El duende del bosque

Avanza la temporada corcera y, como era previsible, con buenos resultados. Incluso hay zonas cerealistas donde los recechistas dicen ver más corzos que perdices. ¡Tela!


No será para tanto, pero no deja de ser un buen indicativo de la exultante progresión que está experimentando en algunos territorios. Y eso a pesar de los cuatro espabilados de siempre que aprovechan para hacer de las suyas por carreteriles y pistas forestales, tratando de abatir desde el coche cuantos animales se ponen a tiro en acotados ajenos. Son los vulgarmente llamados escopeteros, gente sin escrúpulos que tanto daño hacen al colectivo a nada que aparezcan en los medios como consecuencia de alguna fechoría. De todas formas las poblaciones de corzo van a seguir creciendo con las consecuencias que ello conlleva. Esto que así contado puede parece poco menos que un paraíso faunístico para los profanos en la materia, no lo es tanto en muchas zonas donde sufren la pérdida de ejemplares como consecuencia de una predación excesiva, epidemias, condiciones climáticas adversas, accidentes de circulación, ahogamientos en canales de agua, parasitación, furtivismo y accidentes agrícolas. De ahí la importancia de unos planes de caza bien elaborados, no vaya a ser que lo que hoy es una bendición para muchos se convierta con el paso del tiempo en algo añorado, fruto de nuestra incompetencia. Conviene también templar gaitas con unos y otros porque no es querido por todos. Molesta a los jabalineros porque arrastra a los perros, hace daño a la agricultura y es un peligro en la carretera. Se trata pues de explicar algo más de su biología, de su caza, de su comportamiento y de su delicadeza, símbolo de una Naturaleza preservada que no debemos ignorarla. El problema se acentúa en nuestra comunidad al no tener tradición corcera y haber sido colonizada rápidamente. Todo se andará, por mucho que las poblaciones sigan creciendo. No en vano todos los países europeos han pasado por esta experiencia con buenos resultados y hoy pueden alardear de cobijar 6.500.000 ejemplares. Y es que el corzo para los cazadores modernos es una pieza apreciada que merece su atención por ser un animal en perfecta simbiosis con la Naturaleza y su caza selectiva y exigente.
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