Anticazas per se
Siempre me ha interesado qué opina la gente, la sociedad en general, de la caza. Y por supuesto las asociaciones ecologistas, pues al fin y al cabo representan las voces de las personas más interesadas por la conservación de la naturaleza, tema que también a mí me interesa, y que más critican a los cazadores, muchas veces injustamente. Yo creía que era porque nos desconocen, pero en verdad es porque esencialmente son anticaza per se.
Desde siempre he seguido la evolución de estos grupos y qué decían de nosotros, y he llegado a una decepcionante conclusión: que son sobre todo anticaza y sus pretensiones últimas son acabar con la actividad cinegética. Durante años los he visto y oído criticar la caza porque, sobre todo algunas prácticas, eran incompatibles con la conservación, por ejemplo el uso del veneno para iliminar predadores, con lo que también estoy de acuerdo. Desde siempre estos grupos criticaron esas prácticas que, a su modo de ver, iban contra la naturaleza. Pero desde hace un tiempo, lo que critican es la caza en sí, o sea, la caza misma, abatir o capturar una especie cinegética, que lo es porque precisamente siempre lo ha sido y abunda. Hace poco vinieron a la finca dos chavales a censar rapaces. Eran miembros de uno de estos grupos. Me pidieron que les ayudara y que si había algún inconveniente. Les dije que en absoluto y le conté dónde había un nido de azor y dónde levanto un búho real asiduamente. Les pregunté si eran cazadores y creo que les ofendió mi pregunta. —Por supuesto que no. —Pues yo sí lo soy, y esto es un coto de caza donde viven y comen algunas rapaces sin que se les haga nada. —Faltaría más —saltó el que parecía más exaltado—, son especies protegidas. —Por supuesto, y tienen todo el derecho a existir, pero no olvidéis que somos los cazadores los que les damos de comer haciendo que abunde la caza haciendo siembras, limpiando monte y pagando por unos derechos cinegéticos que obligan al propietario a conservar un hábitad adecuado para que existan y se reproduzcan las especies cinegéticas, comida también de las rapaces y otros muchos predadores. Porque si no hubiera un coto a lo mejor el propietario de esta finca metía mucho más ganado que se comía toda la hierba impidiendo que hubiera más insectos, alimento de muchas especies. —Bueno, pero los cazadores tampoco matarían ninguna especie cinegética, y lo poco que diera el campo lo aprovecharían las rapaces y el resto de predadores. —Mirad, llevo gran parte de mi vida viviendo en esta finca y os puedo asegurar que es ahora cuando menos caza hay, al igual que predadores, y eso que antes éstos se cazaban. Pero había mucha comida, mucha caza, porque el conejo no enfermaba como ahora y se sembraba mucho para la piara de ovejas que había. O sea, el hombre vivía del campo, de su ganado, y sembraba, limpiaba las fuentes, quitaba monte buscando pastos, y eso lo aprovechaban los animales salvajes. Ahora no hay ganado, y los únicos que siembran y quitan monte son los cazadores, y los que limpian algunas charcas, y si una especie escasea, no se caza y se sanea aún más su hábitat para que levante cabeza. Vosotros rezáis mucho, pero dais poco trigo, que es lo que necesita el campo, comida. ¿Por qué no pagais vosotros un coto para que nadie cace, hacéis gestión y proporcionais comida a muchos predadores? —Eso suena a demagogia. —No es ninguna demagogia. Nosotros pagamos para cazar y vosotros para que nadie cace. Tan legítimo es una cosa como la otra e incluso lo aplaudiría. No os dais cuenta que la caza es el único ingreso que tienen algunas fincas para que sus propietarios tengan alguna rentabilidad y las mantengan, pues de lo contrario las podrían dedicar a otros usos menos conservacionistas como una ganadería excesiva o peor, una agricultura intensiva llena de química. Pero ¿por qué os repugna la caza racional, que sabéis que ayuda a conservar la naturaleza? —Es que no entendemos que se quite la vida a un animal por pura diversión. —La caza es mucho más que matar un animal. De acuerdo que la caza puede terminar con la muerte de un animal, pero os aseguro que nos mueven otros sentimientos. Porque os aseguro que si la caza se redujera a matar un animal disminuido e indefenso, no lo haría. Y en cuanto a la diversión, hombre, yo creo que el hombre más primitivo, que cazaba sólo para alimentarse y alimentar a su prole, no cazaba amargado. Y eso se puede ver en cualquier reportaje de alguno de los últimos pueblos primitivos que cazan para comer, como los bosquimanos, al contrario, cazan felices, disfrutan cazando, y en parte esa felicidad me recuerda a la cuadrilla que caza en este coto. Además, lo que cazamos nos lo comemos, carne sana y sabrosa, por qué vamos a privarnos de ella. Por tanto, puedo entender que no os guste la caza, que no la entendáis, pero si no causa mal al ecosistema, sino todo lo contrario, ¿por qué la qreréis prohibir? Que estéticamente os repugna, pues qué le vamos a hacer, tampoco me gustan a mí otras prácticas humanas y no voy por ahí intentando prohibirlas. Yo puedo entender que una persona que se ha criado en la ciudad y está harta de ver documentales de animales se eche las manos a la cabeza viendo que una persona vaya con un arma por el campo y mate algunos animales, pero le pediría que no se quede sólo con esa imagen, que se peocupe por investigar qué es o ha sido la caza, sus implicaciones sociológicas, las leyes que la regulan y por qué la mayoría de los cotos siguen teniendo caza, aunque se mate a determinados animales. Y si a pesar de todo siguen pidiendo su abolición, creo que en el fondo tenemos un serio problema de intransigencia. Y me apena que gente como vosotros, que conocéis el campo real, al margen de la televisión y de esos inmaculados reportajes de animales, seáis fanáticos anticaza. —Es que la mayoría de los cazadores no son como tú. —Os aseguro que en el fondo son muy parecidos, pero os negais en rotundo a conocerlos. Creo sinceramente que podríamos hacer muchas cosas juntos, pero si rechazáis a priori cualquier acercamiento porque no podéis entender que el hombre cace, disfrute de ello y encima pague mucho por hacerlo, a pesar de tantos impedimentos, nunca podremos entendernos. Y os aseguro que disfruto tanto o más que vosotros viendo el campo lleno de bichos, aunque me guste cazar algunos y comerlos con arroz.