Sorpresas Monteras

Aún con los últimos coletazos de la ciclogénesis explosiva que barrió España de oeste a este a mediados de enero, me pertreché adecuadamente para asistir a una montería organizada por mi buen amigo Rorry en la Sierra de Cardeña (Córdoba), donde la motivación de volver a montear en estas bellas manchas sureñas se unió al recuentro con el grupo de amigos monteros cordobeses y extremeños, con quienes las risas y buen humor está más que garantizado.


Tras degustar las reponedoras migas monteras, en esta ocasión elaboradas por Casa Lucas; recibir las indicaciones de Rorry ejerciendo de Capitán de montería y rezar una Salve a La Virgen de la Cabeza, se procedió al sorteo e, inmediatamente, a la salida de las armadas hacia la mancha. La suerte ese día me relegó al número dos de la Traviesa del Camino, donde tendría que defender una postura con un bonito tiradero a ambos lados, pero bastante oscuros de monte. Una pequeña cañada limpia de monte bajo, pero muy arbolada, ascendía por la derecha, mientras que por la izquierda dominaba un testero bastante sucio de jaras, encinas y coscojas que desembocaba en un collado justo a mi espalda. Pasados unos minutos advertí un movimiento entre el monte situado a mi izquierda. Un pequeño animal, que en primer lugar parecía un zorro, gateaba desde el collado con dirección al espeso matorral. Prismáticos en ristre descubrí, con gran admiración, que el sigiloso visitante era un lince. Absorto por el avistamiento del felino, me recreé con su parsimonioso y elegante paso que le conducía, tal vez, en busca de una nueva presa. Son muchos años los que llevo monteando, recechando y disfrutando de la naturaleza por Sierra Morena, pero esta ha sido la primera vez que he podido observar tan bello y esquivo animal. El lince ibérico (Lynx pardinus) está considerado el felino más amenazado del mundo según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), e incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría En Peligro de Extinción. De su distribución original, por casi la totalidad de la Península Ibérica, sólo está presente en la actualidad en un 2% del territorio español, relegado a pequeñas áreas que conservan de una forma intacta el monte mediterráneo. Es el caso de los Parques Naturales Sierra de Andújar y Cardeña, donde habitan un buen número de estos animales gracias a las acciones llevadas a cabo por las Administraciones competentes en forma de sueltas controlas y vigilancia, pero que sin la ayuda y cuidado intensivos de los propietarios y titulares de cotos de caza no hubiera llegado a buen puerto. Según uno de los últimos censos publicados por la Junta de Andalucía, Sierra Morena alcanzó 172 ejemplares en 2010, de los que 43 son hembras y 57 son cachorros que viven de manera libre en el medio natural, tanto dentro como fuera de los límites de los Parques antes mencionados, constituyendo la población más importante por número de individuos y número de hembras reproductoras, mayor incluso que la afamada Doñana. Además, éste no fue el único avistamiento del día, puesto que en la parte opuesta de la finca a la que me encontraba, mis amigos Aniceto y Curro también pudieron disfrutar con la observación de otro lince, quien ajeno al ajetreo de los perros deambuló por sus posturas durante buena parte de la mañana. Será difícil olvidarme de este día gracias a la visita sorpresa del montaraz félido y eso, a pesar de haber fallado un cochino a cascoporro.
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