Aunque al poco, el 23 de mayo de 2014, la Audiencia Nacional declaraba nulo el proceso por el que nuestro personaje se erigía en gallo de lo que ha terminado como un verdadero gallinero a modo de corral, una especie de hombre orquesta que, pensándose Paráclito, ha organizado y dirigido lo que se ha convertido en un verdadero circo, acabando el pasado 8 de septiembre inhabilitado por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) por desobediencia grave.
Toda una marea de recursos, anulaciones, asambleas tumultuarias, intrigas, fugas, cambios de bando, fractura, imputaciones, denuncias e incluso desahucios, que hacen necesario un cuaderno con muchas páginas donde poder glosar todas las gestas, disparates y dislates de un trienio tristemente demoledor para una entidad. Un auténtico vodevil que en apenas tres años lleva camino de acabar con el honesto trabajo de décadas.
Durante estos tres años muchos han sido los dudosos méritos que los responsables y sus cuates han alcanzado en la RFEC. Aunque sobre todos destaca el haber reducido a cenizas la entidad que en un día pudo ser el Camelot de la caza en España. También la imagen atroz que de la caza se ha traslado a la sociedad. Responsables que buscando ser el perejil de todas las salsas, ferias de caza, campeonatos, jornadas y vida social varia, son hoy una sombra, unos apestados sociales con los que nadie quiere ni una foto.
¿Recuerdan aquellos carismáticos líderes inaugurando ferias? ¿O clausurando congresos de caza? ¿O fotografiados junto a alguna ministra? ¿Dónde están ahora? Además, han logrado que a una federación que aglutinaba 430.000 cazadores en el año 2007, siendo una de las asociaciones más importantes de este país, ni se la vea… ni se la espere.
Curiosamente, a pesar de la declaración de nulidad del proceso electoral, ni un solo miembro del séquito de La Española —no confundir con la isla que fue refugio de piratas—, ni de su carismática Junta Electoral, ha dimitido. No lo ha hecho ni el presidente de aquella Junta Electoral, ese sexagenario bachiller que, careciendo de formación jurídica o de cualquier otro tipo, se convirtió igualmente en diciembre de aquel año en el nuevo y flamante secretario general de la RFEC. ¿Casualidad?, ¿reconocimiento, como algunos opinaron entonces, al manijero fiel?
No esperen, amigos cazadores, de una Junta Electoral con el perfil de aquella que sus integrantes, pese a la declaración de nulidad, del a todas luces infecto proceso electoral, dimitan o pidan una disculpa por su forma de actuar. Al contrario, la mayoría siguen en La Española y van en collera a los múltiples juicios que el presidente y su séquito han mantenido tras aquel tocomocho electoral. Sería interesante saber, con datos, si en alguna ocasión vuelve la seriedad y la cordura a la RFEC, qué mejoras —laborales, económicas o promocionales— pudieron obtener quienes apoyaron este viaje a ninguna parte de los últimos tres años.
Habría que preguntarse qué razones no conocidas inducen a los hermanos laicos de la Orden Flagelante, fieles a la RFEC, a seguir manteniendo este esperpento inédito en la historia del deporte español. El inhabilitado, el presidente nulo, al que incluso se intentó desahuciar, no tiene toda la culpa de que se le haya permitido estar al frente de La Española durante estos tres largos años. Habría que preguntar por qué el CSD, con Miguel Cardenal al frente, no ha querido o sabido atajar un problema que afectaba a la segunda o tercera federación más importante de España. ¿Hay que entender que para el CSD es normal la anormalidad?
Son muchas las preguntas que nos podríamos hacer en esta efeméride cinegética, aunque seguramente pocos, ¿alguno?, estén dispuestos a contestarlas. En 2015, ¿se ha convocado Asamblea General?, ¿se han aprobado presupuestos o aprobado la liquidación de 2014? ¿Es verdad, como se dice, que la RFEC está en situación de insolvencia?, ¿se ha instado el concurso de acreedores? ¿Cómo el CSD, con sus órganos de intervención, permite que una entidad bajo su tutela desarrolle un ejercicio presupuestario en estas condiciones?
José Enrique Sánchez, tras la defenestración administrativa del presidente por el TAD por prolongar
«indebidamente el ejercicio de su cargo» y hacerlo
«en provecho propio y no en razón del interés federativo y de las federaciones», ¿tiene intención, como presidente en funciones, de regenerar la Real Federación Española de Caza, o de continuar pinchando el mismo disco de estos años con la partitura trazada por los mariachis del anterior presidente?
Nos preguntamos también cuándo dimitirá, o cesarán, al secretario general y a la actual Comisión Gestora. O cuándo alguien, incluso de la otra orilla, pedirá disculpas a los cazadores españoles por tamaño desatino y por tres años de riña incivil y de demolición del buque insignia de la caza en España, convertido en un triste circo lleno de payasos y titiriteros.