Crónicas de caza

Consigue abatir estos dos macarenos en cuestión de un mes

El cazador todavía no da crédito por haber conseguido tales capturas en abierto y en tan poco tiempo.



Así es la historia de Luis Gentil, el cazador extremeño que en cuestión de un mes se hacía con dos grandes macarenos, uno de ellos medalla de bronce. Con el primero iniciaba la temporada de aguardos del periodo estival. Con el segundo de ellos se hacía con bastante mérito, ya que el lance tan certero tuvo lugar en un coto nuevo para él y que ni siquiera conocía.

Se abrió la veda

El primero de los cochinos abatidos lo conseguía el 21 de mayo en una localidad extremeña durante el primer fin de semana que contaba con permiso. Sí es cierto que tenía localizado al animal, grabado y pisteado, lo que le permitía saber que siempre iba acompañando a una hembra seguida de dos marranchones.

Así, el primer día a la espera del gran macareno, tan solo recibía la visita de la hembra acompañada de los dos jóvenes. De este modo se pasaba la primera noche de esperas, contemplando durante al menos dos horas cómo los animales se alimentaban en el comedero.

Buen comienzo

Tras una primera noche sin obtener resultados, el cazador ponía rumbo a su cebadero la noche siguiente, con la ilusión de dar con ese gran macareno que quitaría el sueño a cualquiera.

Entorno a las once y media de la noche, un jabalí se aproximaba a puesto, pero sin entrar al cebadero, estaba lejos y además nunca había entrado solo, por lo que Luis, no sabía con certeza si se trataba de lo que él buscaba o de la cochina.

Dejó pasar al animal tras estar viéndolo diez minutos hasta que se metió en el monte, lo que preocupó al cazador, pues pensaba que lo había perdido. Sin embargo, tras esto apareció de nuevo para dar la cara y demostrar que se trataba del gran jabalí que estaba esperando.

Así, aseguró el tiro sin que el animal entrase si quiera al comedero y se quedó con él en un lance perfecto.

Una segunda sorpresa

El segundo de los jabalíes fue abatido este lunes en un coto de Zamora, donde el cazador reside actualmente por motivos de trabajo, por lo que, a pesar de cazar allí, no conoce el coto como ocurría en la ocasión anterior.

En este caso, tratándose de Castilla y León, el cazador tenía a su disposición el permiso para cazar corzos, algo que en esta comunidad te permite también la caza del jabalí.

De este modo, tras varios intentos fracasados en la búsqueda del corzo, el cazador dio con una buena pisada de un cochino que no podía dejar escapar.

Con escasa luz

Teniendo en cuenta que este permiso no contemplaba la posibilidad de realizar esperas, el cazador, buscaba las primeras horas del día o en este caso apurando las últimas.

Llegado el día, esperó al jabalí próximo a una zona sembrada de sandías, donde había visto la gran huella.

Así, aparecía el animal y de otro certero disparo se pudo hacer con él. Corrió escasos metros, pero cuando fue a buscarlo ahí estaba con otro buen trofeo soñado por muchos esperistas.

 800
800

Impresionante trofeo el de esta jabalí cazado en espera.

Grandes trofeos

Uno de los jabalíes abatidos cuenta con 102 puntos, lo que le llevaba a ser medalla de bronce. El otro, según afirma el cazador, no es tan grande, pero asegura que a pesar de que no será homologado, está a escasos puntos de ser bronce.

No todos los días se consiguen dos jabalíes de estas dimensiones y características y mucho menos en un periodo de tiempo tan corto.

Así, Luis contaba a Club de Caza que jamás había tenido una racha de estas antes a pesar de haber abatido otros cochinos muy bonitos en ocasiones anteriores.

Méritos del cazador

A pesar de que la suerte acompañaba al cazador, este también tuvo que invertir parte de su tiempo para poder hacer una espera de forma correcta y con todo organizado.

«Es muy difícil hacer esto en sitios abiertos y en el caso de Zamora, además es un sitio totalmente desconocido donde llevo poco tiempo. Lances así me cuestan muchos días, viendo por donde pisaban, donde se frotaban, pista tras pista…» afirmaba.

Esta es la historia de un cazador, apasionado de las esperas desde pequeño y de familia cazadora. Para culminar, Luis añadía una anécdota que le ocurrió la primera vez que acudió a las esperas con cinco años y es que, dormido apoyado en las rodillas de su padre, ni se inmutó mientras su padre tiraba un cochino logrando hacerse con él.

Así son las cosas, las primeras veces se dormía en el puesto y ahora son las esperas lo que le quitan el sueño.

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