Escuchar y gestionar

En el mundo de la caza, como en cualquier otro colectivo, hay hijos de toda clase de madres. Faltaría más. Unos más identificados con el nuevo tratamiento que requiere el medio y otros, los pocos, más pasotas y despreocupados. Pero curiosamente todos sienten la falta de consideración de algunas administraciones hacia el colectivo.


Se les persigue como si fueran delincuentes potenciales sancionando sin duelo con el máximo rigor al mínimo desfase administrativo. Ni les cuento si se trata de un animal protegido por la ley de las personas y no de la Naturaleza, como es el caso de muchas especies que no están en regresión.

Y es que existen, y no pocos, politiquillos del tres al cuarto que en muchas cosas tienen algún tipo de tara no superada con los cazadores. Por no hablarles de algunos partidos políticos como Podemos con una visión ridícula de la realidad del hecho cinegético. No dudan lo más mínimo en establecer toda clase de impedimentos y prohibiciones para ejercer esta práctica. De hecho dentro de sus filas está el partido que agrupa gran parte de los anti-caza de España.

Los cazadores simplemente reclaman el mismo apoyo institucional que tienen otros colectivos muy inferiores y con tratamiento mucho más exquisito. Gestión y no sanción es la palabra que está en boca de toda persona medianamente sensata.

Porque gestionar es generar vida silvestre frente a la exultante e inexplicable urbanización. Gestionar es regular los predadores. Gestionar es humanizar unos campos donde campan por sus rehales los menos éticos. Gestionar es prohibir un sinfín de productos fitosanitarios letales para los animales. Gestionar es abandonar los despachos y pisar los campos. Gestionar es querer de verdad a unos animales que merecen respeto. Gestionar es tener mano izquierda y ganarse a un colectivo importantísimo, sensible y culto como los demás que solo ha pecado y pecará de ser menos sofisticado, más humano, como representante más genuino del vértice de la pirámide de los predadores naturales.

Y todo esto y mucho más no se consigue a base de prohibiciones. Hay que aprender a escuchar, no a oír simplemente, y eso amigo no es fácil para algunos que se creen la divina pomada.

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