Pillan a un furtivo con las manos en la masa: colocaba lazos para atrapar ciervos y jabalíes
Guardas rurales identifican a un furtivo justo cuando vuelve a revisar los lazos de acero que había colocado para capturar ciervos y jabalíes.
El método ilegal utilizado es sumamente cruento, ya que el animal perece en la mayoría de los casos por inanición al no poder ser detectado por el furtivo debido a que utiliza un sistema de captura que consiste en unir un palo de madera con una arqueta en uno de sus extremos al lazo de acero. Esto permite en un primer instante huir al animal del lugar hasta que queda atrapado al engancharse la madera a una valla o tronco que encuentra en su camino.
Una semana tras los pasos del furtivo
La intervención fue realizada después de una semana tras el furtivo en los terrenos gestionados por la sociedad de cazadores del municipio onubense de Moguer. Los efectivos que hicieron posible la identificación y las posteriores diligencias del puesto de la benemérita de Moguer fueron los guardas rurales Armando Romano Garrido, de la Sociedad de Cazadores de Moguer, y Juan Báñez, guarda del coto de cazadores de Almonte.
Lazo metálico encontrado en el coto de caza. En el centro, palo que el furtivo ata al lazo para que el animal se enganche y quede inmovilizado.
Lazos de acero para capturar ciervos y jabalíes
En una de sus patrullas diarias, Armando detectó la presencia de una armada de lazos de acero que había puesto un furtivo con la intención de capturar ungulados y suidos. Para evitar que ningún animal fuese víctima del dispositivo, cerró las trampas. Durante dos días, decidió esperar al furtivo que no compareció en el lugar. Hecho que acentúa lo cruento y macabro de su sistema de captura, ya que bien poco parece importarle el sufrimiento del animal y el poder aprovechar su carne.
El guarda rural decidió no retirar los lazos, que permanecían cerrados, para ver si regresaba el furtivo y así proceder a su identificación.
Al tercer día el furtivo regresó a revisar los lazos
La tarde del tercer día, comprobó que las trampas habían sido abiertas de nuevo. Armando volvió a cerrarlas para evitar que ningún animal fuese víctima de ellas. Llamó a su compañero Juan Báñez y ambos, con gran determinación, estuvieron varios días esperando al furtivo.
Hasta que una mañana, a las 10 horas, volvió a revisar los lazos de acero. Esperaron el momento en el que los estaba abriendo para salir de su ocultación. El furtivo se vio sorprendido por la irrupción de los Guardas y, pese a que estos se identificaron y en numerosas ocasiones le instaron a detenerse, huyó del lugar.
Los Guardas rurales se personaron en las dependencias del puesto de la Guardia Civil de Moguer para comunicar lo sucedido e identificar al furtivo. La presencia del infractor en la comandancia fue solicitada por parte de los agentes del instituto armado para iniciar las diligencias oportunas.
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