Cuándo cazar

El control cinegético de las poblaciones de herbívoros es fundamental, ya que sin establecerlo llegaríamos a una disminución de la capacidad de carga del medio, producida por la alimentación abusiva, que prolongada en el tiempo daría lugar a una escasez d


Estos recursos, que son el primer eslabón de la cadena alimenticia, no pueden escasear pues los animales contraerían enfermedades por estar debilitados, una sobrepoblación que conlleve exceso de carga pastante, conduce siempre a un deterioro sanitario de los individuos que se alimentan deficientemente, aparecerán las enfermedades y a renglón seguido los contagios.

Además este exceso de carga sobre la vegetación, afectará a la biodiversidad botánica; ya que la desaparición, o extremada escasez de unas especies apetecibles, hará que el ramoneo se traslade a otras cuya población vegetal no suele estar preparada para soportar la presión desviada de otros forrajes naturales.

Así pues, las superpoblaciones de herbívoros dan lugar a una pérdida global de biodiversidad, por una disminución de la riqueza florística y un empobrecimiento del estatus animal en general. En este caso extremo, pero no tan raro, se producirá una reacción en cadena negativa ya que las poblaciones de estos animales se verán diezmadas ante la aparición de epidemias, y al tratarse de especies presa también se verán afectados directamente sus predadores y carroñeros que se alimentan de ellos, ante la reducción drástica de su alimento. Aunque lo veremos en capítulo aparte, el ganado doméstico también interviene en la degradación del pastizal si su presencia es grande, tanto por su ramoneo como por pisoteo que hacen que desaparezca la cubierta vegetal.

En principio podríamos pensar que las poblaciones de animales silvestres cuando crecen se podrían expandir espacialmente sin límite, pero esto solo es posible dentro de su nicho ecológico, que es característico de cada especie. A modo de ejemplo, el rebeco en Europa o el huemul en América, especies típicas de montaña, solo pueden expandirse en sistemas montañosos, de forma que los animales tienen una limitación territorial. Esto puede ser origen del desencadenamiento de las adversidades anteriormente mencionadas, en el caso de rebeco en poblaciones abundantes su crecimiento sin control y la escasez de comida derivada de ello, llevó a esta especie en determinadas comunidades al extremo contrario, fueron diezmadas ante la aparición de enfermedades como la sarna, de la cual son portadores de manera natural, pero que permanece silente en individuos sanos.

Según lo dicho cazar es una obligación medioambiental, para la conservación de todas las especies de un mismo hábitat, por cumplimiento del bienestar animal y para evitar peligros en los siguientes casos.

  • Ante densidades elevadas de población.
  • Cuando el animal está próximo a la senectud. De esta forma se le evita el sufrimiento de una muerte agónica, por enfermedades que aparecen en los individuos en plena decadencia y que no tener la capacidad para alimentarse normalmente no se encuentran saludables y empiezan a ser vulnerables. Mantener el bienestar sanitario animal es fundamental para evitar que se propaguen enfermedades.
  • Ante situaciones de peligro para el hombre. Como ocurre en el caso de animales que se acostumbran a frecuentar vías de tránsito, o cuando se producen daños masivos en cosechas agrícolas.
  • Cuando hay animales que poseen alguna anomalía hereditaria que trasmitirán a sus descendientes; o que padezcan una enfermedad contagiosa en cuyo caso pondrán en peligro al resto de sus congéneres u otros animales.

La caza es siempre una herramienta de gestión en el medio natural, que al fomentar la conservación de las especies cinegéticas, a la vez aumenta la biodiversidad. Además es clave para el desarrollo económico del mundo rural.

Desde el momento en que se inicia la gestión en un territorio, aparecen especies atraídas por las actuaciones de adecuación y mejora del hábitat. Medidas tales como siembras específicas, apertura de claros sobre matorral degradado, puntos de alimentación, mejoras silvícolas y gestión eficaz de los puntos de agua, hacen que se beneficien multitud de especies animales, de las que unas son objeto de aprovechamiento cinegético y otras no, pero todas ellas son respetadas.

Además, en estos territorios gestionados en los que no existen intrusiones sin control, ni caza furtiva, los animales encuentran la tranquilidad que les permite establecerse, ya que ahí satisfacen todas sus necesidades. Atraídos por las especies presa, aparecen los depredadores y los carroñeros que se alimentan de aquellas y restablecen el equilibrio ecológico. En uno y otro grupo siempre hay especies protegidas, que lo son en algunos casos por el peligro de extinción al que han llegado al romperse el eslabón de la cadena alimenticia.

Los estudios que se hacen sobre los terrenos gestionados de caza, dan como resultado que más del 90% de la especies presentes en ellos no son cinegéticas, y que la riqueza de la biodiversidad es mucho mayor en estas zonas con gestión ad hoc.

Conviene no olvidar que existen modalidades de caza gestionadas desde principios medioambientales, que tienen una rentabilidad económica mayor, y un impacto más positivo, que el de otros aprovechamientos forestales o agrícolas en el mismo medio. Lo que un técnico ha de tener en cuenta al plantear una gestión integral de un territorio.

La prerrogativa que tenemos para utilizar lo que nos ofrece el medio natural, deriva en la responsabilidad y obligación no solo de conservarlo, sino de contribuir a su recuperación cuando sea necesario. El derecho a cazar lleva aneja la obligación de la conservación de la caza misma. La rentabilidad de la modalidad deportiva permite financiar los proyectos de conservación y fomento de las especies; la mejora y progreso de éstas potencia su cinegética, lo que permite entrar en el círculo virtuoso sostenible que antes mencionábamos. 

Cazar o no cazar. ¿Qué vamos a hacer en el futuro? Hoy se encarga a la guardería, en muchos territorios gestionados por la Administración, hacer un control en los casos de sobrepoblaciones de animales silvestres, con la consiguiente pérdida económica. Lo cual pone de manifiesto que no se quiere utilizar la caza como herramienta, por el miedo político de que no sea aceptado por algunos sectores de la sociedad. Por ello la administración recurre a cazar a escondidas, y esto tiene como consecuencias que haya que pagar con nuestros impuestos la quita de animales, en lugar de generar ingresos por el ejercicio de la caza. Pero todavía es peor la pérdida medioambiental, ya que las capturas no se realizan como correspondería técnicamente, pues el proceder de esta manera con limitación de tiempo y espacio, normalmente conduce a quitar animales a destajo para hacer algo ligeramente aproximado a un descaste necesario, una medida sanitaria y paliativa que se aplica cuando ya no queda más remedio, por no haber cazado anteriormente en ese territorio.

Los animales silvestres son patrimonio de la humanidad. Está propiedad colectiva nos obliga a respetarlos y a establecer actuaciones que fomenten su conservación, ya que son un bien social permanentemente en peligro.

Lo que no entra en contradicción con la existencia de terrenos de caza de propiedad particular, individual o colectiva, en ellos el titular de la finca asesorado por un gestor y supervisado siempre por la administración pública, que nos representa a todos, puede definir una línea de gestión para un espacio acotado con unos objetivos concretos de conservación.

Pero ocurre que buena parte del territorio no está bien gestionado en la práctica, ya que actualmente en los cotos de caza se trata de cumplir, como buenamente se puede, los requisitos establecidos por las normas de la ley de caza. Legislación que por definir unos mínimos está lejos de conseguir los criterios técnicos de gestión para lograr la excelencia, porque no se pueden atender las singularidades con pautas generales. La evidencia hoy salta a la vista con sólo salir al campo en lugares muy alejados geográficamente, hoy escribo desde Catamarca en Argentina donde veo que existen las mismas deficiencias de gestión que en España, hecho que ocurre prácticamente a nivel mundial. Esta situación ha de evolucionar, ya que mantener algo por el hecho de ser tradicional, «siempre se ha hecho así», es un contraargumento cuando lo que se ha venido haciendo no ha traído el resultado esperado y más aun tratándose de fauna silvestre, cuyas poblaciones son dinámicas y obligan a adaptar continuamente el plan de actuación. El técnico ha de tener la habilidad de adaptar a los planes las circunstancias cambiantes, aunque para ello haya que superar la inercia y abandonar las limitaciones que hasta ese momento han definido nuestra actuación, eso sí manteniendo al mismo tiempo lo esencial que es la conservación.

 

Extraído de Reflexiones sobre La Caza. Beneficio medioambiental que reporta. Su ejercicio, su cultura y su arte.
En este link está disponible el primer capítulo.
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