Cazadores a disparo limpio para erradicar miles de nidos de procesionarias del pino
Miembros de la Sociedad de Cazadores de Moralzarzal han acudido a la llamada del ayuntamiento de la localidad y han destruido con sus armas los nidos de las peligrosas orugas de procesionaria. Se cifra en un millón el número de ejemplares que han logrado eliminar.
Los socios de la Sociedad de Cazadores de Moralzarzal, municipio madrileño del mismo nombre situado en la sierra de Guadarrama, han vuelto a colaborar contra el peligro que cada primavera trae la procesionaria. Y no es la primera vez que realizan este tipo de tareas solidarias, como ocurrió en los años 2014 y 2015.
Durante el verano del año 2020 y los primeros meses del año 2021, al igual que ocurrió en esos años, se ha producido un notable incremento en el número de nidos de procesionarias, que pueden provocar graves afecciones a la masa arbórea.
Se han destruido 6.000 nidos
Ante tal hecho, el ayuntamiento de la localidad madrileña ha solicitado la colaboración de la Sociedad de Cazadores para realizar una intervención en la Ladera de Matarrubia y en el Cerro del Telégrafo con el fin de destruir unos 6.000 nidos de procesionaria.
Se ha recurrido a los cazadores debido a que la colocación de cajas-nido, la creación de refugios para pájaros y murciélagos, la retirada mecánica de nidos, la instalación de trampas o la utilización de tratamientos fitosanitarios no han dado los resultados esperados.
Un método tradicional de eliminación de los bolsones
El consistorio ha solicitado para tal fin los permisos oportunos a la Subdirección General de Espacios Protegidos de la Comunidad de Madrid, que ha autorizado la destrucción de los nidos por medio de disparos de las armas de los cazadores.
Este es un medio selectivo que permite destruir las bolsas de orugas sin utilizar productos químicos que puedan afectar a la masa arbórea y la fauna local.
Se han tomado las máximas medidas de seguridad por parte de la Policía Local y Protección Civil, que han acordonado la zona para evitar cualquier tipo de accidente.
Las batidas, realizadas durante los días 18, 20 y 25 de febrero, han sido un rotundo éxito, ya que se ha logrado eliminar más de un millón de orugas.
Un pueblo orgulloso de sus tradiciones
Los vecinos de la localidad madrileña de Moralzarzal fundaron su primera sociedad de cazadores en el año 1929, a la que bautizaron con el nombre de la Alegría Serrana. Años más tarde se creó la Sociedad de Cazadores de Moralzarzal, en 1971, que cuenta en la actualidad con 50 años de vida. Ejemplo de gestión cinegética en sus acotados, en los que los socios pueden cazar conejos, perdices y palomas junto a otras especies.
Año tras año, proveen al campo de bebederos y comederos artificiales con la intención de ayudar a las especies cinegéticas y no cinegéticas a combatir los duros y secos veranos de la sierra madrileña.
La procesionaria del pino
La procesionaria del pino es conocida en Cataluña y la Comunidad Valenciana como Cuc de pi, Cuca de pi en las Islas Baleares.
sírganos en Teruel, piñu-mozorro o piñu-beldar en el País Vasco o con el nombre de procesionaria do piñeiro, carroceiro o arrieiro en Galicia.
Es una especie de lepidóptero defoliador de la familia Thaumetopoeidae considerada como el insecto defoliador más importante de los pinares de España ya que se alimenta de todas las especies de los géneros Pinus, Cedrus y Abies. Se trata de una oruga de unos 4 centímetros de longitud recubierta de pelos urticantes llamados tricomas, en un número superior a 500.000 y de los que se desprenden en el caso de sentirse amenazadas.
Su apelativo de procesionaria lo debe a que, una vez salidas de los nidos, se desplazan por el suelo en fila India en torno a los meses de febrero y marzo. Es muy abundante en bosques de pinos de Europa del sur, Asia Menor, norte de África y América del sur.
Un problema para la salud pública
Esos pelos urticantes están impregnados de una toxina termolábil denominada Thaumatopina, y se desprenden de ellos en caso de sentirse amenazadas, teniendo estos la capacidad de flotar en el aire. Son capaces de ocasionar graves afecciones alérgicas e irritaciones en oídos, nariz y garganta.
En el caso de los perros, su ingestión puede causarles hasta la muerte de no ser debidamente tratados por un veterinario. El contacto de los pelos urticantes con el animal produce desde reacciones cutáneas locales más o menos graves, a lesiones en los ojos, en la piel, en los bronquios, anafilaxia severa y hasta necropsias en la lengua del perro.
