lo que se está haciendo con tanto dinero y los linces va contra natura, ya que están intentando reintroducir donde les da la gana a los humanos y no allí donde, de verdad, puedan subsistir que, desafortunadamente, son pocos sitios. No es lógico que, en la situación económica actual, no se ralenticen ese tipo de trabajos en favor de subsidios, servicios sanitarios y pensiones. Y es absurdo que no se asegure, antes, la subsistencia del conejo. Ahora es cuando los políticos deberían echarle narices al asunto y parar tanto gasto, o al menos ralentizarlo, porque yo, hoy por hoy, prefiero un vecino con trabajo a un lince vivo.