Más cerca de encontrar una vacuna para la enfermedad del ciervo zombie

Investigadores norteamericanos han conseguido importantes avances que les hace estar más cerca de la creación de una vacuna contra la caquexia crónica o enfermedad del ciervo zombie (CWD).


 Enfermedad del ciervo zombie
Enfermedad del ciervo zombie

Esta enfermedad infecciosa, similar a la enfermedad de las vacas locas —encefalopatía espongiforme bovina—, que afecta de manera letal a los ciervos y los alces de Norteamérica parece tener los días contados.

Una vacuna que retrasa la aparición de los síntomas

El estudio de una vacuna contra la CWD, llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Calgary, ha sido probada en un modelo de ratón, consiguiendo prolongado el tiempo de aparición de los síntomas hasta en un 60%, lo que ha supuesto una gran esperanza.

«La vacuna no previene la enfermedad, pero retrasa su aparición lo que, en la prueba con ratones, resulta significativo, porque su vida es mucho más corta que la de los cérvidos. Por eso los resultados son esperanzadores, ya que se ha conseguido aumentar considerablemente el tiempo de supervivencia», ha explicado la investigadora Dalia Abdelaziz.

Siguiente paso: encontrar el modo de vacunar a la fauna salvaje

El siguiente paso para este equipo de investigadores es el desarrollo de una vacuna oral que pueda ser administrada en la fauna salvaje de manera efectiva, basada posiblemente en plantas que puedan ingerir de manera directa tanto ciervos como alces.

Una enfermedad muy contagiosa y de rápida expansión

La CWD es causada por un agente infeccioso, un prión, una forma anormal de una proteína inofensiva que se encuentra en el cerebro. Una vez que los priones están presentes en el cerebro, se multiplican haciendo que las proteínas normales se replieguen en una forma anormal, produciendo desórdenes cognitivos, parecidos a los que provocan enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.

Los animales se muestran decaídos, con cabeza y orejas agachadas, escasa expresión facial, pérdida de apetito, rechinar de dientes y un caminar con esquemas repetitivos. «El sistema inmunológico del animal no detecta los priones como un enemigo, por lo que no hay una respuesta inmunitaria contra la enfermedad», señala Simrika Thapa, coautora del estudio.

Cuando un animal infectado muere y se descompone en el ambiente está contaminando todas las plantas y el suelo, donde puede permanecer durante años, infectado a todos los cérvidos que coman de esas plantas o entren en contacto con ese suelo. Además los animales contribuyen a su difusión también mediante la orina, la saliva y las heces.

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