La escasez de fauna silvestre
La obtención básica de proteína cárnica como alimento, durante milenios, la obtuvo el hombre de los animales silvestres; éstos le han proporcionado, además de comida, pieles para el vestido, plumas, huesos y cuernos para realizar útiles.
El hombre auroral que tuvo que dedicarse íntegramente a la caza para subsistir, manifestó artísticamente su preocupación por la posible falta de la pieza de caza. Percibía la fauna como el recurso natural por excelencia, pero sabía que era un bien escaso, por lo que expresaba su deseo de que no faltaran animales con iconos su fecundidad, cómo podemos comprobar en las manifestaciones rupestres plásticas que han llegado hasta nuestros días.
El equilibrio en el que se encuentra el medio natural es dinámico, a la vez que muy complejo, y varía en el tiempo; bien evolucionando progresivamente, o por cambios bruscos y repentinos debidos a fenómenos naturales o a causas antrópicas. Así como se producen estas modificaciones también existen mecanismos de adaptación y recuperación biológica.
Cada medio natural y su entorno, tiene una limitación para albergar animales en él. Este concepto, que se conoce como capacidad de carga, está relacionado con las características del territorio de entre las que destacamos:
Características meteorológicas y atmosféricas: Según las cuales los animales tienen preferencias por el clima que determina su hábitat más apropiado, como son la temperatura y las precipitaciones. Una variación en ellas, puede ser hasta causa de mortandad, especialmente cuando el cambio es repentino. Estas condiciones pueden ser exclusivas para una especie, o haber un abanico de posibilidades que irán desde el óptimo a lo no deseable pasando por situaciones intermedias; condicionantes que determinarán de manera proporcional a la bondad de las características requeridas, la densidad poblacional de una especie que un ecosistema puede llegar a albergar.
Características orográficas: Son las relacionadas con la limitación que tengan los animales para transitar por el medio, como también su preferencia altitudinal.
Características forestales y silvopastorales: son las zonas de monte usadas por los animales como dormideros y zonas de alimentación, la calidad del ramoneo de las especies leñosas, la variedad, la cantidad y la calidad de las especies vegetales que dan frutos, la superficie pastable y la idoneidad y cuantía de los pastos.
Características hidrológicas: Determinarán el agua disponible para que puedan beber los animales, siendo otro factor la calidad de la misma. También es necesaria el agua para sus baños, según las necesidades de cada especie y época del año. En ocasiones las masas de agua se convierten en barreras físicas para el tránsito de ciertas especies.
Umbral de tranquilidad: En lo que se refiere al bienestar que va a encontrar el animal además de satisfacer todas sus necesidades. Esta tranquilidad tiene que ver por un lado con la afluencia y transito del hombre y las prácticas que éste realice y también hay que tener en cuenta que en función de los herbívoros presentes, que son especies presa, aparecerán predadores que se alimentan de éstos. El quid de la cuestión reside en que la presencia de los predadores modificará el umbral de tranquilidad para la presencia de herbívoros. De ahí que una vez más hablemos de equilibrio dinámico, ya que ambas poblaciones de presas y de predadores van a fluctuar en función de la atracción-repulsión entre las mismas e interacciones con la presencia humana.
Tanto especies presa como predadores tienen la limitación de su capacidad de carga propia en cada lugar, las primeras dependerán de la carga pastante que el medio admita, amén de los demás factores mencionados mientras que la presencia de predadores dependerá de las especies presa presentes. Y además de esto aparecen otras especies que se alimentarán de los animales cuando mueren; estas son las especies necrófagas, aves como los cuervos o los buitres y mamíferos oportunistas como el zorro. Estableciéndose de este modo una jerarquía de abundancia relacionada con la alimentación y ocupación del territorio.
Las especies tienen un hábitat idóneo en el que vivir, y también tiene un rango de adaptabilidad a la variabilidad del mismo. Esta característica se denomina plasticidad de adaptación y es propia de cada especie. Define el margen de habitabilidad que existe entre la situación ideal para la especie y las situaciones extremas en las que dicha especie puede vivir pese a no ser las idóneas, a partir de las cuales no estará presente por no poder subsistir en las nuevas condiciones que le ofrece el medio.
Esto define el área de distribución de una especie, como la superficie geográfica en la que se encuentra de manera estable y natural una población en el periodo correspondiente a su etología. El área de distribución es dinámica, puede variar a lo largo del año; y en el caso de las especies migratorias nunca es una sola.
La zona de distribución puede ser real cuando las especies se encuentran presentes en algún momento del ciclo anual correspondiente, o potencial para una especie que no se encuentra presente en ningún momento del año, pero sí acontecen las condiciones necesarias para ello. Aquí aparece el problema complejo de las especies invasoras.
El hecho de que una especie de fauna silvestre no se encuentre en un área de distribución potencial, puede deberse a que las especies ya existieron en ese lugar, pero un cambio drástico de las condiciones las desplazo o exterminó y posteriormente no han recolonizado el territorio, o bien puede deberse a que nunca estuvo presente. En este último caso en ocasiones se debe a una barrera geográfica tal como grandes masas de agua o cadenas montañosas. O bien a que su capacidad de expansión tiene algún límite biológico, como por ejemplo un éxito reproductivo bajo.
Cada animal, tiene preferencia por un tipo de ecosistema, si bien, existen especies de gran plasticidad de adaptación, las cuales van a estar presentes en hábitats dispares y variados con normalidad, mientras que otras tienen unas condiciones de supervivencia muy características que hacen que solo estén presentes en condiciones muy concretas, por ejemplo las de montaña, las de humedales.
Lo anteriormente mencionado son características restringentes, esto nos lleva a la conclusión de que la fauna silvestre, en general, es un bien escaso. Existen fenómenos de reproducción que estimulan la expansión de una especie, como también existen fenómenos de regulación que reducen la población para adaptarse a la capacidad de carga. El punto de equilibrio de una población depende de diversas variables, unas son propias de la especie: la mortalidad, el reclutamiento, la depredación, las migraciones… Otras inducidas por las características del medio mencionadas.
Extraído de Reflexiones sobre La Caza. Beneficio medioambiental que reporta. Su ejercicio, su cultura y su arte.
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