Lo hacen como el que argumenta lo de aquel popular e histórico
«a las barricadas», haciendo sangre del cazador individualista que no piensa en el colectivo, dicen, cuando es en muchos casos su egoísmo egocéntrico el que aplasta cualquier planteamiento solidario, colectivo y en común.
Igualmente ya empieza a rechinar la manida crítica a un hipotético sector machista donde, al parecer, además falta savia nueva.
Desunidos, sin jóvenes y parece que cerrando puertas a las mujeres, comentan. Mal futuro pintan.
¿Y cómo se soluciona el tema? Pues nada, echen un vistazo al sector para ver a los postulantes salvadores, los mismos que desde cientos de grupúsculos en forma de entidades independientes, surgidas como setas de otras que antes unidas tuvieron mayor tamaño, historia e importancia y se han ocupado de fraccionar por todo el territorio patrio, los que ahora animan, financian y crean entidades adosadas de jóvenes independientes, que crecerán diluidas en una estructura arcaica e inútil como la de sus mayores, sin conexión que sirva para utilizar unas buenas economías de escala que aprovechen el trabajo conjunto.
Entidades en las que, encima, en un alarde de ignorancia mercantilista, pretenden llamar la atención usando en algunos casos, como si estuviesen reclamando a viejos machos de perdiz, despampanantes jovencitas con un escote más grande que su propio pantalón, cayendo por tanto con las formas que emplean en todo aquello que precisamente critican, un machismo al puro estilo macho ibérico, del que se avergüenzan las propias mujeres y jóvenes del sector, que no se ven representadas en ese estereotipo de mujer jarrón, sintiéndose más perjudicadas que beneficiadas con tal forma de proceder.
Y es que no me cuadra cómo algunos de estos mesianistas oportunistas son incapaces de fomentar la unión que sin llevar a cabo predican, no siendo capaces en la búsqueda de su propio
yyomas ni de inculcar entre los jóvenes la necesidad de trabajar todos juntos, remando en la misma dirección, a la vez que respetando la participación de nuestras mujeres como lo que sencillamente son, compañeros de caza, permitiendo bufonadas machistas mientras fomentan que los jóvenes empiecen ya desde morraleros a pensar en estructuras mil, grupos y cientos de organizaciones, en lugar de unirse y sencillamente ponerse a trabajar.