El bienestar animal y los palomos

El Gobierno de Castilla-La Mancha quiere prohibir el tiro a pichón. El bienestar animal, el de los palomos, es la excusa para hacerlo. Ya advertí en otro artículo que el bienestar animal se iba a convertir en el perejil de todas las salsas, de todos los guisos de caza.


Nunca he tirado al pichón. Probablemente nunca lo haga. Sin embargo, defenderé hasta la extenuación esta práctica tradicional. La razón es bien sencilla, cada modalidad de caza o, como en este caso, de tiro, lo requiere. Seguramente, por no afectarnos, muchos cazadores podemos sentir la tentación, lógica, de hacer la vista gorda y mirar para otro lado. Craso error. Lo que ha servido para prohibir el tiro al pichón hoy en Castilla-La Mancha servirá para hacerlo mañana en Extremadura, Andalucía… ¡Si se ha hecho en Castilla-La Mancha! ¿por qué aquí no? La machada de prohibir el tiro al pichón es más relevante de lo que parece; tiene más trastienda que la que se ve. En realidad, tras esta inocente medida, se está midiendo la fuerza de un sector y la reacción de la sociedad: no es más que un primer paso tímido, un ensayo, una pequeña prueba de laboratorio para tomar el pulso. Cuando en Castilla-La Mancha se lleve a cabo esta prohibición sin la oposición de nadie, o con oposición, pero sin coste alguno para la Administración, otras modalidades condenadas o en el punto de mira pueden irse «presinando». El bienestar animal recaerá sobre ellos con mayor fuerza aún: germinarán nuevas regulaciones y limitaciones para todo lo que tenga que ver con los animales y su manejo. Dejando aparte cuestiones como que el tiro al pichón es una actividad más que goza de popularidad entre muchos españoles, que genera riqueza y actividad económica, lo cierto es que ni la legislación ha variado para justificar un cambio de este tipo, ni como se ha dicho es una imposición de la Unión Europea. Tamaña necedad se pone a la vista por el mero hecho de que hasta ahora se había permitido. Además, a pesar de las denuncias de los grupos de siempre, ni una sola vez la Comisión Europea ha condenado al Reino de España por incumplimiento de la normativa de bienestar animal en este punto. La prohibición es una alerta naranja para todos los que tratamos con animales. A este paso, en unos años será real la Rebelión en la Granja y Orwell habrá tenido razón.
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