No hay relevo generacional: ¿Por qué los jóvenes no quieren ser cazadores?

Si en algo coinciden los cazadores españoles es al destacar que cada vez hay menos jóvenes que se dediquen y apuesten por la caza. El problema afecta a todas las comunidades y pone en entredicho el futuro de la actividad cinegética.


 Relevo generacional en la caza
Relevo generacional en la caza

 Relevo generacional en la caza

Manuel Albela es cazador desde hace aproximadamente 50 años y es el presidente de la Asociación de Caza de Paderne, en A Coruña. Consciente de la problemática del campo y de la caza, está preocupado porque cada vez son menos los jóvenes que se adentran en la realidad de la caza y el mundo rural.

La tecnología frente a la naturaleza

«Antiguamente no había tantos medios informáticos», explica este cazador, que considera que la tecnología ha influido en este problema de relevo generacional al que se enfrenta la caza. Además, las leyes a las que se enfrentan los cazadores son menos permisivas. «Yo era un joven cazador que, cuando volvía con lo que cazaba, los demás me admiraban y se paraban a hablar conmigo, lo veían como algo normal, pero ahora, si te ven, te llaman asesino», cuenta Manuel Albela.

La caza está dervirtuada por los medios

Los cazadores creen que hay muchos factores que influyen negativamente en la caza. Otro factor relevante son los medios de comunicación, cree este cazador, «enfocan una realidad que no existe, en las películas salen zorros que juegan con conejos y la realidad es que se los comería», explica este hombre, conocedor profundo de la realidad del mundo cinegético.

El animalismo

Los animalistas son otro de los factores claves a la hora de hablar del acoso a la caza. «Lo criminalizan, no entienden que la caza es necesaria para controlar especies cinegéticas. Te llaman criminal y la juventud lo sabe, por eso muchas veces deciden no hacerse cazador», explica este aficionado, que está viviendo en primera persona lo que supone que no existan cazadores jóvenes.

La Asociación de Caza de Paderne está formada por 132 cazadores, que gestionan un coto de casi 4.000 hectáreas. Tan solo existen unos 15 hombres que rondan los 30 años y, los demás, superan esa edad.

«A la larga este problema será grave porque lo que hacemos ahora voluntariamente y pagando al final, cuando no haya gente suficiente para cazar, tendrán que contratar a gente para que controle a las poblaciones», explica Manuel Albela, que también se hace eco de que en las batidas que se están realizando a veces no hay suficientes cazadores para llevar a cabo el trabajo.

El abandono del campo

Junto con el abandono del campo, que influye al hacer que los animales salvajes se acerquen cada vez más a los núcleos urbanos, la falta de relevo generacional es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la caza. «Si no lo abordamos desde las escuelas haciendo ver que es algo necesario y no dejamos de criminalizarlo, ya no habrá solución», cuenta Albela.

La opinión de los jóvenes

José Pita es el ejemplo de que hay jóvenes que sienten pasión por la caza. «Empecé porque mi padre es cazador, soy el hermano pequeño de tres», explica este cazador de 35 años. «Mi padre también era pescador, a mí me gusta más la caza», añade José Pita, que cree que lo fundamental para que existan nuevas generaciones de cazadores es que haya un nexo familiar inmerso en el mundo cinegético.

«Desde los 14 años iba con mi padre a las batidas y, desde los ocho, lo acompañaba alguna vez, para mí era normal», declara este cazador, que también cree que la problemática actual de la caza tiene que ver con las opiniones erróneas de la gente. «A veces te piensas si decir o no que eres cazador, hay gente que te mira mal», explica José, que reivindica su labor como cazador. «Además, llevo a mis perros y nos gusta la carne de caza», añade el hombre, que reivindica la función reguladora y social de la actividad cinegética.

Con una niña de cuatro años, José Pita argumenta que, llegado el momento, le ofrecerá a su hija ir de caza: «No pienso obligarla, pero sí le preguntaré si quiere venir. Ahora, aunque es muy pequeña, ya me hace preguntas cuando sabe que he salido a cazar», explica este cazador de Paderne (A Coruña).

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