Lechuza Común
Las aves de España

Lechuza Común


La fantasmagórica figura de la Lechuza Común parece blanca cuando se la sorprende de noche con los faros de un coche; pero hacia el final del invierno, al escasear tanto el alimento que el ave se ve forzada a cazar durante el día, puede verse su verdadera coloración: pardo dorada con partes inferiores blancas. Mientras caza la Lechuza no depende sólo de la vista. Por medio de diversos experimentos se ha demostrado que por su sentido del oído puede localizar a su presa en la más completa oscuridad. Las poblaciones de estas aves son muy fluctuantes en número, principalmente en países de clima continental, donde los inviernos muy duros reducen a veces drásticamente la cantidad de Lechuzas Comunes. La gran capacidad reproductora del ave hace que pueda recuperarse con relativa rapidez, aunque en muchos lugares se advierte una progresiva disminución, posiblemente debida a la desaparición de viejos edificios donde pueda criar. No construye nido, sino que pone los huevos en un montón de «pelotas» que devuelve, hechas con los restos no digeridos de sus presas: pelos, plumas y huesos.

Familia:Titónidas
Nombre cientifico:Tyto alba
Orden:Strigiformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:34
Habitat:Ciudades y pueblos
Identificación:Pardo dorado claro con cara y partes inferiores blancas; hembra ligeramente más grisácea.
Nidificación:Nido sin material; huevos puestos sobre egagrópilas; los nichos incluyen viejos graneros, edificios ruinosos, torres de iglesia, árboles huecos, frentes de canteras, haces de cereal y cajas anideras; puestas datadas en todos los meses excepto enero, aunque el periodo principal es de abril a mayo; pone, de 4 a 6 huevos blancos; incubación, alrededor de 33 días, sólo por la hembra; los pollos, son alimentados por ambos padres.
Alimentación:Ratones, topillos, ratas comunes, topos; pequeñas aves; escarabajos, polillas; ranas; a veces murciélagos y peces.

No hay duda que la Luchuza común Tyto alba es uno de los más espectaculares y a la vez extraños pájaros de la avifauna europea al que no se puede regatear una gran belleza de plumaje, pero cuyas costumbres crepusculares y silencioso vuelo han rodeado siempre de cierto misterio.

Existen varias razas de lechuzas comunes, de las que dos pueden ser observadas en la Península Ibérica. Una, alba, que se reproduce aquí, y otra, guttata, que llega en invierno procedente del Norte.

La subespecie típica Tyto alba alba es bien conocida y no necesita mucha descripción. Su espalda y el dorso de las alas tienen color pardo dorado manchadas de gris con puntos en forma de lágrimas, distribuidos profusamente. La cabeza, muy grande y desproporcionada para el tamaño del cuerpo, tiene color amarillo dorado con un tinte gris en la parte superior y está moteada con puntos menudos oscuros. El disco facial en forma de corazón está enmarcado en los bordes inferiores por una línea de plumas cortas pardo doradas como las del dorso. Los grandes ojos negros situados en un mismo plano, tinen una mancha ocrácea rodeándolos, que es más extensa y oscura en el lagrimal. Las partes inferiores, garganta, pecho y vientre son blanco puro, aunque son frecuentes las variaciones individuales en el sentido de que aquéllas están teñidas de pardo dorado o son totalmente blancas. La gran mayoría de los machos son blancos por debajo con sólo unos imperceptibles puntos oscuros. Sin embargo, las hembras, también en general con partes inferiores blancas, tienen éstas más a menudo que los machos teñidas de pardo y están usualmente más marcadas con abundantes y mayores puntos. Las patas están parcialmente emplumadas y tienen los dedos cubiertos con cerdas blanquecinas que con frecuencia no conservan este color y dan la impresión de suciedad

Cuando se la ve en vuelo su apariencia es de un pájaro totalmente blanco con las alas anchas y redondeadas, aunque éstas tienen ligeras rayas oscuras onduladas. El pico es blanco, fuerte y curvado y casi siempre está oculto entre el plumón del disco facial.

La raza del norte de Europa Tyto alba guttata, tiene una apariencia general más oscura, con más zonas grises sobre las alas y espalda, el disco facial es casi siempre amarillo parduzco u ocráceo y el pecho y vientre son pardo amarillento con puntos gruesos y abundantes.

En los países europeos donde estas dos subespecies se sobreponen, crían entre si y el resultado produce una gran variedad de plumajes intermedios entre la típica raza blanca alba y la más oscura guttata. Sin embargo, las variaciones individuales aun dentro de lechuzas que se reproducen en plena zona de alba son también notables. En el norte de Iberia no sólo los machos tienen el pecho pardo y moteado, sino muchas hembras, y existen también algunas lechuzas con la cara oscura, lo que no las hace muy diferentes de las que se ven aquí en el invierno y que se clasifican como pertenecientes a guttata.

La Lechuza común, que está muy extendida por todas las regiones de la Península Ibérica, ocupa muy variados biotopos. Sobre todo en zonas habitadas por el hombre, pueblos y ciudades, donde vive en desvanes, viejos edificios, torres de castillos e iglesias y en el entramado de los tejados de grandes almacenes, a condición de que exista una suficiente penumbra. En las aldeas y casas de campo aisladas, pajares y en cualquier construcción donde ella observe persistentemente abierta una ventana o agujero; además, en pequeños bosques con árboles viejos o secos y roquedos de montaña con cuevas, grietas o entrantes profundos. Es ave de campiña que caza sus presas, en general, volando en campo abierto y más a menudo siguiendo el lindero de los bosques y setos o matorrales altos. Normalmente se la ve en el crepúsculo y es muy oída de noche. También puede ser sorprendida en plena luz del día, aunque a menudo y si hay sol, permanece posada en la rama de un árbol frondoso con los ojos cerrados o semicerrados y como somnolienta. En ocasiones permite que el observador se acerque a corta distancia, sobre todo en el invierno, en que abundan las «lechuzas tontas» que con bastante frecuencia se dejan coger. Casas y construcciones e incluso árboles aislados en el centro de un extenso campo o tierra cultivada, son lugares favoritos como posadero nocturno. También en cuevas de acantilados de montaña y en grietas donde las lechuzas se cobijan o posan, las egagropilas se amontonan, y las que están en contacto con los agentes atmosféricos, sobre todo la lluvia, se desintegran cubriendo el suelo incalculable número de restos óseos de micromamíferos y otros pequeños animales.

La lechuza común posee un repertorio de sonidos tan variados que no es posible expresarlos en letras. Los silbidos, siseos y la mezcla de notas ásperas y agudas son tan abundantes y matizados, que se requiere un gran sentido de la captación y creo que se resisten a cualquier descripción. Además siempre que en zonas donde el Cárabo Strix aluco es abundante, imita muy bien algunas de sus voces, tanto que, para un oído no experimentado, puede ocasionar confusión. En las primeras horas de la noche produce continuos chasquidos con el pico, sonidos que suele emitir cuando está excitada y a menudo más específicamente usa estos chasquidos acompañados de silbidos o siseos para intimidar a algún intruso. Ha habido siempre entre los ornitólogos considerable controversia sobre si este sonido era en realidad producido por el pico, la lengua o simplemente se trataba de una emisión vocal más. Bunn (1974) ha realizado un estudio sin precedentes sobre las voces de la Lechuza común, y sobre este chasquido dice que está precedido por una proyección hacia afuera de la lengua y que se oye cuando ésta se recoge y el pico se cierra. Las observaciones sobre las jóvenes lechuzas en el nido, que son más fáciles de vigilar de cerca y que también producen este chasquido, sugieren que el pico es demasiado débil para que al cerrarse produzca este sonido. Extrañamente la lengua es proyectada fuera usualmente de forma alternada, primero por un lado del pico y después por el otro. Pero, la voz más común de la Lechuza es un prolongado y agudo grito seguido de ronquidos y gruñidos emitidos en tono más bajo. También en el nido, al entregar el macho a la hembra las presas, se escuchan sonidos que no pueden ser reproducidos con facilidad. Su conocido silbido prolongado y emitido en tono muy alto es señal de defensa o sirve para intimidar a otras lechuzas. Curiosamente, en zonas del campo norteño se interpreta como aviso de una próxima muerte y se conoce más de un caso en que los vecinos de una casa asustados por el continuo siseo de las lechuzas acabaron por matarlas a tiros.

El invierno es la mejor estación para poder observara. las lechuzas en el campo. Cuando permanecen posadas y al aproximarnos se mantienen en actitud erguida, pero como encogidas de hombros y con las alas ligeramente caídas, notándoseles entonces muy bien las largas patas y todo su aspecto desgarbado. Durante el día se esconden en ruinas, torres, agujeros de árboles. Las presas las cogen fundamentalmente del suelo, pero también entre los arbustos, asustando a los pájaros, cuando están dormidos en las ramas, por un inesperado batir de alas. En general la Lechuza vive solitaria o en parejas y muy ocasionalmente pueden verse tres juntas. Tucker (1940) cita casos raros pero bien comprobados de lechuzas que aparecían fosforescentes en la oscuridad y que presumiblemente esto era debido a unas bacterias luminosas depositadas en las plumas, quizás derivado todo de la madera podrida de los agujeros de viejos árboles donde permanecían escondidas durante el día. ¡A cuantas cábalas se podría prestar el ver a una lechuza volar en estas condiciones luminosas sobre tierras y campos españoles!

La dieta alimenticia de la Lechuza común es muy variada de unas localidades a otras, dependiente siempre de la abundancia o escasez de determinadas especies de micromamíferos y pájaros. En las diferentes regiones de la Península Ibérica se han realizado trabajos de investigación muy completos y casi siempre con el objeto de determinar las poblaciones de micromamíferos. Para ello se acude a la recogida de las egagrópilas de Tyto alba y de este modo se conoce por un lado la dieta alimenticia de la Lechuza y por el otro las poblaciones de pequeños mamíferos y sus densidades.

Si no se la molesta excesivamente, la misma lechuza puede frecuentar un posadero durante meses y aun años y siendo allí sustituida por otras generaciones; de aquí que la cantidad de egagrópilas depositadas en el lugar puede llegar a ser considerable. El consumo parcial de los micromamíferos y pequeños pájaros no es una conducta regular fuera del nido. Las presas de pequeño tamaño suelen ser tragadas enteras. Su capacidad para digerir huesos es muy pobre y las egagrópilas contienen una buena cantidad de los esqueletos de las presas. Deposita con regularidad durante el día una egagrópila por lo menos. Otra la deposita en las horas de la noche. Estas son compactas, negras y grandes, normalmente de 30-70 mm por 18-26 mm.

Aunque la captura de las presas es en general efectuada durante la noche, no es raro ver lechuzas cazando a la luz del día, más bien al atardecer y en horas que preceden a las del crepúsculo.

Herrera (1973), en un completo análisis realizado sobre unas 3.000 egagrópilas recogidas en diferentes puntos del Sudoeste español, obtuvo de ellas 14.801 presas, de las que 14.168 eran vertebrados. Con este copioso material colectado entre septiembre de 1971 y diciembre de 1972 determinó como conclusión que más del 85% de la total biomasa consumida son roedores, insectívoros y aves. Los batracios están presentes en la mayoría de las localidades, aunque la biomasa aportada por ellos no es nunca de importancia. Reptiles y quirópteros son presas sólo ocasionales cuya importancia bioenergética es siempre despreciable. La presencia de insectos es casi constante dondequiera, aunque la biomasa implicada es poco importante.

Resumiendo: entre los insectívoros, las especies halladas son Musaraña común Crocidura russula y Musarañita Suncus etruscus y, además, un solo ejemplar de Musgaño de Cabrera Neomys anomalus. En conjunto, los insectívoros constituyen en la dieta de Tyto alba en el suroeste de España, un grupo de una importancia muy secundaria, apreciablemente menor que en el resto de España y en Europa. Entre los quirópteros la especie encontrada con más frecuencia fue Murciélago común Pipistrellus pipistrellus y después el Murciélago ratero Myotis myotis y el Murciélago hortelano Eptesicus serotinus. Sin embargo, la abundancia de ellos en alguna localidad determinó el hallazgo de once diferentes especies de quirópteros. Para Herrera su aportación en biomasa es insignificante y no tiene importancia dentro del régimen de la Lechuza común.

El grupo básico en la alimentación de esta especie en el sudoeste de Iberia está formado por los roedores. Casi siempre su número es el más importante y por lo tanto domina en peso, obteniendo un valor medio de 82,3% para toda la zona estudiada. Las especies que pueden considerarse habituales son: Ratón casero Mus musculus, Ratón de campo Apodemus sylvaticus, Ratas Rattus spp. y el Topillo común Pitymys duodecimcostatus. Menos numerosas fueron Rata de agua Arvicola sapidus, Lirón careto Eliomys quercinus y Conejo Oryctolagus cuniculus.

Las aves representan apenas el 10% de la biomasa y entre ellas ocupaba lugar preferente el Gorrión común Passer domesticus, seguido de los motacillidae y fringiIlidae. Otros pájaros eran Triguero Emberiza calandra, hirundinidae y muscicapidae. Algunas lechuzas se especializan en la captura de aves, pero sólo referente a una determinada localidad. Hasta se han llegado a determinar porcentajes de 100% de aves (Heim y Mayaud, 1962, en Túnez). En la Península Ibérica, Valverde menciona una pareja de lechuzas que se había especializado en la captura de limícolos en Doñana. También hay otros casos comprobados de especialización sobre Estornino negro Sturnus unicolor (F. Cruz et al. 1971).

Los reptiles han sido muy escasos, solamente 119 para el total de presas de vertebrados citados al principio. Las especies registradas fueron Lagarto ocelado Lacerta lepida, Lacerta spp, y Lagartijas de prado Psammodromus spp. Respecto a éstos Valverde cita para la misma zona Lagartija de arenales Acanthodactylus erythrurus. La captura de reptiles, que parece ocasional en el resto de la Península Ibérica, se muestra aquí constante, aunque en pequeño número. Más frecuente parece la presencia de batracios, sobre todo Sapo de espuelas Pelodytes cultripes, Sapo ceniciento Pelodytes punctatus y la Rana verde Rana ridibunda, el primero y esta última los más numerosos. También Valverde (1967), cita Pelobates cultripes como presa. Parece que la Lechuza rehúye la captura de los batracios que poseen una secreción más venenosa en su piel. A propósito de esto Herrera narra una observación de Valverde sobre una Lechuza que fue observada por él caminando por el suelo durante una superpoblación de sapos corredores Bufo calamita y sapos de espuelas en Doñana, y que cazaba sólo los que al tocar con una pata saltaban (Pelobates). Si no saltaban (Bufo), no les prestaba atención. Esto puede dar una idea de la especialización y selectividad de presas a que puede llegar la Lechuza común.

Entre los insectos, los grupos más a menudo hallados son los coleópteros y ortópteros. En aquellos predominaban los scarabeidos, y entre los ortópteros los grillos.

En el centro de España, en un estudio parcial realizado por Villacañas y Morillo en Galapagar (Madrid) en la torre de una Iglesia, determinaron como presas importantes Musaraña común, Topo, Topillo común, Ratón de campo, Ratón casero, Lirón careto y passeriformes. Las proporciones halladas fueron: mamíferos 68,5% y aves el 31,4%.

Los estudios de presas en el norte de Iberia también han sido numerosos y bien documentados. Braña (1974) para Asturias determinó insectívoros el 50,9%, roedores el 42,1%, insectos el 3,6%, aves el 1,9% y otras el 1,43%. Entre las musarañas Crocidura spp. representa más del 28% del total de presas. En proporción más baja, Sorex, que llega en un solo pudridero a alcanzar el 14,5% de todos los Soricidae. Entre los carnívoros destaca la presencia de restos de un solo ejemplar de Comadreja Mustela nivalis. Los lirones son escasos como presas de las lechuzas y Lirón gris Glis glis, muy local. Ratón de campo, Ratón espiguero Micrómys minutus, Ratón casero, ratas de agua Arvicola spp. y sobre todo las ratillas, en especial la Ratilla agreste Microtus agrestis son los más abundantes entre los roedores. Las aves suponen en el estudio de Braña sólo el 1,89% del total de presas e incluyen pequeños passeriformes. Muy superior a otras determinaciones es el resultado obtenido para los insectos. La proporción del 3,6% es alta para lo que se ha venido hasta ahora encontrando en otros pudrideros de egagrópilas en la Península.

La Lechuza común es extraordinariamente fiel, no sólo a un territorio de cría, sino también de invernada. Por supuesto que las lechuzas sedentarias se mantienen en la misma zona durante todo el año. Pero sucede, además, que las que invernan en Iberia pueden elegir en años consecutivos el mismo agujero del árbol si sobreviven. De cualquier forma, determinados lugares están siempre ocupados por lechuzas extranjeras, «lechuzas tontas» que llamamos aquí por lo fáciles que son de coger.

La Lechuza no es un reproductor precoz y las primeras puestas suelen encontrarse normalmente en el mes de abril. Sin embargo, no son tampoco infrecuentes en marzo y se producen muchas en febrero en el sur de Iberia. En el Norte la mayoría de las puestas no se inician hasta la primera decena de mayo. El cortejo nupcial y las representaciones de manifestación de celo son simples e incluyen batidos de alas, chasquidos del pico y una serie grotesca de movimientos del cuello, girándolo y bajando la cabeza casi hasta el suelo. Prácticamente no hace nido alguno, pero como el lugar es muy frecuentado y constituye un posadero o un dormidero diurno, el suelo está lleno de egagrópilas y sus restos deshechos, que la lechuza parece que coloca en círculo y sobre ellos deposita los huevos que son de color blanco mate y forma elíptica con intervalos de por lo menos 48 horas. Entre la puesta de los dos primeros y el siguiente se han comprobado distancias de hasta una semana y con frecuencia los pollos tienen una notable diferencia de tamaño entre sí. El número de huevos oscila entre 3 y 6. Muy normal es una puesta de 4, no rara la de 5 y excepcionales las demás, y algunas han llegado hasta 8 huevos. Cifras mayores no se han comprobado y pudieran pertencer a dos hembras usando el mismo nido. La incubación comienza nada más poner el primer huevo y corre a cargo totalmente de la hembra. Jourdain obtuvo un promedio de medidas para 100 huevos de la subespecie alba de 39,7 X 31,5 mm. El macho aporta todas las presas al nido para alimentar a la hembra. A veces en tal cantidad, que muchas se pudren allí y esto ocasiona con frecuencia un olor desagradable e inconfundible en un lugar donde está instalada una pareja de lechuzas. Después de 32 días de incubación nacen los pollos, que están cubiertos con un plumón blanco muy ralo que les dura hasta los 11-13 días, en que ya abren los ojos. A partir de entonces aparece el segundo plumón más espeso, blanco amarillento y gris. A los 60-64 días ya están bien emplumados, pudiendo volar a los 64-84 días. Dos puestas son en general normales en un año, pero no raras tres. La segunda suele comenzar ya bien entrado el verano y termina la reproducción en pleno otoño. A veces se encuentran polladas de lechuzas iniciando el vuelo en el mes de noviembre. Se citan crías durante todos los meses del año, pero no se ha podido confirmar nunca en invierno, a pesar de que esta estación es ahora notablemente benigna y los roedores abundan cada vez más.

En Europa la Lechuza común se reproduce en todos los países con excepción de Islandia, Países Bálticos y la mayor parte de Rusia. Cría, sin embargo, en el extremo meridional de Suecia. La subespecie alba habita en las Islas Británicas, oeste y sur de Francia, sur de Suiza, Italia, Yugoslavia, Península Ibérica e islas mediterráneas. La raza guttata, más oscura como se ha visto, vive en el centro y este de Europa, desde Holanda y este de Francia hasta Dinamarca inclusive, norte de Suiza, Austria, Bulgaria y Ucrania.

Según Bernis (1967), las lechuzas europeas anilladas que se han recuperado en Iberia tienen probabilidad de ser en parte de la raza guttata y en parte provienen de la zona de transición entre ambas razas. La lechuza europea no es ave estrictamente sedentaria, como antiguamente se había creído. En las Islas Británicas se la considera como sedentaria; algunos juveniles en dispersión posgenerativa pueden alcanzar las costas del Continente, pero no existe evidencia de emigración. Sin embargo, allí llegan muchas pertenecientes a la raza guttata en los meses otoñales y permanecen hasta bien entrada la primavera siguiente. En los países donde se reproduce la subespecie guttata en determinados inviernos, sin periodicidad alguna, se producen grandes mortandades de estas aves que reducen la población hasta extremos verdaderamente sorprendentes. En estos años parece que se acentúa la tendencia dispersiva o más bien migradora de la especie. Estas causas de extrema mortandad se han estudiado a fondo por los ornitólogos europeos. En principio se estimó que las muertes eran debidas a alguna enfermedad epidémica. Sin embargo, se considera más probable un invierno anticipado y duro que cubre de nieve toda la zona norte europea y también la disminución de los roedores, en especial de la Ratilla campesina Microtus arvalis, que parece ser en aquellos países la presa más común con mucho de las lechuzas.

Se han anillado muchas lechuzas en Europa y son numerosas las recuperaciones existentes en Iberia. Entre ellas están los casos más distantes conocidos en Europa. Una capturada en Cádiz había sido anillada en Suiza, a 1600 km. de distancia. Otra anillada en Holanda fue recuperada en Guadalajara, a 1500 km. al Sudoeste. Y una tercera alemana capturada en Zaragoza a 1380 km. al Sudoeste. En general, parece claramente establecido que las lechuzas adultas tienden al sedentarismo y que son las jóvenes del año las que se alejan hacia el Sur de sus lugares de nacimiento.

En toda la Península Ibérica, con mayor o menor abundancia vive la Lechuza común. Su densidad no es baja, pero al margen de decrecimientos ocasionales de la población, aún no suficientemente estudiados aquí, parece observarse un constante descenso en el número de parejas reproductoras. Hablar ahora de sus causas parece aventurado, pero estimo que no debe de ser ajeno a ello el creciente uso de raticidas en los campos, muchos de los cuales no matan instantáneamente a los roedores, sino que disminuyen sus recursos para la defensa y son así fáciles presas de las lechuzas, que pueden envenenar con ellos a sus crías. También la cada vez mayor escasez de lugares apropiados para refugio de las aves y por supuesto las masacres que se efectuaban por algunos desaprensivos cazadores. Su supervivencia depende ahora en parte de la protección humana y en gran medida de su alta tasa de reproducción.

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