Colirrojo Tizón
Las aves de España

Colirrojo Tizón


Procedente originalmente de las montañas, el Colirrojo Tizón descendió hace ya mucho tiempo a la llanura donde los hombres elevaban edificios de piedra, fuertes castillos, catedrales o construcciones que le recordaron lo suficiente sus roquedos natales. Un trino agrio que parece salir de entre las piedras, y el brillo de una cola rojiza que se oculta cuando alguien se acerca, es con frecuencia todo lo que puede saberse del Colirrojo Tizón. Es un pájaro terrestre, que brinca ágilmente entre las piedras, buscando pequeños insectos. Guando le acecha cualquier peligro se transforma de repente en una bola colérica, que agita la cola con nerviosas sacudidas. El Colirrojo Tizón es muy individualista, e incluso en sus terrenos invernales manifiesta mucha intolerancia hacia sus congéneres, a los que aleja de sus dominios. En primavera el apareamiento está precedido de danzas. Sus reclamos son un corto «tsip» y un «tacc-tacc» de alarma. El canto, un trino en staccato, que emite normalmente desde un posadero elevado, un acantilado o un edificio. Parece que cantan para defender su territorio, incluso cuando no se reproducen.

Familia:Muscicápidas
Nombre cientifico:Phoenicurus ochruros
Orden:Passeriformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:14
Habitat:Islotes rocosos y acantilados marinos
Identificación:Macho en verano principalmente negro y en invierno gris negruzco, siempre con manchas alares blancas; hembra pardo grisácea; ambos sexos tienen obispillo y cola rojizos.
Nidificación:La hembra construye nido de hierba, musgo y raíces en roquedos o en grietas de edificios, a veces bajo una viga o en cajas anideras. Pone, de abril a julio, generalmente de 4 a 6 huevos blanco brillante; la incubación dura de 12 a 13 días y la realiza sólo la hembra; los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido después de 16 a 18 días; dos crías, a menudo tres.
Alimentación:Principalmente insectos; también arácnidos y ciempiés; a veces bayas.

La combinación de rojizo y negro en el plumaje del macho de Colirrojo tizón Phoenicurus ochruros lo identifican inmediatamente cuando su agradable e insistente canto nos obliga a dirigir la mirada hacia el tejado de una casa en cualquier pueblo o ciudad del norte Ibérico. Aquí es realmente abundante, pero no falta en otros muchos lugares de la Península y parece ser especie en franca expansión. En plumaje primaveral, los machos adultos tienen fa cabeza, nuca, plumas escapulares y cobertoras alares de color gris pizarra, que se extiende por la espalda y que de lejos parece completamente negro. El obispillo y las rectrices de la cola, excepto la pareja central, son de color rojizo. Las alas son pardo negruzcas y las plumas secundarias tienen bordes blancos de forma que, cuando el Colirrojo está posado, muestra claramente unas manchas blancas, a menudo difusas, en los costados que varían mucho de unos pájaros a otros y también con la época del año. La frente, lados de la cabeza, garganta, cuello y pecho son negros; los flancos tienen un matiz grisáceo y en muchos hay un tinte parduzco; el centro del vientre es blanco grisáceo y las plumas infracobertoras de la cola son anaranjadas. Estos caracteres solamente se aprecian en detalle teniendo el pájaro en la mano. Normalmente y a la distancia que se puede observar, solamente se aprecia su coloración negra, la cola rojiza con centro marrón negruzco que agita constantemente y el tono blanquecino variable de las plegadas alas.

Las hembras adultas tienen las partes superiores, desde la cabeza a la espalda, de color pardo grisáceo con el obispillo en su parte inferior y la cola rojizos, pero algo más apagado que en los machos, aunque no siempre, y se ven hembras con tono rojo en la cola más brillante que el de algunos machos. La pareja central de rectrices es de color pardo, más clara que en los machos. Las partes inferiores son grises manchadas de pardo y el vientre es blancuzco; las infracobertoras de la cola tienen un matiz anaranjado pálido.

El macho tiene el pico, los tarsos y los pies de color negro; el iris es pardo negruzco. Las hembras poseen estos miembros de color pardo. En los primeros días del verano, antes de la muda y también en plena primavera, el desgaste del plumaje hace parecer a éste como mucho más oscuro. Los bordes claros de muchas plumas desaparecen. De este modo el color blanco difuso que se aprecia en las alas resulta muy variable en intensidad y extensión de unos a otros colirrojos.

Phoenicurus ochruros es pájaro de acantilados marinos, roquedos, playas rocosas y cortados de montaña a todos los niveles. Así se observa en los Pirineos y en la Cordillera Cantábrica, donde parece ser la especie más abundante, estando presente en todos los sitios. También y desde hace muchos años, es habitual en el interior de pueblos y ciudades e incluso en construcciones viejas de piedra, castillos y torreones, murallas y ruinas aisladas en el campo, en el interior de las ciudades o en cerros. Los grandes edificios de piedra, iglesias sobre todo, le atraen especialmente. Tejados, terrazas, torres y grandes chimeneas de fabricas, así como canteras abandonadas. En el otoño a partir de octubre y durante el invierno no es raro observarlo, especialmente a las hembras, en huertos de frutales y cultivos próximos a las ciudades y pueblos, en jardines, viñedos, pastos con rocas dispersas, playas, dunas, diques, malecones de puertos marítimos y por supuesto en su hábitat de primavera, subiendo y bajando por los acantilados y las lastras al pie de faros y vertederos costeros.

Con actitudes típicas de Colirrojo, se posa siempre al descubierto en postura erguida y vigilante, moviendo la cola continuamente de forma imperceptible pero rápida y si está alarmado más notoriamente. Con grandes ojos mira casi siempre hacia el suelo, donde se posa a menudo para capturar un insecto o alguna otra cosa que no apreciamos. Corre saltando por el suelo o sobre un muro o alero con rapidez tal que recuerda más a una Lavandera, pero también se mueve a cortos saltos. Su posadero favorito son las rocas, las repisas y los muros de piedra. Menos veces en postes y alambres del tendido eléctrico. Puede permanecer varios minutos inmóvil sobre una almena o el borde de un tejado o tenaza, en una antena de la TV o en un pararrayos desde donde canta continuamente sin que muchas personas acierten a descubrir este pequeño pájaro que se confunde fácilmente con el color del posadero. En el otoño si se posa en las ramas de los árboles lo hace a muy baja altura. Es realmente entonces un pájaro terrestre. Vuela bien y rápidamente, con potencia, persiguiendo insectos voladores. Se cierne y aletea al lado de una pared vertical donde recoge alguna larva.

Canta muy agradablemente con un gorjeo rápido y musical terminado en un trinar metálico que Tucker (1940) compara al sonido producido al golpear unas con otras pequeñas bolas metálicas. Se encuentra una gran variación individual en el canto de este pájaro y también según la estación en que lo emite, de forma que es difícil dar siquiera una somera idea de él. Se escucha en todos los meses del año y en días soleados de invierno con tanta fuerza e intensidad como en el mes de mayo. Algunas veces es rico y lleno de musicalidad. Quizá el observador se siente impresionado cuando lo escucha en el centro de una ciudad o en una instalación industrial. Cada estrofa no sobrepasa los 3-4 segundos y con mucha frecuencia el pájaro puede estar cantando una hora seguida desde un mismo posadero. Su canto nos suena como lejano y tímido. Al principio parece pobre en notas, pero si se tiene la suerte de escucharlo de cerca, hay en él una gran riqueza melódica que sorprende también por la variedad de las notas emitidas.

La nota habitual de llamada es un breve y lastimero ¡¡tchip!! o ¡¡tsib!!, más corto y de menos alcance que el similar del Colirrojo real. Muy a menudo une esta corta llamada con notas de alarma ¡¡teck-teck!!

La dieta alimenticia es insectívora en su mayor parte, especialmente de pequeños coleópteros, dípteros, himenópteros y lepidópteros y sus larvas. Los comunes ciempiés y milpiés son una de las presas más corrientemente vistas cuando acuden a cebar a los pollos. No puede ofrecer duda que los colirrojos que se ven picoteando en la arena junto a la orilla en las playas comen una buena cantidad de minúsculos crustáceos. A partir de las últimas semanas del verano y en otoño e invierno se ven comer bayas y frutos silvestres. Come con preferencia en el suelo entre la tierra removida. En acantilados revolotea al borde de repisas, pero baja al pie de ellos para capturar las presas. En terrazas y tejados frecuenta las zonas soleadas donde abundan los dípteros.

El celo y sus manifestaciones son muy notorios en este pájaro. El Colirrojo tizón canta mucho y la intensidad de su voz y la frecuencia va en aumento conforme la primavera avanza. MacWilliam (1948) considera que el Colirrojo tizón es una especie que ha desarrollado todavía muy poco el sentido territorial. Puntualiza que el número de machos solitarios cantando que cada primavera son observados puede ser debido a cierta clara desigualdad en el número de machos y hembras, pero esta situación pudiera también ser explicada, opina MacWilliam, por la dificultad existente para que macho y hembra se encuentren en una nueva área. Esta teoría parece fantástica a la luz de los conocimientos de que disponemos los ornitólogos españoles, sobre todo en el norte de Iberia donde este pájaro es tan abundante. Pero no lo sería tanto considerando una escasa y dispersa población de colirrojos. Como sucede en las Islas Británicas. Es interesante a este respecto traer aquí un brevísimo resumen de los trabajos de Fitter (1976). En 1967 se comprobó allí la reproducción de 19 parejas solamente; seis más no se pudo demostrar que hubiesen criado y 7 machos cantaron incesantemente sin que ninguna hembra llegara a su territorio. El aumento fue progresivo con altibajos hasta 1973. En este año, 63 parejas criaron en todo el país británico; cinco más no se pudo comprobar si se reprodujeron y 22 machos no fueron capaces de atraer a su territorio a ninguna hembra. Para el lector no avezado a estos trabajos ornitológicos de los ingleses, puede parecer extraño e increíble con cuánta minuciosidad se llevan en aquellas islas estas cifras y recuentos. Sobre todo si consideramos que toda la población británica de colirrojos tizones no supera la que hay, por ejemplo, en Guipúzcoa en el corto trecho costero que va desde la villa de Zumaya hasta la de Zarauz (10 Km) o en un solo pueblo asturiano como Ribadesella. Lo que es indudable y resulta fácil de observar es que Phoenicurus ochruros es especie en expansión en toda Europa. Lógicamente a Iberia también afecta este aumento en la densidad de colirrojos. Bannerman (1954) ya estimaba hace más de 20 años que este pájaro se expandía hacia el norte y oeste del Continente y que en las Islas Británicas puede llegar a haber una considerable población sedentaria. Por el momento la mayor concentración se produce allí en los grandes edificios de las instalaciones industriales y en más de una docena de centrales térmicas (incluidas las termonucleares) hay parejas de Phoenicurus reproduciéndose en la primavera. Una situación similar se produce en el norte de España.

Los nidos suelen estar situados muy a menudo en el interior de edificios, en desvanes o entre las vigas de grandes almacenes, en aleros bajo las tejas, en grietas de muros, agujeros de paredes, huecos, repisas en cortados rocosos y acantilados, casetas de viejas y abandonadas instalaciones de extracción de piedra, interior de minas, vagonetas abandonadas, cobertizos, etc. En el interior de lámparas de iglesias, en campanas fuera de uso, en la maquinaria de un viejo reloj de torre y en el trasaltar de una Iglesia. Es curiosa esta preferencia por lugares sagrados. Elósegui encontró en mayo de 1966 un nido con cinco pollos en el soporte de la imagen de San Martín, dentro de la capilla de Igaratza en la Sierra de Aralar. El nido es realmente somero y lo construye la hembra sola. Está formado por una base de hierba seca y hojas secas de geranios en las ciudades y musgo en acantilados y rocas. Normalmente domina la hierba seca y el interior está recubierto de pelos, borra de polvo y plumas. Los descubiertos en agujeros de árboles, pocos, tenían mucho musgo y plumas. También se encuentra algo de lana incluso en los que se descubren en los tejados. La mayor parte de los nidos están terminados antes del 20 de abril y la primera puesta empieza pocos días más tarde. Ocasionalmente se ven algunas a primeros de abril y no hay pocas en la última semana de marzo si el tiempo es bueno y soleado. Guardan una gran fidelidad al lugar donde anidan y la misma, u otra pareja, vuelven a él cada año invariablemente e incluso allí realizan dos crías, aunque no en el mismo nido. La puesta normal es de 4-6 huevos. Muy a menudo 5. El color de los huevos es blanco brillante y pocas veces los hay punteados. El promedio de 100 colectados por Jourdain y Rey da 19,44x 14,37 mm. con un máximo de 20,6 x 16,4 mm. y un mínimo de 17,2 x 13,3 mm. D`Almeida en 18 recogidos en el norte de Portugal obtuvo un promedio de 20,4 x 14,9 mm, con extremos de 19,3 a 21,4 x 14,2 a 15,2 mm.La incubación es efectuada sólo por la hembra durante 13 días (Harrison, 12-16 días; Jourdain, 12-13 días; Verheyen, 13 días). Los pollos son alimentados por ambos adultos con insectos y orugas. Al nacer tienen plumón en la cabeza y la espalda bastante largo y abundante de color gris oscuro. El interior de la boca es amarillo brillante y no hay puntos oscuros en la lengua. Permanecen en el nido durante un período muy variable entre 12 días si son molestados y 18-20 si llueve y los padres ceban a intervalos muy largos. Niethammer da un período de 12-17 días, dejando el nido sin estar completamente emplumados. Dos crías en la temporada son normales. Alguna vez he comprobado tres. Los jóvenes son incapaces de volar bien antes de haber cumplido 32-35 días.

El Colirrojo tizón tiene una amplia distribución desde el noroeste de Africa hasta Mongolia a través de Iberia, Francia, sur de Inglaterra, sur de Escandinavia (local y escaso), Europa continental y mediterránea y por el sur de Rusia hasta Asia Menor y Central. En la Península Ibérica abunda en el Norte a todos los niveles, desde acantilados marinos y playas hasta las más altas cotas de las cordilleras Cantábrica y Pirenaica. En el centro es local en pueblos, ciudades, roquedos aislados y ruinas. Más numeroso en montañas, sobre todo en la mitad meridional y Levante. No se reproduce en Baleares.

La población nativa ibérica es sedentaria y probablemente sujeta a trashumancia invernal que afectaría sobre todo a los jóvenes. A la vez recibimos una gran cantidad de colirrojos extrapirenaicos que vienen a invernar en nuestros campos y costas y que producen una alta densidad desde octubre a marzo fácilmente apreciable por el observador. Consecuencia de ella son las capturas que anualmente se producen de anillados. El movimiento de migrantes en toda Europa es acusado y aunque parece ser sólo parcial en el centro del Continente, no existe duda de que los colirrojos del Báltico y norte de Alemania se mueven hacia el Sur en número considerable (Bannerman, 1954). Pájaros anillados en el último país se han recuperado en puntos tan distantes como Córdoba, Málaga, Sevilla, Mallorca, Melilla y Argelia, la mayoría de octubre a diciembre. En la práctica ha habido capturas de anillados en diversos países de Europa en todas las regiones españolas y en Portugal. Enumerarlas sería superar las posibilidades de este breve trabajo. El paso otoñal es, por consiguiente, notorio en la mayor parte de Iberia. No así el primaveral. Los colirrojos abandonan sus cuarteles de invierno a partir de febrero. Muchos que habían descendido de las montañas y regresan a ellas, enmascaran un poco la migración al no hacerlo antes de abril. Las parejas nativas quedan solas en marzo.

La invernada en el norte de Africa es también muy notoria y las poblaciones locales, sobre todo las costeras del Atlántico, se incrementan mucho, no sólo con colirrojos europeos, sino con los que descienden de las montañas del sur de Marruecos. Algunos atraviesan el Sahara Occidental hacia el Sur y las observaciones son cada año más frecuentes en zonas tan meridionales como Atar (Mauritania). Las poblaciones de Europa Oriental invernan en el Sudán y Etiopía.

En Portugal, Talt considera que su distribución es muy amplia desde Norte a Sur y desde la costa hasta las montañas interiores. Siguiendo la línea de expansión que antes comentaba, ha colonizado las islas Berlengas (frente a la costa de Cabo Carvoeiro) que es ahora su límite más occidental en Europa.

Vaurie (1959) separa para Iberia dos razas. Phoenicurus ochruros gibraltariensi que ocuparía el área de cría en Europa hasta Polonia y sudoeste de Rusia por el Este el sur de Inglaterra y norte de España por el Oeste, siendo reemplazada en Portugal centro y sur de España por Phoenicuru ochruros aterrinus, similar a gibraltariensis, pero los machos mucho más negros por encima y debajo en contraste con los de la otra raza considerablemente más grises.

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