Crónicas

Un jabalí de 100 kilos destrozaba las siembras hasta que el cazador acudió a la llamada del agricultor

Abate un jabalí medallable a más de 230 metros de distancia en una emocionante espera nocturna por control de daños. Y lo hace en un sembrado que no había sido recolectado por la merma causada por los suidos que lo visitaban asiduamente.


 caza jabalí espera
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El animal, pese a encontrarnos en pleno estío, superó los 100 kilos de peso. Con su caza, el esperista libró al agricultor de uno de esos cochinos que le habían ocasionado un gran perjuicio económico.

La caza, actividad esencial

Una vez más, los cazadores acuden en auxilio de la agricultura. En esta ocasión, un cazador toledano, Pedro Esteban, abatió uno de los jabalíes que habían destrozado una siembra de alcarceñaleguminosa anual parecida a la algarroba.

La noche del miércoles 21 de julio, el cazador se dirigió a uno de los sembrados del acotado que es miembro. Ni el calor ni las picaduras de los molestos mosquitos fueron impedimento para que asistiera a la llamada de los agricultores.

Antes de oscurecer, ya estaba ubicado en una de las siembras. A las dos horas, el viento cambió bruscamente de dirección, hecho que hizo a Pedro cambiar de escenario para el aguardo. Su experiencia le decía que los animales lo ventearían y no entrarían en ese sembrado.

 jabalí
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El jabalí lucía unas largas y anchas navajas en su boca.

La experiencia del esperista, clave para abatir al espectacular cochino

El cambio de lugar de espera fue proverbial, ya que, pasados uno minutos de aguardo, visualizó cómo un animal de gran tamaño se estaba adentrando en la siembra. Procedía de un monte de pinos y encinas cercano. Podía ver perfectamente su silueta a la luz de la luna. Estaba a más de 300 metros. Había que esperar que se aproximara para efectuar el disparo.

Pasados unos minutos, el macareno levantó la cabeza. Parecía intuir que algo extraño pasaba, pero no podía detectar de qué se trataba o de dónde provenían esas emanaciones que le hacían desconfiar. La fortuna sonrió a Pedro, que estaba situado en un barranco, a 30 metros de altura. Atalaya desde la que podía dominar los movimientos del solitario.

 jabalí

El jabalí pesó cien kilos.

El jabalí venteó al cazador

El astuto animal decidió abandonar el sembrado para perderse de nuevo entre las sombras de la noche. Recorrió unos 50 metros de manera oblicua al cazador, lo que le permitió efectuar un disparo a una distancia de 230 metros antes de que penetrara en la maleza. Era su única oportunidad de abatirlo. Encendió su linterna, de la marca Olight modelo Javelot Pro para iluminar al cochino. El jabalí, cuando se vio sorprendido por la luz, quedó petrificado unos segundos.

Pedro apretó el gatillo de su rifle de la marca Tikka del calibre .270 Winchester Short Magnum. La bala impactó en el codillo del animal, pudo oír perfectamente el impacto en su cuerpo. Pese a estar mortalmente herido, recorrió una distancia que le permitió volver a la zona de monte de la que procedía.

La experiencia del esperista le decía que no tendría que andar muy lejos. Esperó que transcurrieran 30 minutos para entrar en la arboleda que había visto por última vez al solitario.

Iluminó bajo las encinas y pinos con la luz de la linterna. Pudo ver, gracias a la iluminación artificial, al animal ya sin vida. El cazador, que no sabía de la dimensión y el tamaño real del trofeo, solo pudo decir cuando pudo verlo con claridad: «Madre mía, qué bicho. Qué bonito».

Desconocía la existencia de un animal de tales dimensiones en el acotado, aunque cree que podría tratase de un cochino de grandes dimensiones que pudo ver en una ocasión a gran distancia a la luz de la luna.

Arrastra el cochino de más de 100 kilos hasta su vehículo

El esperista, que se encontraba sólo en el monte, arrastró al animal hasta la siembra. Necesitó 10 minutos para recorrer los 50 metros que le separaban del claro. Un gran sacrifico, pero necesario, ya que el animal no podía quedar abatido en el campo toda la noche dadas las altas temperaturas reinantes si pretendía consumir su carne. Los cazadores comemos lo que cazamos.

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