«Se trata de una jornada que ya es tradicional en nuestro coto y que se celebra para controlar la población de liebres ante los daños que provocan a los cultivos, principalmente al olivar, y a los sistemas de riego», señala Rocío Romero, presidenta de
La Estación, quien añade que
«donando las piezas cazadas a comedores para familias necesitadas intentamos dignificar la caza demostrando que además de una herramienta útil para la agricultura y el medio ambiente es también una actividad que favorece el desarrollo social».
Este año entre los miembros de la sociedad que participaron se cobraron más de un centenar de liebres, que fueron donadas al Convento de las Carmelitas Descalzas de Linares y cuya carne alimentará a familias en dificultades económicas.
«Sin esta batida, los daños provocados por las liebres a la agricultura serían irreparables con la consabida pérdida económica para los agricultores de la zona», apunta Romero.
Con la donación de la carne para su consumo por parte de familias necesitadas y con pocos recursos los cazadores dan un paso más allá y cierran un círculo perfecto: practican su actividad, sirven a la agricultura y ayudan a personas que lo necesitan. Así es la verdadera caza social.