Las leyes de caza: un sudoku sin final

Lo de las leyes de caza no tiene explicación. Que la Federación ande al acecho de una Ley Básica de Caza me parece lo cabal, ¡cuánto cabe! Que en el I Observatorio Cinegético uno de los temas fuera la necesidad de una ley marco, le pese a quién le pese, me parece de lo más acertado.


Llevaba algunos años sin cazar, aun siendo cazador. Es lo que yo llamo cazador no ejerciente. El caso es que ahora que de tarde en tarde me echo la escopeta o el rifle al hombro me he dado cuenta de una cosa: qué difícil es no infligir alguna ley de caza. El día que vas al corzo, no sólo te hace falta el precinto, sino además varios papeles más. La autorización para las esperas de jabalí, si son en Castilla-La Mancha, en cuatro provincias te las conceden con luz artificial, en una no. El silvestrismo se autoriza en dos provincias, en el resto es una actividad prohibida. En cuanto a los conejos, hay que tener las redes para capturarlos con hurón homologadas, carnets para conducir por pistas forestales… Cada año mudan las órdenes de veda, las distancias, las prohibiciones, se utilizan las órdenes de vedas como verdaderos desarrollos reglamentarios. La normativa muda de color como el día y la noche cada año. Los permisos de aguardos, que lógicamente deberían finalizar con el levantamiento de las cosechas, caducan a treinta días con independencia de que sea mayo, junio o julio: el caso es que hay que volverlos a pedir, volver a hacer lo mismo, redactar el mismo modelo, que pase por el mismo funcionario, que te ponga el mismo sello y que te autorice por otros treinta días. Lo de matar un guarro, transportarlo en regla, y cumplir con las normas sanitarias eso ya es de nota. No conozco un solo cazador que sepa realmente lo que hay que hacer cuando se mata un guarro de espera para cumplir con la legalidad. Que si es autoconsumo, que si hay que llevarlo a una sala de despiece, que si no hay que eviscerar (menuda cursilada), que si hay que traer al veterinario a la finca a las dos de la mañana «que para eso cobra». Irresoluble, un verdadero galimatías, el laberinto del fauno. Y lo peor, es que eso es sólo en Castilla-La Mancha. Si me paso del Hoyo de Mestanza a Pozoblanco, de Almadén a Don Benito, de Hellín a Cieza, o de Villamalea a Uriel, la cosa puede no sólo será distinta, sino diametralmente opuesta. ¿Hay alguna razón? Las leyes, lo entiendan o no los funcionarios y los políticos de la Unión Europea o de donde sea, están para aplicarse y para cumplirse. Dictar normas a troche y moche sin que nadie sepa lo que significan, y lo peor, sin que nadie las cumpla, no significa más que una cosa: hay algo que no funciona y es que las normas de caza me parecen un sudoku sin final: ¡duele la cabeza!
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