Impresionante se queda corto: caza un corzo con un trofeo casi único

Eric es un jovencísimo cazador de 19 años que ha visto cumplido el sueño de cualquier corcero al abatir un corzo con un trofeo casi único. Fue el pasado sábado, a las 8:10 horas de la mañana. Las imágenes hablan por sí solas.


 Corzo
Corzo

Eric nos reconoce que no tenía controlado a este impresionante corzo. «Fui a cazar con un compañero que me avisó de la entrada del corzo», nos confiesa. «Le vi subir por una ladera acercándose al toque del reclamo bucal».

Desde el principio se percató de su singular trofeo

»Desde ese primer momento me llamó la atención las dimensiones de la cuerna. Era enorme, pero no me dio tiempo a valorarla demasiado. A unos 70 metros se paró y se quedó mirándonos».

El joven cazador, que nos dice que es un enamorado del corzo y de su caza, no deja pasar una oportunidad de salir al monte tras este animal. En sus jornadas siempre le acompaña un equipo adquirido en su «armería de confianza», la Armería LIsard, de Tarrasa, cuyo propietario es Isaac Moret.

Un equipo para afrontar estos lances corceros

Este equipo está compuesto por un rifle Sauer 100 calibre 270, un visor, 2,5-10x50, munición Geco Express de 130 grains y bípode para disparar tumbado. Le preguntamos por qué tiene plena confianza en esta munición, y nos responde que «es la que mejor resultados me ha proporcionado y me gusta mucho su alta velocidad. Y no solo la utilizo para el corzo. Con ella, jabalíes de más de 100 kilos, apuntando bien, quedan secos».

Pero en esta ocasión Eric no pudo hacer uso del bípode: «No me dio opción. Tuve que disparar sin apoyo. Aun así, el disparo alcanzó la zona del codillo, un poco adelantado», como nos señala el joven cazador, pero el corzo no se movió tras el impacto.

Me temblaban las piernas cuando lo vi de cerca

Al llegar al corzo abatido, Eric nos confirma que estaba muy nervioso. La opción de conseguir su primer trofeo medallable le emocionaba. Pero descubrir un trofeo deforme de esta magnitud hizo que le temblaran las piernas, a pesar de que es un cazador con mucha experiencia en jornadas corceras, como nos cuenta: «Desde pequeño he acompañado a mi abuelo y otros familiares en cacerías de corzo. Me gusta escuchar a los que más saben y aprender de ellos. Por ejemplo, tengo un compañero al que le gusta tirar a distancias largas. Gracias a él he aprendido a esperar el momento en el que disparar y a hacerlo a muchos metros».

Pendiente de la medición

Su taxidermista está de vacaciones, por lo que debemos esperar a la primera medición de este corzo. Hay quien le ha asegurado que el cráneo puede alcanzar los 850 gramos de peso, pero al ser un trofeo tan extraño, nadie se aventura a arrojar una posible medición.

El cazador quiere mantener en secreto la zona donde lo ha abatido, algo muy lógico.

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