Luces y sombras

Hace escasamente tres años, en estas mismas fechas, la mayoría de la prensa especializada del sector resaltaba en sus titulares el principio de una boyante, excelente y desaforada campaña montera.


Verde esperanza, Llegó la hora, Luces y brillos, etc., fueron algunos de los prometedores encabezados que coparon las portadas cinegéticas. El auge de la caza mayor en España, y concretamente el dedicado a las monterías, estaba situado en ese momento en la cúspide de su demanda, encontrando ofertas desorbitadas en cualquier punto de la geografía española. Nuestra más tradicional modalidad llegó a extenderse como la pólvora, convirtiéndose en burdas reuniones de esnobs que aprovechaban la coyuntura para cerrar tratos, llevar a cabo negocios y hasta prevaricar al más alto nivel de Estado. La pura esencia de la montería se desvirtuó y prostituyó hasta su máximo exponente, aceptándose cualquier oportunidad con tal de hacer dinero y colgarse medallas por la caza de exuberantes trofeos de incierto origen. Ahora todo esto ha cambiado radicalmente, y el panorama montero ha dado un giro de 180º. No sólo los factores económicos han influido en éste, sino los condicionantes ambientales y accidentales, como los acaecidos este verano, están afectando intensamente al sector. La difícil situación que atraviesa España ha calado profundamente en la caza mayor, especialmente en su apartado de monterías. La mayor parte de los aficionados han recortado el presupuesto destinado a cazar, gastando menos de la mitad que en pasadas temporadas, haciendo inviable la venta de puestos, acciones o arrendamiento de fincas. Tristemente, otros más apurados se quedarán sin poder practicar su pasión, conformándose con salir al monte con otros fines. A su vez, los orgánicos se han topado con la subida de carburantes y alimentos necesarios para la preparación de las manchas. Cabe destacar el precio del maíz, una de las materias más utilizadas en la preparación de éstas, que en seis meses se ha incrementado más de un 25%, de 11 a 14 Euros por un saco de 40 kilos. Si este encarecimiento de las materias no fuera poco, la terrible sequía que azota la Península Ibérica ha provocado que el gasto en nutrientes se haya disparado, sumándole en algunos cotos, el aporte extraordinario de agua, lo que conlleva a unos desembolsos iniciales demasiado elevados. Como consecuencia de la grave sequedad que asola al campo español, los fuegos están teniendo, desafortunadamente, una grandísima repercusión medioambiental. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, hasta los primeros días de septiembre se han calcinado más de 180.000 Ha., menoscabando en muchos casos parajes de alto valor ecológico, cuya principal actividad socio-económica es la caza, lo que ha tirado por tierra el trabajo y esfuerzos de un importante número de profesionales y personas vinculadas a la actividad cinegética. Además, como a perro flaco todo son pulgas, un nuevo factor negativo sobrevuela el devenir de las monterías en la presente temporada. No es otro que el precio de la carne de caza, que según los últimos datos ofrecidos por la Lonja de Carne de Ciudad Real, se establece entre 1,70 - 1,90 Euros/Kg. de ciervo, cuando a principio de la temporada pasada cotizaba entre 2,50 - 3,00 Euros/Kg. Este cúmulo de factores adversos están generando la disminución en la oferta de monterías, la desaparición de orgánicas, o la alianza entre ellas, y como consecuencia la reducción de jornales de trabajo en al medio rural. Paralelamente, los sectores derivados de la práctica cinegética, hostelería, restauración, comercios, etc., están sufriendo poderosamente la ausencia de cazadores. Sin embargo, esperemos que esta difícil situación que nos toca vivir sirva de criba para sanear y restituir los verdaderos valores monteros, que en pasadas temporadas de bonanza y desenfreno se fueron corrompiendo. Ahora, a montear, que… ¡no hay mal que por bien no venga!
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