Un peligroso jabalí ataca a un cazador y a su perro

La milagrosa aparición del jabalinero salva la vida de su compañero de caza cuando es embestido por un enorme macho armado de unas impresionantes navajas. A pesar del espectacular trofeo que porta el macareno en su boca el cazador se limita a disparar en dos ocasiones al cochino un metro por delante de su hocico para salvaguardar la vida del sabueso de Transilvania que lo acompaña. La tercera detonación roza ligeramente el hocico del cochino para desviar su dirección cuando se dirige al lugar que ocupa el cazador.

Una modalidad de caza solo para adictos a las emociones fuertes

Gianis Abatzidis, cazador y colaborador de una prestigiosa revista cinegética griega y de Club de Caza, difícilmente podrá olvidar uno de los lances que vivió en invierno en una zona boscosa de su país natal.

Jamás se podía imaginar esa mañana cuando salió al campo la peligrosa situación en la que se iba a ver inmerso junto a su perra de cinco años de la raza sabueso de Transilvania de nombre Rea. En lo más intrincado de la mancha la hembra levanta de su lugar de encame un macho de gran tamaño. A partir de ese momento todo sucede muy rápido.

Gianis inicia una veloz carrera entre la maleza para acceder al sitio en el que Rea se enfrenta al jabalí. Al llegar al escenario de la contienda únicamente puede ver a la sabuesa pero no es capaz de ver al solitario entre los arbustos. La perra veterana en estas lides mantiene la distancia con su oponente para no ser herida por sus afilados colmillos.

El jabalí embiste a perro y cazador

El cochino en una de sus acometidas consigue golpear a la perra. Esta huye del impresionante ejemplar perseguida por el macareno a escasa distancia. Gianis efectúa dos disparos con su escopeta de la marca Benelli Super Black Eagle para desviar la trayectoria del jabalí y evitar que vuelva a atacar al can. Según el cazador se vio obligado a adelantar los disparos para no herir a Rea.

El suido, al percatarse de la presencia del griego, dirige su furia contra él. El jabalinero aprieta el gatillo de su arma semiautomática por tercera vez. En esta ocasión la bala roza el hocico del cochino obligándolo a cambiar de trayectoria. El jabalí finalmente escapó levemente herido en la parte frontal de su jeta.

El sabueso de Transilvania siguió su rastro más de una hora, pero no pudo volver a poner a tiro de la escopeta de su propietario al belicoso cochino.

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