Cazadoras

Cazadora, le pese a quien le pese

Es hija de cazador, hija de cazadora y nieta de cazador. Su abuelo fue quien le metió el veneno de la caza en la sangre. De él aún conserva con orgullo el primer peluche que le regaló, un oso vestido de cazador que lleva siempre en su coche.


 cazadora gallega acoso animalista
cazadora gallega acoso animalista

A pesar del acoso sufrido en redes sociales por parte de animalistas y también de algunos profesores que le han impartido clases, esta cazadora ha seguido pregonando a los cuatro vientos su gran pasión por la venatoria.


Con el marido de su madre, Eusebio Fernández. La cochina que está delante pesó 107 kilos, la abatió el de un disparó y la remató Melissa.

Heredera de una dinastía de cazadores

Se trata de la cazadora gallega Melissa Novo, hija de Enrique y Mónica, ambos cazadores, a la que inició en la caza desde su infancia su abuelo, Enrique Novo. Melissa recuerda cómo la sentaba en su regazo y le ponía vídeos de caza en la televisión. A aquella niña pequeña le encantaba, y los prefería a los dibujos animados.


A la izquierda, aplazando con Sol y Chula en Peñas Altas. A la derecha, con Moro.

Enganchada a la caza desde el primer día

Recuerda con cariño el primer día que fue de caza junto a su padre Enrique, rehalero. Solo tenía 12 años. Quedó encantada de lo que sintió y vivió, convirtiéndose en la inseparable compañera de su progenitor.

El hecho de que Enrique tuviese que abandonar la rehala por una enfermedad y cazar en puesto no impidió a Mel continuar con su pasión por la caza con perros. Ella se basta para montear junto a su perro Moro, cruce de bruno de jura y azul de gascuña, y Tul, cruce de sabueso español y griffon.


Con su padre, Enrique Novo, y su Azul de Gascuña, Duna.

Pertenece a cuatro cuadrillas de caza

Actualmente caza junto a las cuadrillas de la Sociedad Deportiva San Caetano, la Cuadrilla Os Rebelde de Chavín de Viveiro, en la provincia de Lugo, la del Tecor Societario A Galgueira, de As Pontes de García Rodríguez, en la provincia de A Coruña y la del Tecor Societario A Carballa, en la cuadrilla de Orol, situado en Lugo.


Con su madre, Mónica Alvariño.

Su sueño es heredar la escopeta de su abuelo

Mel, apasionada a la caza con perros a pesar de no practicar la modalidad de puesto, actualmente se encuentra en plenos trámites para la obtención del permiso de armas. Su intención únicamente es la de heredar las escopetas de su abuelo, del que habla con cariño y orgullo.


Con su Beagle, Sol.

Su perro salvó la vida de su padrastro

En la caza, a pesar de su corta edad, ha vivido duros momentos, como fue el día de la pérdida de su primer perro de caza, Sol, de raza beagle, que pereció al caer por un terraplén de más de seis metros de altura cuando perseguía a un jabalí junto a la actual pareja de su madre Eusebio Fernández. EL perro le salvó la vida al quedar bajo él y protegerle del impacto contra el suelo.


Peluche cazador de esta gallega apasionada por la caza.

También nos habla de un encuentro con los lobos el pasado mes noviembre. Temió por su vida cuando, en una cacería en la soledad del monte, se vio rodeada por los lobos:

-«Estaba cazando junto a mis perros por una pista forestal buscando huellas y rastros que delataran la presencia de jabalíes cuando noté un comportamiento extraño por parte de los canes, que se resistían a seguir avanzando. Me aventuré en el interior de la espesura para ver qué les causaba ese miedo. Tras avanzar unos metros me di cuenta de que se trataba de una manada de lobos que nos estaban acechando.

Sujeté a los perros, que estaban asustados y literalmente bajo mis piernas, para volver sobre mis pasos avisando a los compañeros por la emisora de lo ocurrido. Mi madre, Mónica, que se encontraba entre los cazadores, me dijo aterrada que me alejara de allí viniendo. Vino a gran velocidad con su coche para recogerme a mí y a los perros».

Un cochino de más de 100 kilos

No todos van a ser malos momentos. Mel recuerda con orgullo el lance que le hizo abatir el mayor cochino de su vida, de 107 kilos el 17 de enero del año 2020. El jabalí le brindó la oportunidad de entrar al remate, después de que resultara herido por uno de los postores y fuera rastreado por sus perros.

Acoso animalista y por parte de una profesora

Mel, como muchas otras compañeras cazadoras, ha sido víctima de acoso y amenazas por parte de colectivos animalistas. Pero, lo más grave es que en su caso ese acoso ha llegado hasta de docentes que le han impartido clases.

Ha sido insultada y vejada en redes sociales, tildándola de asesina y llegando a desearle la muerte.

Han logrado cerrarle varios perfiles de Facebook

Los animalistas, en una campaña orquestada contra su persona, han logrado en varias ocasiones, a base de denuncias masivas, cerrarle su perfil personal de Facebook, hecho que no la ha amilanado para seguir mostrando públicamente su condición de cazadora. Hace pocas fechas ha creado un nuevo perfil, y ha tomado la opción de no publicar fotos de capturas para intentar mitigar este acoso.

Su vocación de sanitaria y la caza

Mel, sanitaria de profesión, recuerda con tristeza cómo en un ciclo formativo de atención socio sanitaria una profesora, públicamente y delante de todos sus compañeros de clase, al enterarse de su condición de cazadora le dijo que cómo pretendía cuidar de las personas cuando se dedicaba a maltratar a los animales. Este hecho le hizo plantearse abandonar el curso.

Cuando ingresó en la facultad intentó ocultar su condición de cazadora, temiendo que le ocurriera otra vez lo mismo, pero, por suerte, a pesar de que sus compañeros de clase se enteraron de ello, no tuvo problema alguno con ellos ni con el profesorado.

La caza, actividad integradora

Mel es un ejemplo más de la integración total de la mujer en el mundo de la caza, actividad que no entiende de sexos, razas, ideologías o credos, que sólo entiende de tolerancia y respeto por los demás. Algo de lo que adolecen los colectivos animalistas.

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