Cazadores

¿Que la caza evoca el pasado predador del hombre? Entiendo que sí a pies juntillas, aunque dentro de unas normas bien regladas. Hablamos de un instinto primario, impreso en sus genes. ¿Que los humanos estamos en la cúspide de la pirámide de los predadores naturales? Como el sol que nos alumbra, pero todos sin excepción.


Aunque en relación a la caza habría que matizar que con el transcurso del tiempo el cazador no sólo valora la captura, sino el camino recorrido, el trabajo del perro, los amigos, la pelea, el contacto con la Naturaleza y un largo etcétera. El cazador que ama la Naturaleza sabe cómo se alza el sol deformado y sangriento entre las nieblas grises. Se embelesa viendo cazar al perro mientras el sol desaparece lentamente en poniente, rompiendo la calma serena y ociosa el último canto de las bravas perdices. Gusta después de la jornada de caza, retirarse al viejo caserío alrededor de la lumbre crepitante y observar el danzar de las alegres llamas cual geniecillos de leyenda nórdica. Se relaja gustoso al ver cómo el fuego calienta a los cansados perros y cómo hace brillar el vino en el vaso de cristal, mientras en los labios del viejo cazador florece la maravilla del consejo venatorio. Sienten también alegría y respeto al ver abatirse con el disparo la rabiosa pelambrera del hirsuto jabalí. Son simplemente cazadores con toda la enjundia que esta palabra conlleva. Ese viejo orgullo les hace sentirse ligados con los primitivos venadores, mientras un mundo de urbanitas reniega de lo antiguo tras el correr incesante y ansioso de todo lo nuevo. ¿Quién, después de un lance complejo y trabajado hasta la extenuación, no siente algo que lo hermana con aquel ser primitivo envuelto en toscas pieles, que alzaba los brazos hacia el sol y se golpeaba el pecho con los puños lanzando gritos de triunfo junto a la pieza abatida? Los cazadores guardan en su afición apasionada la misma chispa que alumbró su lucha. Y a pesar de la sorprendente evolución de medios y armas mantienen vivo el orgullo de ser cazadores. Así las cosas y cambiando de tercio, el Departamento de Agricultura de Vizcaya ha aumentando el cupo de migradoras hasta 30 ejemplares fuera de los puestos autorizados. En estos durante la época de pasa no hay límite de capturas. A los jabalineros también se les autoriza una hora más de caza al atardecer. Dos buenas noticias.
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