Un cazador graba a una jabalina amamantando a su prole en una espera nocturna
Córdoba

Un cazador graba a una jabalina amamantando a su prole en una espera nocturna

El cazador cordobés acostumbrado a abatir jabalíes armados con unas impresionantes navajas define la experiencia que ha vivido como el


Las palabras de este cazador desmontan las mentiras de aquellos colectivos que tratan de desacreditar la práctica de la actividad cinegética y estigmatizar a los cazadores. Un cazador no mide el éxito de una jornada de caza en función del tamaño o el número de piezas abatidas, para los cazadores lo más importante son las experiencias vividas en el campo.

Heredado de una dinastía de cazadores de jabalíes

José Antonio Ruiz Higuera, esperista cordobés con más de dos décadas de experiencia en el aguardo de cochinos, vivió a principios de semana una experiencia que difícilmente podrá olvidar en el trascurso de una espera en una finca del municipio de Villanueva de Córdoba. El cazador cordobés es un apasionado de la caza del jabalí a la espera. José Antonio ha heredado la pasión cinegética de su padre. Este le inculcó desde muy pequeño los valores intrínsecos de la actividad cinegética y el respeto al medio ambiente y a la fauna silvestre.

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Con tan solo 18 años comenzó a realizar esperas al jabalí junto a su maestro en la caza y en la vida, su padre. Pese a haber abatido el cazador a lo largo de su trayectoria cinegética más de dos decenas de cochinos con notables bocas no puede evitar emocionarse al contar la experiencia que vivió hace escasas fechas durante un espera.

Una jabalina visita junto a 8 crías el lugar de aguardo del cazador

Como cada tarde que sus compromisos laborales se lo permiten José Antonio se dispuso a hacer una espera al jabalí en uno de los puntos de alimento para la fauna silvestre que hay ubicado en el coto que gestiona junto a un compañero. Nada más situarse en el apostadero un rayón solitario irrumpió en el claro de monte en la que estaba situado el cazador. Al cordobés le extrañó que no fuese acompañado de sus hermanos o su madre. Transcurridos unos segundos apareció la jabalina junto a siete crías más.

En un primer momento la cochina se mostró reticente a entrar en plaza. La hembra alzaba su hocico para intentar recibir alguna emanación que le advirtiera de la presencia de algún potencial depredador en la zona. La mayoría de los rayones ajenos al peligro se aproximaron al punto de alimento mientras que alguno de sus hermanos trataba de mamar de su madre a pesar de que esta aún permanecía en el filo del monte. En el instante que la cochina se decidió a alimentarse del grano existente en el cebadero otros ejemplares se sumaron a sus hermanos de camada para alimentarse de la leche materna. Estas preciosas imágenes pudieron ser grabadas gracias a un monocular nocturno de la marca Sytong.

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