Cazaremos, quieran o no

El pasado domingo el campo de aviación de Dima fue un hervidero de cazadores y pescadores, un record de asistencia y de calor. Difícilmente aguantaba el personal un sol de justicia más de 2 horas. Pero seguido llegaba otra oleada de gente.


Por lo demás la fiesta se desarrolló como siempre, bien, con unos cazadores molestos con los grupos animalistas y preocupados por el cáliz que está tomando la práctica de la caza en Castilla y León.

Gustaron las actividades y los actos que se celebraron durante el transcurso del evento. No hubo incidente alguno, nunca fácil cuando se agrupa a tantos miles de personas. Sin lugar a dudas el acto deportivo y social que más personal concentra después del Alderdi Eguna.

En cuanto a la problemática que se ha planteado en Castilla y León con las órdenes de veda vamos a ser un poco cautos y esperar acontecimientos. No en vano la Federación de Castilla y León recela del optimismo que transmite la Junta de CyL, y los ecologistas después de la denuncia callan sibilinamente a la espera de tomar algún otro tipo de medida a la vista de lo que dicten los jueces después del recurso.

Una cosa es bien cierta, la sentencia no es firme y contra ella cabe recurso de casación ante el Tribunal Supremo. El tiempo que tarden en aceptarlo o no puede demorarse incluso meses y hace que peligre la media veda. Sin embargo, yo estoy esperanzado porque algo me dice que tamaña barbaridad no hay juez que la avale, ya que las consecuencias serían poco menos que irreversibles: accidentes de circulación con animales salvajes, epizootias, pérdidas económicas del orden de 1.000 millones de euros anuales, daños importantísimos a la agricultura. Y sobre todo, el medio en muy poco tiempo se volvería irracional.

Así que la Junta tendrá que ponerse las pilas —seguro que ya lo ha hecho— y solucionar como sea este embrollo en el que ha metido a los cazadores que no han hecho otra cosa que pagar con su dinero, y mucho, los animales motivo de su afición, y de paso gestionar el medio extrayendo solamente el interés del patrimonio faunístico. Guste o no a los que pretenden que la Naturaleza sea «la casa de tócame Roque» aplicando medidas cargados de rencor y odio y carentes de la más mínima ética conservacionista.

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