Un cazador desesperado encuentra una cabra con sarna y la lleva a la oficina del director del Parque Natural

«El problema lo daban por superado, pero la única manera de que nos hagan caso es llevarles una cabra enferma y que lo vean por sus propios ojos», nos cuenta Pablo, responsable de una acción a la desesperada que busca colaboración para evitar que la preciada cabra montesa desaparezca de la Sierra de Cádiz.


 Sarna en cabra montés
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Pablo Menacho pertenece a la Sociedad de Cazadores de Benamahoma, una pedanía de Grazalema, en la Serranía de Cádiz. Hace unos días recogió una cabra de apenas un mes de edad que estaba en pésimas condiciones, moribunda:

Una cabra de un mes a punto de morir de sarna

«La encuentro en una zona muy próxima a un pinar y de un cauce de agua. La vi desde lejos, pero me llamó la atención que apenas se movía. Me acercaba y no se alejaba. Cuando me acerqué más, se tendió en el suelo, y ya supe lo que sucedía. La cogí fácilmente, el animal no hizo intento de huir.

»Me la llevé a casa y por la noche murió. Pero la recogí porque se la quería enseñar al director del Parque Natural Sierra de Grazalema, porque es la única manera de que nos tomen en serio y nos ayuden de una vez a intentar salvar a las pocas cabras que quedan».

Un problema que comenzó en noviembre

«Desde noviembre, que matamos el primer macho con sarna, habremos encontrado más de 50 ejemplares muertos en el campo. Lo hemos puesto en conocimiento de los responsables del Parque. Por aquel entonces nos dijeron que lo enterrásemos. Era el primer caso, pero transcurrida una semana empezamos a ver cada vez más cabras enfermas.

»He ido personalmente al Departamento de Caza de Cádiz. Me pidieron informes y que hablara con los ganaderos de la zona y les comentara la iniciativa de poner pienso medicado para las cabras. Así lo hice, y les envié las respuestas totalmente de acuerdo de todos ellos. Pero eso fue hace ya un mes y medio.

»También hemos hablado con los guardas forestales, se han practicado análisis a las cabras que hemos controlado que han resultado positivos de sarna».

Les instaron a erradicar a las cabras enfermas

«La única solución que nos han dado ha sido la erradicación de todos los ejemplares enfermos. En noviembre comenzamos con esta medida, pero al comprobar que la sarna estaba tan extendida, nos negamos a acabar con todas las cabras de la sierra», nos confiesa Pablo, que se ha negado, junto al resto de cazadores de la sociedad, a matar a todas las cabras. «Es un animal al que queremos mucho, no podemos hacer eso, por lo que estamos intentando salvarlas. Junto a Fernando Toscano, ingeniero de la FAC, hemos realizado unos planos con puntos en los que podemos colocar pienso medicado. Pero la Administración no nos concede los permisos».

Pablo nos subraya que se sienten abandonados, que nadie mueve lo que tiene que mover para intentar ayudar a las cabras: «Han pasado ya muchos meses desde que lo estamos moviendo. Hemos presentado informes allí donde nos los han requerido, y la respuesta ha sido siempre la misma. Nos dicen que va para adelante. Pero las cabras siguen muriendo».

Ha muerto el 90% de las cabras por la sarna

Preguntamos a Pablo qué porcentaje de la población de cabras ha muerto debido a la sarna, y nos confirma que el 90% de las cabras montesas han muerto por la enfermedad. Y nos apostilla que, entre las pocas que quedan, hay muchas afectadas.

Pablo nos comenta que se le cae el alma a los pies cada vez que encuentra una cabra enferma o muerta: «Las que están enfermas se quedan en el sitio, apenas se mueven. Incluso hemos pasado a su lado, casi pisándolas, y ni levantan la cabeza».

La administración decía que el problema estaba controlado

Después del paso de los meses, la Administración llego a asegurarles a los cazadores de la zona que el problema de la sarna estaba bajo control. Pablo nos cuenta este esperpento: «Vinieron técnicos a la sierra y subieron a la zona del Torreón, que está a 1.700 metros de altitud. Dijeron que contaron unas 20 cabras y ninguna enferma.

»Pero las cabras, con la fiebre que les entra, se mueven hacia las zonas más bajas de la sierra, buscando sombra y agua. En el mismo pueblo se ha encontrado cabras muertas o a punto de morir. ¿De qué sirve que las busquen allí arriba?».

No ha podido hablar en persona con el director del parque

Por este motivo Pablo recogió al cabrito enfermo y lo ha llevado a la dirección del Parque Natural.

Pero no ha podido entregarla. En dos intentos en días alternos ha tenido la misma respuesta: «El director del Parque no estaba ninguno de los días que he ido a enseñarles la cabra. No he pasado de la ventanilla de información».

Al menos, esta intentona ha servido para que el agente de Medio Ambiente de la zona se interese: «Me ha llamado para reunirnos en breve para que hablemos y le explique la problemática. A ver si esta vez conseguimos algo».

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