Lleida

Cazadores catalanes abaten al salto dos impresionantes jabalíes medallables en el mismo barranco

No son los únicos grandes jabalíes abatidos por la cuadrilla de cazadores en este querencioso lugar los últimos años. Se trata de una zona quebrada con una tupida vegetación. Desde que abrió la veda del jabalí en Cataluña han cazado esta temporada en el barranco dos espectaculares ejemplares.


 abaten al salto dos impresionantes jabalíes
abaten al salto dos impresionantes jabalíes

Uno de los cochinos, después de ser homologado, obtuvo una puntuación merecedora de la más preciada de las preseas. La modalidad que practica el grupo de cazadores es la caza al salto de jabalíes con podencos portugueses.

Un perrero con más de cinco décadas de experiencia en la caza

Pedro García, uno de los perreros de la cuadrilla, abatió el último de estos dos espectaculares jabalíes el sábado 6 de noviembre. El rehalero es capaz de capturar cochinos de impresionante tamaño al salto en abierto junto a su cuadrilla de podencos.

En sus vitrinas, junto a estas dos impresiones bocas, cuenta con varias decenas de trofeos fruto de más de cinco décadas tras las huellas de los grandes jabalíes. Entre los cochinos abatidos por el podenquero destaca un ejemplar de 209 kilos. No te pierdas cómo consiguió las impresionantes navajas de este gran macareno que plantó cara a los perros durante más de 30 minutos en el interior de un zarzal.

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Pedro García es un podenquero catalán, que gestiona, junto a un grupo de compañeros, un acotado en el municipio leridano de Ponts, situado en la comarca catalana de La Noguera. De las diferentes modalidades de caza que los socios pueden practicar en los terrenos que gestionan, la del jabalí sólo se autoriza los sábados.

Es un gran apasionado a los perros de caza. Posee, junto a su compañero Manel, una cuadrilla de 14 perros únicamente compuesta por podencos portugueses de talla pequeña, mediana y grande. Los cazadores han elegido esta raza de perros para la caza al salto del suido debido a su portentoso olfato que, sumado a su valentía e inteligencia —ya que nunca pretenden agarrar al jabalí—, minimizan las posibilidades de que alguno de los canes resulte herido en la batalla

La pasión por la caza del rehalero y su espectacular cuadrilla de podencos hicieron posible que se abatiera el gran jabalí

El último de esos dos grandes jabalíes fue abatido en el querencioso barranco hace 11 días. En esa ocasión batieron una mancha, de monte bajo y pino, próxima al lugar donde anteriormente habían capturado varios animales de notables bocas.

La perseverancia de Pedro y los portentosos vientos de una de sus perras punteras de nombre Sucia, podenca portuguesa de 8 años de edad, hicieron posible que se abatiera el enorme jabalí de 120 kilos una vez finalizada la batida.

Pedro, el perrero que cazó el macareno, nos narra el lance:

«La mañana transcurrió sin que los perros detectaran ningún jabalí. Únicamente habíamos capturado dos corzos.

Una vez finalizada la montería los rehaleros y los monteros esperábamos en un camino que los cazadores más jóvenes fueran a buscar los vehículos. Estaban ubicados en el punto de suelta. Observé que una de mis perras estaba venteando una res en un barranco cercano. Se trataba del lugar en el que a primeros de septiembre cazamos un jabalí medalla de oro y en tres ocasiones habíamos levantado otro gran ejemplar que logró burlar a perros y cazadores.

Confié en la nariz de Sucia y me dirigí sólo hacia la quebrada. Al llegar al punto más alto del barranco la perra delató la presencia de un cochino en el carrascal. La rehala necesitó más de cinco minutos para hacer salir al macareno de su ocultación. La espesura del monte dificultaba el disparo. Nada más ver al suido apreté el gatillo en un corto espacio de tiempo en tres ocasiones a menos de 10 metros de distancia. El solitario continuó su camino sin ofrecer muestra alguna de encontrarse herido. No entendía como podía haber fallado los disparos. Los podencos siguieron su rastro. Lograron pararlo a 300 metros del lugar de las detonaciones. Corrí hacía los perros consciente del peligro que entrañaban las navajas del macareno.

Lo rematé de un certero disparo en el codillo. Una de las primeras balas había impactado en la mandíbula rompiendo una de sus navajas».

En septiembre el grupo de cazadores abatió en el barranco el día de la apertura de la veda de la caza de cochinos en Cataluña otro jabalí de impresionantes defensas.

Así abatió este solitario:

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