Toledo

Un cazador abate dos jabalíes en una espera por control de daños desde su silla de ruedas

Este esperista es un ejemplo de superación. La vida le cambió de golpe después de regresar de caza en mano junto a sus perros. Se rompió la vena femoral de una de sus piernas, que tuvo que ser amputada.


 Caza dos jabalíes espera por daños agrícolas desde silla ruedas
Caza dos jabalíes espera por daños agrícolas desde silla ruedas

Javier Díaz, cazador madrileño nacido en Navalcalnero y afincado en la actualidad en la localidad toledana de Méntrida mantiene intacta su pasión por la caza. Esto, pese a la enfermedad que cambió su vida el día 20 de enero del año 2019. Aquella tarde le tuvo que ser amputada una de sus piernas después de rompérsele la vena femoral la mañana siguiente de disfrutar de una apasionante jornada de caza tras las bravas perdices toledanas junto a su perra mestiza Laika.

El cazador, que hasta ese momento practicaba la modalidad de la caza al salto de perdices, conejos y liebres en las llanuras castellanas y, en menor medida, la caza mayor, tuvo que abandonar la caza en mano para dedicarse exclusivamente a las esperas y batidas.

La traumática pérdida de uno de sus miembros debido a un trombo, coágulo de sangre en el interior de una vena de una de sus piernas, no mermó en absoluto su pasión por la caza.

Club de Caza homenajeó al cazador en la noticia publicada en abril del año 2021. Si te interesa aquí puedes leer esta historia de superación y pasión por la caza.

Pulsa en la siguiente imagen para acceder:

Va de montería días más tarde de su operación

Su pasión por la caza es tal que le dan el alta tres semanas más tarde de la operación y asiste aún convaleciente a una montería gracias a sus hijos Javier y Silvia que, además de llevarle, le prepararon el arma y la comida, aun no siendo cazadores. Javier, que quería seguir cazando preservando su independencia, compró un vehículo adaptado con el cambio de marchas automático para poder practicar la modalidad que desata sus pasiones, la espera del jabalí. El cazador quiere mostrar su agradecimiento a sus dos compañeros de fatigas, Alejandro y Antonio, que posibilitan la trabajosa acción de cargar los jabalíes en el vehículo cuando son abatido, además de estar a su lado apoyándole desde el primer momento.


El cazador junto a su hija que le acompaña de caza siempre que puede.

Dos cochinos abatidos en 45 minutos

Después de más de un mes de infructuosas jornadas, en las que realizó más de una decena de esperas por control de daños, por fin cambió la suerte y las que sólo pudo abatir un jabalí y una jabalina de 80 kilos que estaban causando estragos en un trigal cercano. Pero la espera más reciente le llevó a abatir dos cochinos en la misma moche, y en menos de 45 minutos.

Sucedió a finales de mayo. Decidió apostarse en un paso habitual de los jabalíes en sus caminos del monte a la siembra. Allí, en otras ocasiones no había tenido suerte, ya que los cochinos le habían venteado. Pero decidió probar suerte de nuevo. Se bajó del vehículo para sentarse en la silla de ruedas y ocultó su cuerpo y parte del automóvil con una tela mimética.

A las 21:30 entró un cochino macho de unos 70 kilos y de escaso trofeo. Lo abatió de un certero disparo que acabó con su vida al instante. Como aún era muy temprano, decidió permanecer en el puesto disfrutando de la luz de la luna y de los ruidos del campo, pero ya sin esperanza alguna de abatir otro suido. A las 22 horas, cuando se hallaba ensimismado con los sonidos de la naturaleza, pudo oír cómo un animal se aproximaba al lugar en el que se encontraba oculto. Javier se vio sorprendido por la irrupción de un jabalí. Se precipitó en el primer disparo de su rifle semiautomático Winchester del calibre .300 WM, impactando la bala en las extremidades traseras del cochino. En su huida, pudo rectificar y apretó por segunda ocasión el gatillo. El suido se desplomó fulminado al penetrar la bala en el codillo.

Se trataba de otro macho de un peso similar, que tampoco portaba trofeo en su boca.

El cazador quiere agradecer a su pareja Lily que se haya hecho cazadora por él y que lo acompañe cada vez que su trabajo se lo permite.

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