Miles de palomas baten sus alas, la mejor música para un palomero. Muchas de ellas van posándose en la siembra a poca distancia del lugar desde el que se han tomado las imágenes, una caseta probablemente para guardar los aperos de labranza en la que hay aparcados varios vehículos, mientras gran parte del grueso del bando sobrevuela una arboleda cercana.
Apenas vemos lo que hay tras el bando
Parece no importarles la presencia humana, y pasan frente a la cámara sin permitir ver qué hay detrás de tanta paloma.
El ingente bando produce un sonido muy característico cuando las palomas baten sus alas.
Con imágenes como estas se demuestra la cada vez más necesaria declaración de la caza como actividad esencial.