Badajoz

Un esperista abate un jabalí de 120 kilos después de más de un año tras su pista

El cazador necesitó de más de 30 aguardos para ganarle la partida a este astuto y escurridizo jabalí. La experiencia y la paciencia del esperista finalmente dieron sus frutos. Una noche de luna después de 12 noches consecutivas de espera logró abatirlo en una baña. El ejemplar pesó 120 kilos y portaba en su boca unas largas y gruesas navajas.



El esperista y recechista cuenta en sus vitrinas con más 40 bocas, entre ellas más de una decena medallables. El cazador a la hora de realizar las esperas cuenta con una dificultad añadida, únicamente puede cazar en primavera y verano. El esperista es propietario de una rehala. Sus perros necesitan de su dedicación plena durante la temporada de caza.

Esperista y rehalero

Los protagonistas de esta historia son José Manuel Vázquez Fregenal y un viejo y astuto jabalí curtido en mil batallas. El cazador es natural del municipio de Fregenal de la Sierra, localidad de la provincia de Badajoz situada en el cuadrante noroccidental de Sierra Morena. La caza en espera y el rececho de jabalíes, junto a la rehala, son las mayores de sus pasiones. La familia del cazador es propietaria de la Rehala Carloto compuesta por perros de la raza sabueso español y podenco paternino.

Un año tras la pista de un enorme jabalí

El cazador vio por primera vez al macareno una tarde del verano del año 2020 mientras daba un paseo en una dehesa de su localidad natal. A pesar de no ir armado se ocultó detrás de un muro de piedra para ver de cerca al jabalí. El cochino en ningún momento se percató de la presencia del cazador y pasó a menos de 5 metros de él. José Manuel pudo apreciar con todo lujo de detalles el tamaño del solitario y su extraordinaria boca. Desde ese día se propuso abatirlo. Durante más de 10 noches lo esperó en la vereda por la que accedía a diario a una baña pero el jabalí no compareció a la cita.

El jabalí desapareció durante un año

El cazador no volvió a ver sus huellas hasta el verano siguiente cuando regresó a la misma zona donde lo pudo ver por primera vez el año anterior. El cochino acudía a diario a una charca con agua todo el año. El esperista decidió aguardarlo allí.

Durante 12 largas noches lo esperó pero hasta la duodécima espera no acudió a la baña. A las 23:45 horas pudo oír sus pisadas en la tierra seca. Quince minutos más tarde el cazador por fin pudo ver su silueta iluminada por la luna en la charca.

José Manuel apretó el gatillo de su rifle de cerrojo de la marca Sauer del calibre 300. El jabalí se derrumbó a 130 metros del cazador al recibir el impacto de la bala en su codillo. El cochino pesó más de 120 kilos y portaba en su boca unas navajas, según el cazador, merecedoras de una medalla de plata.

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