Medalla de oro: el jabalí de 188 kilos cazado a cuchillo por un rehalero arroja 117,75 puntos
Un jabalí con un tamaño y peso que no se conocía en la provincia y, probablemente en muchos lugares de España. Un rehalero valiente y unos perros a los que los casi 200 kilos no les frenaron. Unos meses después y tras la homologación oficial, ese jabalí alcanza los 117,75 puntos y la medalla de oro.




Seguro que recuerdas la crónica que publicamos allá por el mes de noviembre del pasado año. José María García nos contaba con todo lujo de detalles cómo había cazado a cuchillo y junto a su rehala El Churrero un descomunal jabalí que pesó en la romana 188 kilos. «Cuando me acerqué no sabía si era un jabalí o un toro», nos confesaba el rehalero.
Lee aquí la crónica de aquel apasionante agarre y remate.
Un trofeo acorde al tamaño del jabalí
Después de que la Comisión Regional de Homologación de Trofeos de Caza de Castilla y León se reuniera esta misma semana y efectuara la medición del trofeo, el resultado ha sido que aquel enorme jabalí también era portador de unas defensas en consonancia con su tamaño.
Y todo esto a pesar de que el jabalí acumulaba lesiones en su trofeo típicas de la avanzada edad que tendría en el momento en el que se le dio caza. Incluso con una amoladera rota y un colmillo mellado, la puntuación ha rozado los 118 puntos. A continuación, apuntamos las medidas de estos, que amablemente nos ha apuntado José María:
Longitud colmillos:
200 mm derecho
160 mm izquierdo
Anchura colmillos:
27 mm izquierdo
27 mm derecho
Perímetro amoladera
90 mm izquierda
87 mm derecha
Batimos monte junto al protagonista del agarre al gran jabalí
Pudimos conocer a José María y sus perros en una apasionante jornada en la que nos invitó a ser uno más en la rehala. Nos desplazamos a Valladolid y pudimos compartir unas horas tras los jabalíes vallisoletanos en una batida.
Lee el reportaje de aquella batida y el vídeo que grabamos en este enlace.
Así fue el apasionante lance de aquel agarre
Resumimos el lance que vivió José María aquel día de noviembre, pero te recomendamos que leas la crónica completa en el enlace de arriba:
«Organizamos un pequeño gancho entre amigos en la zona de La Santa Espina (Valladolid). cuando comenzamos a cazar ya vimos huellas de un buen jabalí, por lo que teníamos esperanza de poder cazarlo. Durante toda la mañana estuvimos encontrando sus huellas, pero no fue hasta última hora, el último suspiro del gancho, cuando los perros dieron con él.
»Por pura casualidad, el jabalí arrancó hacia el puesto donde estaba mi padre. Pero no pudo ni encararse, porque el verraco ya iba envuelto en perros. Me llamó por la emisora y me dijo: ‘Va hacia ti. No le he podido tirar porque lleva los perros encima. Date prisa que es enorme’. Comencé a correr hacia la ladra. Los perros lo habían frenado».
Sabuesos, podencos, valduezas, alanos y una doga sin dientes
Pero la jornada, lejos de terminar, comenzaría en ese preciso instante: «En cuatro matas estaba este enorme jabalí», continúa José María, «los perros comenzaron entonces un durísimo y peligroso trabajo de desalojo y agarre».
José María García Celemín, rehalero experto con mucha experiencia a sus espaldas, propietario de la rehala El Churrero, nos cuenta que en su rehala encontramos perros sabuesos muy buenos en el rastro del jabalí «que van un poco por delante», también lleva podencos, perros de Valdueza, una pareja de alanos encargados de comandar el agarre y, lo que resulta más destacable, una doga argentina de diez años.
José María nos habla con mucho cariño de esta perra: «Imaginarás que, con diez años, tiene muchas batallas luchadas. Ha recibido navajazos, pero eso solo ha multiplicado su valor y arrojo. Ahora, ya no tiene dientes, y el año pasado decidí no sacarla más de caza, pero cada vez que subo los perros al remolque se quedaba llorando y aullando, por lo que la compré un chaleco de protección y continúa acompañándonos en las batidas.
»Esta perra es increíble. Si vieras cómo se agarraba al morro de ese monstruo el sábado. Como te digo, no tiene dientes, y en cada embestida, la pobre se suelta, pero volvía como un resorte a engancharse a la boca del jabalí.
»Cuando llegué, los perros le tenían muy bien cogida la cara, por lo que no sabía si era macho o hembra. Cuando se revolvía, que lanzaba a los perros por los aires, ya vi que se trataba de un macho.
»Como tenía perros cubriéndole totalmente, era muy complicado entrar al remate. Pero parece que uno de los perros entendió lo que pretendía, y cuando me acerqué, se retiró y pude entrar al remate por abajo, porque de arriba hacia abajo era imposible.
»Además, había apagado la emisora porque, en alguna ocasión, cuando te acercas al agarre, si escuchan que te hablan por ella y el cochino está bien cogido, se revuelven y, o bien te buscan o se alejan. En el momento lo único que pensé fue que el cuchillo no alcanzaría a pincharlo.
»Llevo muchos años desollando cochinos y nunca había visto un escudo como el que tenía este. Normalmente lo tienen desde la mitad de la espalda hacia delante, pero este, desde el rabo hasta la cabeza, y le bajaba por todo el costado».