Moderación

Este domingo día 23 Castilla y León desveda la menor y, como es preceptivo, los cazadores ya han preparado los archiperres para abordar una temporada que en principio se presume favorable a nada que el tiempo cambie, que lo hará, y el agua empape los montes.


Aunque han criado bien las perdices los campos son un verdadero erial y si la temperatura no baja para este domingo, cazar las perdices más allá del mediodía puede suponer una escabechina si se las sigue apretando a partir de esa hora. No sería tampoco malo dependiendo de las circunstancias climatologicas que imperen en determinadas zonas reducir los cupos momentáneamente, incluso desvedar una semana mas tarde. Mayorcitos somos para saber lo que cada uno debe hacer en su acotado. A pesar de todo muchos serán los que hagan el cupo y algunos pocos los que se lo salten, máxime con unas perdices jóvenes que no conocen el olor a pólvora. Otro gallo cantará allá por diciembre cuando hayan comido el segundo grano y tirado la primera pluma. Allí les quiero ver a esos desaforados en cuantificar piezas apoyados en el esfuerzo de otros. Porque si hay un ave que sabe defenderse por esas fechas con vigor, bravura y nobleza es nuestra perdiz roja, reina de la avifauna ibérica. Afortunadamente, son mayoría los que entienden que la temporada es larga y que una perdiz abatida en diciembre vale más que cuatro en octubre. Y quien así no lo entienda flaco favor les va a hacer a sus compañeros por mucha culpa que le eche a los productos fitosanitarios nocivos, que los hay y en cantidad. El que no pueda contener las ansias de doblar el dedo índice, es bueno que se pase por los cotos intensivos, que los hay para todos los gustos. Tener perdices silvestres en la actualidad es tener un tesoro faunísitico al que debe mimarse defendiéndolo de pequeños predadores, matarifes con escopeta y días de fortuna. De hecho, perdices silvestres en cantidad aceptable sólo hay en aquellos acotados donde el orden y la seriedad impere. Porque en aquellos otros donde el engañado de turno pretenda resarcirse de lo que ha pagado dándole palo a las cuatro perdices que hay, más vale que dirija sus iras hacia el que se ha quedado con los cuartos por medio de unas subastas amañadas donde todo se pinta de color de rosa. No aprenderemos nunca. En la próxima subasta del lugar que fuere allí estarán pujando compañeros por algo que no existe, mientras el alcalde de turno se frota las manos y cuenta las perras. Nos ciega la afición. Mientras tanto, ahora que nos puede venir torcida con esto del buen tiempo, moderar un poquito las ansias y llevar así a la práctica ese tópico tan común entre cazadores que dice algo así como que somos los primeros ecologistas.
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