Crónicas de caza

Un jabalí entra a un cultivo arrollando a todos los demás y el cazador lo fija en su mira

Abate un impresionante jabalí después de dos años de infructuosas esperas. El cochino siempre detectaba la presencia de los cazadores.


 caza jabalí espera nocturna
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Un lance jamás podrá olvidarlo el cazador, pese a que lleva más de quince años realizando aguardos, por el comportamiento agresivo y violento del animal frente a sus congéneres que se encontraban en la siembra donde fue abatido. «Entró en el cultivo bufando como si se tratara de una locomotora lanzando por los aires como peleles a todos los cochinos que se encontraba a su paso», nos cuenta el esperista.

El astuto jabalí siempre ganaba la partida

Cabe destacar que es el primer gran jabalí que logra abatir y que no ha vuelto a encontrarse con un animal de las mismas características y que actuara con esa extrema violencia.

Juan López es un cazador de La Unión, municipio murciano situado en la comarca de Cartagena , gran aficionado a la caza del jabalí en espera desde 2007.

En sus primeros años practicando esta apasionante modalidad de caza no se había cruzado en su camino ningún cochino que portara en su boca un trofeo relevante. Hasta que comenzó su particular batalla con este gran ejemplar.


Los cazadores junto al gran jabalí.

Huellas junto al comedero de las perdices

Un día, arreglando los comederos de las perdices del acotado, pudo ver por primera vez sus huellas. Nada más verlas se percató de que era un animal de gran tamaño. Inspeccionando la zona, pudo ver las marcas de los colmillos que había dejado en algunos árboles. Se dijo «menudo aparato. Uno como este quiero abatir».

Desde ese día le realizó innumerables esperas en sembrados donde se alimentaba habitualmente o por las veredas donde veía sus pisadas. De una forma de otra, siempre detectaba su presencia, a pesar de que en varias ocasiones lo tuvo a corta distancia. Llegó incluso a oír sus bufidos.

Un agresivo jabalí que embestía a todo lo que encontraba a su paso

Una noche de verano decidió realizar una espera en una siembra que estaba siendo destrozada por los cochinos. Algo le decía que aquella noche por fin le ganaría la partida al macareno. A las 22:00 horas, nada más anochecer, la siembra se pobló de jabalíes, en un número superior a 25 entre cochinas y cochinos de mediano tamaño. El esperista, pese a tener los cochinos a menos de 50 metros, mantuvo la calma y esperó por si esa noche sería cuando por fin podría ver al gran jabalí que llevaba años quitándole el sueño. A la media hora notó un comportamiento extraño de los suidos que estaban comiendo, ya que, según Juan, «huían despavoridos con los pelos tiesos».

Instantes más tarde, delante de sus ojos se produjo una escena que le dejó paralizado, hasta el punto en que no pudo ni disparar. Un enorme cochino irrumpió en el sembrado golpeando a todo animal que se encontraba a su paso, «los jabalíes de 40 kilos volaban por los aires», recuerda Juan.

Transcurridos unos minutos, en los que reinó el caos en el cultivo, el gran jabalí desapareció de la misma forma sorpresiva en que había aparecido. El cazador pensó «a este no lo veo más». Juan se quedó en el puesto lamentándose de lo sucedido al no haber sido capaz ni de encarar el arma.


Bonito trofeo de este jabalí abatido en espera.

El celo acabó con la vida del jabalí

A la media hora, cuando de nuevo reinaba la tranquilidad en la noche, una cochina de gran tamaño entró a la comida junto a un único rayón. El gran jabalí que, al parecer, había permanecido oculto entre las sombras, volvió a irrumpir en el cultivo, pero en esta ocasión con la intención de copular con la hembra.

Momento que aprovechó Juan para efectuar un rápido disparo con su rifle Browning del calibre .300 WM, que hirió en una extremidad delantera al macareno.

El cochino también embiste al esperista

El macareno, pese a estar herido en la pata, también atacó al cazador, que estaba situado a 30 metros. En esta ocasión a Juan no le atenazaron los nervios, ya que esperó hasta que estuvo situado a menos de 10 metros para efectuar el segundo disparo que, después de varios años, le permitió vencer la partida al violento y astuto solitario.

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