Cazador y conservacionista

Es evidente que la verdadera esencia de la caza se va desvirtuando poco a poco en algunas modalidades a causa del inevitable progreso. No hay que trasladarse a tiempos remotos, ya que nuestros padres y abuelos conocieron un tipo de caza bien distinta a la que ahora se practica en ciertas modalidades.


La industrialización, el progreso y la excesiva demanda de caza hace aconsejable un cierto replanteamiento de nuestros intereses. Y en algunos aspectos la crisis que estamos padeciendo no va a ir mal para que los precios que se estaban pagando por precintos de caza mayor o tarjetas de cotos vayan bajando hasta situarse donde corresponde. Sin embargo, y a pesar de todos estos avatares, el verdadero cazador mantiene intactos sus principios de venador y gestor de esta maltrecha Naturaleza, aunque algunos entiendan que esa pretensión de ser simultáneamente cazador y protector del medio ambiente sea incompatible, cuando en realidad tal contradicción no es sino aparente. El verdadero sentido radica en el encuentro con una Naturaleza salvaje, en la que las posibilidades de defensa de los animales no se vean mermadas. No hay actividad humana más antigua que la caza y cuando nuestros antepasados no habían desarrollado su cerebro, su inteligencia, dependían de ella. Es un acto tan vinculado a nosotros que la pretensión que tienen algunos de alejarnos de la caza es una ingenuidad. Aunque más de uno no lo entienda, estoy convencido que desde el cariño y la atracción a los animales se evoluciona hacia la caza. Ese complejo deseo de abatir lo que uno más quiere, aunque luego desearía darle la vida que le ha quitado tan debatido en los foros del sector, viene un poco al hilo de este pensamiento. Quizá la genética hace que por esta misma razón de cariño, unos evolucionan hacia un sentimiento y otros al contrario. Están también los que se creen cazadores por el simple hecho de tener una licencia de caza, cuando en realidad no sienten ni viven las sensaciones del verdadero cazador. Son simplemente practicantes. El venador que se viste por los pies debe sentir felicidad por un buen lance, por estar en contacto con la Naturaleza y por compartir tristezas y alegrías con su fiel compañero, por ser simplemente cazador.
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