Siempre se hizo así

Algunas normas de gestión de caza, que se siguen haciendo, no funcionan en la dirección esperada. A veces el único argumento que se esgrime para implementarlas es el de que «siempre se hizo así».


Se llevan a cabo actuaciones en los acotados para el fomento de la fauna silvestre que no han causado el efecto para el que se propusieron, y sin embargo continúan llevándose a cabo. En muchos casos se basan en principios correctos realizados de manera inadecuada.

Veamos algunos ejemplos.

Zona de reserva

En algunas comunidades autónomas un porcentaje del territorio del coto queda vedado para la caza, durante un periodo de tiempo que oscila entre dos y cuatro años. Después de implantarse esta medida, y al concluir el primer ciclo de reserva, los resultados en muchos sitios fueron decepcionantes, al comprobar los cazadores que en esa zona la densidad de caza era la misma que en el resto del terreno no sometido a dicha veda.

Estas reservas tienen que ir acompañadas de medidas de conservación y mejora, homogéneamente distribuidas en el espacio objeto de gestión, y el mismo tiene que tener una superficie coherente a los usos de su suelo. Normalmente el perímetro de los acotados no está determinado por criterios medioambientales, sino administrativos, como son los municipios, los de propietarios de fincas, las vías pecuarias… En la mayoría de los casos dichas superficies son demasiado pequeñas para establecer zonas de reserva rotativas. Pero ocurre además que las reservas serían innecesarias si se regulara cada año el cupo de caza en función de la posibilidad (crecimiento) de cada especie. En el caso de la caza mayor las modalidades de caza hacen que sea fácil controlar el número de ejemplares abatidos anualmente, para la caza menor se establece número de cazadores, de días y de piezas de cada especie, que nos dan un máximo anual.

Bebederos y comederos

Los bebederos y comederos se convierten en trampas si son escasos o mal distribuidos, ya que los predadores esperarán en esos puntos el paso de sus presas en su rutina alimenticia diaria. Además si no se cuidan y no se mantienen limpios no sirven, pues incluso pueden ser vectores de difusión de enfermedades.

Control de predadores

La densidad de predadores oportunistas en los campos ibéricos es actualmente máxima. Sus poblaciones se han visto favorecidas por muchos factores. Entre otros, ha sido decisivo el cambio generalizado del uso del suelo de agrícola a forestal seguido del abandono rural.

Esta apreciación se pone de manifiesto cuando al eliminar un predador, otro ocupa inmediatamente su lugar, ya que las densidades máximas llevan a la competencia por el territorio. Los predadores oportunistas cazables más peligrosos y dañinos son el zorro, el jabalí, la corneja y la urraca. La legislación no nos acompaña al proteger las aves rapaces en general, pues hay especies que por su abundancia no están en peligro y que causan serios daños, por ejemplo los ratoneros y los milanos en algunos lugares. Un control efectivo de predadores requiere continuidad y sincronización entre espacios de caza limítrofes para evitar la recolonización del territorio.

Repoblaciones cinegéticas

Han sido muchos los intentos de repoblaciones cinegéticas que han fracasado. Los ejemplares criados en cautiverio para la repoblación natural hoy tienen gran calidad genética y de adaptación, pero la salida al campo les es extremadamente hostil, ya que se enfrentan a la escasez de comida y a la abundancia de predadores oportunistas. Por estos motivos previamente hay que acondicionar el territorio donde se va a repoblar, y satisfacer las necesidades de comida y de agua.

Por otro lado, ante el fracaso generalizado del control de predadores, hay que proceder a sueltas masivas de la especie objeto de repoblación en determinados puntos, que serán la zona cero a partir de la cual empezará la expansión de ésta. Puede parecer contradictorio, pero no es así, ya que hacer una suelta escalonada en el tiempo se convierte en dar de comer a los predadores mencionados, pero si se repuebla con una abundancia tal que los predadores sacien sus necesidades alimenticias, ocurren fenómenos benignos para que la población prospere: En primer lugar, los predadores no eliminan el total de animales soltados inicialmente, y esto da lugar a que una parte de los mismos se pueda aclimatar, ya que dicho proceso requiere un tiempo. Pensemos en los bancos de peces en el mar, la alta densidad que fluye en conjunto hace que el ataque de predadores se lleve una parte, y otros muchos continúen libres para la reproducción. Por otro lado, el hecho de que estos predadores ocupen el territorio en competencia con sus congéneres no permite que entren otros hambrientos.

Hacer esto en los campos españoles no va a fomentar las poblaciones de predadores, porque ya estamos ante las densidades absolutas mayores de la historia, y la ocupación territorial no deja que proliferen otros, y transcurrido un tiempo después de la suelta inicial, un porcentaje de estos animales procedentes de la suelta sobrevivirá y se habrán adaptado al nuevo medio.

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