Se mueven las codornices

Para un cazador que escribe nunca es grato dar malas noticias, máxime cuando son motivadas en gran parte por acciones ajenas al colectivo. De todas formas cuanto les voy a contar desearía que lo entiendan como algo que hasta que no se patee el campo con el perro por delante es difícil que la noticia en cuestión tenga todas las bendiciones.


Sabemos lo sensible que es la codorniz a todo aquello que suponga la ruptura de su hábitat: retirada de la paja —enfardada en gran parte—, cosecha adelantada —que la ha habido— y exceso de calor, extremo este año. Pues bien, donde había codornices hace un par de meses no quedan cuatro. ¿Cómo va a haber codornices si en la mayoría de los acotados llevan dos meses cosechados y la paja enfardada? ¿Adónde van a desplazarse de un secarral donde no hay rocío y el sol sigue cayendo de plano? Fácil, donde tienen cobijo y agua. Si les digo que en algunos puntos de Bizkaia hay ahora codornices como no se conocía, posiblemente muchos se sorprenderán. Y al igual que en Bizkaia, en lo más alto de los montes norteños, llámese Ezkarai o el mismo norte de Palencia. ¿Dónde estarán el día de la desveda? Vaya usted a saber, igual en Centro-Europa, las que no estén criando. Recuerdo como hace ya muchos años cayó a mediados de octubre en Durango tal cantidad de codornices que no había cartuchos para cubrir las exigencias de los cazadores. Sonó la flauta. ¿Quién iba a pensar que por esas fechas entrasen del norte tal cantidad de codornices? Absolutamente nadie. Viene esto un poco a cuento para que valoremos hasta donde suben las codornices cuando vienen mal dadas como este año. ¿Hasta qué país habían subido? Quien lo sabe. Es el gran misterio de las migradoras. Para que luego algún memo de esos que se quieren cargar esta práctica aleguen en estudios de txitxinabo —pagados por la administración, eso sí— que la especie está en regresión. No, no hagan caso, sabe más un pastor leyendo el campo todos los días y observando las estrellas que esos que añoran el campo pero desde el asiento de un todoterreno. Es lo que hay, si han subido —que lo han hecho— bajarán, así que atención a septiembre cuando el tiempo cambie. Aquel que tenga la fortuna, fruto de la constancia, de acertar en las parameras altas con una caída de codornices —viajan en grandes bandos— que se ate bien lo machos, porque el cupo es fácil que lo haga en media hora.
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