Formentera, más palomas que turistas

Un año más, las palomas torcaces están asolando los cultivos de la pequeña isla balear de Formentera. Por estas fechas, un buen número de torcaces escogen la tranquilidad y la espléndida situación mediterránea que le ofrece la isla, a modo de turistas nórdicos, para descansar y alimentarse durante su viaje migratorio.


A ello hay que sumarle, que cada vez más, esta ave está convirtiéndose en sedentaria, no abandonado la isla en todo el año y criando allí su pollada, por lo que las poblaciones que llegan a alcanzarse en estos días de verano se están convirtiendo en un serio problema. Por esta razón, el Consell Insular de Formentera, a través del área de Agricultura, Pesca y Caza, está preparando una campaña para reducir la presencia de palomas torcaces por los serios daños que producen en los cultivos, especialmente en las viñas, en los huertos y en las higueras. Dicha medida consiste en sumar los esfuerzos de las asociaciones de cazadores y emitir una autorización especial, de media veda, para cazar y ahuyentar a esta especie. En principio la autorización será para 4 o 5 días en la primera quincena del mes de agosto. Otra vez más, una Administración pública recurre al colectivo de los cazadores para que le saque las castañas del fuego, porque los métodos disuasorios que hasta ahora habían empleado, como cañones de sonido o reproducciones de rapaces, han constatado que son ineficaces, pues las palomas terminan acostumbrándose a ellos. Para mayor inquietud entre el colectivo agrícola, este año la falta de agua está haciendo que dichas aves estén atacando por estas fechas las viñas, produciendo serios perjuicios a los viticultores. Como ejemplo de lo que está sucediendo en la isla, uno de los viticultores explicó al Diario de Ibiza: «En 2013 conseguí hacer 1.400 litros de vino y el pasado año sólo han sido 90 litros, la diferencia es importante», dejando de manifiesto la severidad de los daños originados por la torcaces. Es chocante que las Administraciones no tengan en cuenta al colectivo cinegético en ninguna de sus actuaciones, y hagan caso omiso a sus reivindicaciones y demandas, pero a la hora de combatir situaciones farragosas, que en muchos casos han originado ellas por su inflexible y totalitaria legislación, recurran a los cazadores para resolver sus entuertos. Esperemos que por el bien de los agricultores formenterenses se alcance un rápido acuerdo para controlar la desmedida población de torcaces en la isla, y que este capítulo de urgencias y prisas sirva al Consell Insular para llevar una metodología más adecuada en cuanto a las actuaciones cinegéticas se refieren y evitar futuros problemas con esta especie u otras que de las que habitan en las islas.
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