Rabosas, la solución

Sin lugar a dudas nuestros campos tienen un hábitat especialísimo para liebre y a nada que se regule al raposo, y se adopte una política de repoblaciones sensata, muchos se sorprenderán de lo que puede generar.


Todos sabemos que es muy caro importar la liebre europea, autóctona de esta tierra, y que hacerlo con la castellana, siempre mucho más barata, implica menos garantías. Pero existe el recurso de la cría en semi-cautividad en nuestros montes y de hecho me consta que existe alguna experiencia al respecto con resultados satisfactorios en Alsasua. El éxito que han alcanzado los criadores de liebres en otros países nos induce a exponer el procedimiento que se emplea en sus instalaciones que fácilmente los agricultores, debidamente autorizados, o la misma administración vía Federación de cazadores los pueden llevar a buen término. Los criaderos se deben establece en terrenos fértiles, abrigados, y si es posible que exista en ellos alguna ondulación, a fin de que puedan las liebres guarecerse del viento. Lógicamente los reproductores deben ser de una calidad genética constatada y las medidas sanitarias deben tener un carácter prioritario. La superficie del criadero puede rondar las dos o tres hectáreas, debidamente cercada, con una altura de dos metros y medio para evitar que las liebres lo salten. El terreno debe estar sembrado, no faltando en algunos lugares las hortalizas así como un pequeño cobertizo. Las liebres que se han de emplear para la instalación serán jóvenes y a ser posible de tres meses, porque cuanto más jóvenes sean más pronto se acostumbraran a su nueva morada. Las liebres viejas tardan mucho tiempo en acostumbrarse y algunas se mueren, porque en su deseo de recobrar la libertad dan vueltas alrededor de la empalizada y descuidan su alimento. Además habría que espera tres meses a que las cubran los machos. El número adecuado de liebres que se debe encerrar en un criadero deberá ser de unas 20 hembras y seis machos. Al cabo del año si las cosas marchan normalmente deben dar unos 200 lebratos, de los cuales 100 serán hembras. Una vez sueltos en las proximidades, deben producir 1000 individuos más en el segundo año. Tan pronto como los lebratos tengan tres meses, se pondrán en libertad, reservándose únicamente las veinte hembras y seis machos destinados a la reproducción. La liebre está preñada durante 30 ó 31 días y pare desde Marzo hasta fin de Agosto, cuatro veces en una cama que hace con pelo suyo, hierbas o con hojas de árboles. La primera vez tiene uno o dos lebratos; la segunda y tercera pare de tres a cinco y la cuarta uno o dos, como la primera. Cuando el celo se adelanta algunas veces suele tener una quinta cría. La madre da de mamar a sus criaturas durante tres semanas, al cabo de las cuales las abandona para dedicase a las delicias de nuevos amores. Con buen pasto, las crías alcanzan su completo desarrollo a los 12 o 15 meses. Conviene que estos criaderos estén bien vigilados pues los predadores son asiduos visitantes de las instalaciones.
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