Cádiz

Un joven rehalero homenajea al perro que hizo posible la caza de un gran jabalí

El sueño de un joven rehalero era poder ayudar a sus perros en un agarre ante un gran macareno. Por eso formó una la rehala, y Club de Caza te cuenta como lo logró.


 rehala caza gran jabalí
rehala caza gran jabalí

El gran jabalí subió la aguja de la báscula hasta más allá de los 140 kilos. Tenía unos colmillos que asomaban 12 centímetros por fuera. Pero sus perros no se acobardaron, al contrario, demostraron un valor sin límite.

Una montería en abierto

La montería en la que se abatió el espectacular cochino, junto a otros 31 ejemplares más de menor porte, se celebró hace unas semanas en la finca La Esparragosilla, situada en el término gaditano de Ubrique, en pleno corazón de la Sierra de Cádiz.

En la mancha de monte bajo de zarzas, lentiscos y aulagas, se colocaron 30 posturas que cerraron la zona. Para batirla se contrató a siete rehalas. Entre ellas, la del joven barreño José Gómez Muñoz, uno de los propietarios de las dos Rehalas Gómez.

En la mancha había un gran macareno

Antes de la suelta de los perros, uno de los gestores de la finca comentó a los rehaleros que había sido visto en las grabaciones de las cámaras nocturnas un enorme macho que superaba con creces los 100 kilos de peso. Y lo habían visto en la zona que le tocó cazar a José y a su rehala.

A las 11 de la mañana, una vez colocadas todas las posturas, se produjo la suelta de los perros. La de José está formada por paterninos, grifones, american staffordshire terrier y american pitbull terrier.

Una ladra lejana

 joven rehalero
joven rehalero

A las 11:45 horas se produjo una ladra lejana en la espesura del monte. José no dudó que se trataba de uno de sus perros punteros. Concretamente, enseguida supo que era Lunares, un paternero, que seguía el rastro de una pieza.

Junto a su rehala, se dirigió hacia la zona de la ladra, que se encontraba a más de 500 metros de su posición, pero no lograba acercarse al lugar donde sonaban los latidos de Lunares, ya que la pieza seguía avanzando a pesar de que en tres ocasiones logró detener al animal en su solitario acoso.

Podría tratarse del solitario

Este hecho hizo pensar al rehalero que se trataba de un gran cochino, quizás el que había sido visto en los últimos días, ya que cada cierta distancia se paraba para plantar cara al perro. Eso lo suelen hacer los grandes cochinos, conscientes de su fuerza, para tratar de alejar a los perros que se atreven a acercarse o seguirlos. Pero el jabalí encontró a un gran oponente en Lunares, un perro valiente e incansable.

El astuto animal no quiso entrar a las posturas

En la segunda ocasión que logró que se detuviera, al encontrarse a menor distancia del solitario, los perros de la rehala oyeron la ladra de su compañero. En ese instante, acudieron en su ayuda. Esto hizo que el cochino huyera en dirección a una de las armadas de cazadores.

Pero, una vez más, el animal dio muestras de que era experto. El puesto dominaba una raya desbrozada que corta el monte como prevención del avance de los incendios. Pero el macareno no quiso cruzar. Llegó al límite y volvió sobre sus pasos hacia el lugar donde fue levantado de su encame.

Una trepidante carrera

Se produjo una espectacular ladra de los perros. El rehalero corrió hacia el escándalo, conocedor del peligro que representa un animal de estas características para los integrantes de la rehala. Llegar a tiempo puede convertirse en algo crucial.

Se produce el agarre

Finalmente, se produjo el agarre por parte de Odín, un macho de american staffordshire terrier, y Arena, hembra de american pitbull terrier, junto a otros perros de la rehala, entre ellos Lunares. El animal vendió bien cara su derrota. Demostró una temible fiereza, apoyada por los 140 kilos que pesaba y por una formidable boca, con larguísimos colmillos que están pendientes de ser homologados.

Pero la temeridad de este perro le llevó a que, en el momento en el que José fue a entrar al remate y a pesar de estar sujeto por los perros de agarre, el gran jabalí mordió a Lunares en la zona inguinal, produciéndole una herida de gravedad.

Un fatal desenlace

Pese a los cuidados de urgencia por parte del rehalero y ser trasladado a un centro veterinario donde estuvo hospitalizado durante siete días, desgraciadamente el paternero que hizo posible el abatimiento de este gran jabalí falleció debido a las heridas causadas por el suido. EL rehalero no ha podido superarlo desde entonces, y lleva a su perro siempre en la memoria y en el corazón.

Más información

Rehalas Gómez, teléfonos 625 73 93 50 y 663 98 65 16

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