El despropósito y la destrucción de la cabaña de jabalí en Galicia

Es indiscutible la responsabilidad de gestión que la administración tiene en estos terrenos. Parecen no ser del interés de muchas asociaciones cinegéticas, nadie parece prestarles atención, pero en cambio son superficies muy importantes dentro de nuestro territorio en donde garantizar la sostenibilidad de su biodiversidad debiera ser tan prioritario como hacerlo en otros lugares que, o bien están cinegéticamente ordenados, o bien ostentan diversos grados de protección.


Quede claro que a estos efectos nos referiremos solo a las especies de mayor, básicamente jabalí, cuya gestión debiera tratarse, de forma análoga a otras zonas de España, como en pueden ser las RR RR CC. Insostenible e imprudente puede serlo, tanto la escasez, como también excesiva abundancia de cualquier especie. Para no desviarnos de la cuestión, querríamos señalar que existe una gran masa social de cazadores urbanos y periurbanos en los alrededores de Ourense capital, Santiago y en general en toda la fachada atlántica de Galicia que, temporada tras temporada, depositan parte de sus anhelos cinegéticos en estas “zonas libres “las cuales, básicamente corresponden del occidente ourensano y oriente pontevedrés. Donde esta gran cantidad de cazadores y cazadoras de caza mayor reparten, por lo general, su esfuerzo venatorio entre estas “zonas libres” y en distintos cotos sociales del interior de Galicia. Cuando hablamos de dinamización económica alrededor de la caza, deberíamos fijarnos en estas corrientes migratorias que sábados y domingos fluyen por nuestras carreteras y autovías hacia el interior de la comunidad y que propician consumo en general, manutenciones, e incluso abundantes pernoctas. Está este colectivo, estructurado perfectamente en distintas peñas o clubes, como no podría ser de otra forma porque nos encontramos ante una forma de caza colectiva, la batida. LOS PROBLEMAS DETECTADOS ¿Cómo se están concediendo estas autorizaciones? Estas autorizaciones se están concediendo contra natura, puesto que como ya hemos manifestado, los cazadores y cazadoras están perfectamente estructurados en peñas o clubes, en cambio, se están concediendo a personas físicas particulares, con licencia de caza. Es en este punto donde surge la gran incoherencia del sistema. a).-Como la concesión se hace a una persona física particular, mediante un sorteo, pronto surge la picaresca inducida por la falta de seriedad del sistema. De cada cuadrilla surgen varias personas individuales presentándose al concurso para tener más oportunidades. Dicho de otra forma: A más lotería comprada, más posibilidades de que te toque. b).- Como aparecen a sortear muchas personas durante cada semana y el sistema no ha previsto un sorteo previo a la temporada de caza… (Que se podría y debería hacer) el afortunado concesionado, no sabe que se le ha concedido la zona solicitada, para ese sábado, hasta el jueves anterior. Explíquese pues, como se puede organizar una batida con tan poco tiempo. Además hay que coordinar a varios perreros y como hoy en día, gracias a Dios, donde cazar en Galicia sobra, ya todo el mundo tiene la agenda preparada para el fin de semana con antelación. La misión se presenta casi imposible. Para corregir esto de que varias personas de una misma cuadrilla soliciten la “zona libre”, las jefaturas de servicio caen en el error de pedir, ahora, una lista previa de los participantes en esa futurible batida que tendrán que coincidir con los presentes el día de la hipotética cacería.
Eso es irrealizable, una cacería es un acto lúdico, no obligatorio y además no profesional como para exigirle a quién, realmente paga sus impuestos para su solaz y disfrute, como si fuese un empleado a horario estricto. Ni que decir tiene que la confección previa de una lista con nombres y DNI refiriendo donde, cuando y quién, estará cazando en determinado lugar choca absolutamente con la Ley de Protección de Datos. Políticos, jueces, o personas públicas o privadas no tienen que exponer su seguridad, anonimato y en general sus actividades privadas, a las que tienen derecho, al conocimiento previo de terceras personas. Otra cosa es el necesario control de los asistentes con carácter posterior a la celebración de la cacería, o durante la misma en el momento de redactar la lista de asistentes, a fin de asegurarse que están en posesión de la correspondiente licencia. c.-) La concesión de los precintos para la cacería otorgada a un particular en estas manchas que se sortean con consideración de terrenos de régimen cinegético común es inapropiada, provoca la posesión de precintos en manos particulares sin control efectivo durante dos o tres temporadas, ( debido a que caducan cada tres años). Este es uno de los mayores inconvenientes que la inadecuada praxis está generando. Al afortunado particular concesionario de la batida se le expiden previo pago de la tasa correspondiente, tantos precintos como Dios le dé a entender. Es natural, puesto que como no existe ni plan técnico en esos terrenos, ni tan siquiera un mínimo control de la guardería de la administración responsable, tampoco se sabe cuántos jabalíes se pueden cazar en esas zonas de régimen cinegético común. Entonces podríamos estar ante un particular que, si paga 20 precintos y en esa cacería se matan solo cinco jabalíes, podría darse la circunstancia que durante tres años, que es el período de validez de dichos precintos, esa persona puede andar con quince de estas etiquetas encima sin que nadie le pida cuentas. Ni que decir tiene que nos estamos exponiendo a su tráfico ilegal, al ser una fuente de suministro ideal que pudiera servir de cobertura administrativa a algunos actos de furtivismo o sobreexplotación de los recursos en esas zonas, e incluso dentro de Tecores. LAS SOLUCIONES PROPUESTAS No cabe duda que la primera solución a abordar es la necesidad de existencia de planes técnicos, que son responsabilidad de la administración. Mientras esto no ocurre, e incluso aún en el caso de disponer de ellos, se precisa una tutela efectiva y de control de la administración en los terrenos de su responsabilidad, de forma análoga a lo que hacen los acotados e incluso otras administraciones a lo largo de toda España en las reservas de caza, las cuales son fiscalizadas por la guardería. ¿Significa esto que la guardería debiera hacer más horas? …No, significa que debiera de centrar su control en estos y otros territorios responsabilidad de la administración y no dedicar horas a los Tecores que ya, por la cuenta que les tiene, harán una correcta gestión, o no. En todo cuando proponemos, hablamos de una actividad de estrecha colaboración entre guardería de la Xunta y el Jefe de Batida de la sociedad a la que se haya concedido el aprovechamiento en cuestión, tras el sorteo de rigor. El tratamiento que se está dando a estas zonas es similar a una actuación por daños. Esta falta de planificación nos ha llevado a constatar la sobreexplotación hasta límites cercanos a la desaparición del jabalí en algunas zonas y a la superpoblación, también peligrosa, de otras especies como el corzo, en otras. 1º.- Se precisa que los sorteos de estas zonas libres se dejen de conceder a personas particulares y se pasen a conceder a peñas y clubes. No tiene objeto que una modalidad de caza colectiva se conceda a un particular. Eliminaríamos la actual picaresca de que se presenten al sorteo varias personas de una misma cuadrilla, club, o peña. La batida o montería, es una modalidad de caza colectiva que precisa de la concurrencia de muchos actores y de una logística de perros, coches remolques etc… ciertamente sofisticada. Tampoco es descartable un accidente por acción directa de caza, por ejemplo, que una manada de perros invada una carretera y se produzcan victimas mortales. Esos daños a terceros no estarían convenientemente garantizados, en su cobertura, al tratarse de una persona particular que finalmente tendría que pagar con toda probabilidad con su patrimonio privado. En cambio, la propia estructura de la caza social nos pone en bandeja la solución, evitando así que la administración pueda incurrir en una posible vulneración de la ley de protección de datos al obligar a que unos ciudadanos, con carácter previo, formen parte de una lista que pasa por manos de muchas personas y tiene carácter público y consultable por cualquier ciudadano dentro del proceso administrativo del concurso o sorteo de esas cacerías. 2º.- Será precisa la creación de un registro de peñas o clubes para cazar en las zonas libres. Al objeto de dar forma a la solución anterior, sería necesario que se cree un registro de peñas de caza mayor para optar a estos sorteos en igualdad de oportunidades. La peña es la estructura clásica de la caza mayor en Galicia. No es una estructura que esté necesariamente anclada a un territorio determinado, al contrario, la praxis habitual es la libertad de desplazamiento de muchas peñas que cazan a lo largo de todo el territorio de la comunidad. Muchas de estas peñas, que recurren frecuentemente a estos sorteos en terrenos públicos, son peñas eminentemente urbanas y periurbanas que coinciden, en cuanto al uso público, con la mayor esencia y razón de estos “terrenos de aprovechamiento común”. Con mayor motivo, en estos casos, no solo se logra un fin social, sino que, además éste se produce por partida doble, pues estos cazadores periurbanos, al contrario que los rurales, no siempre disponen de zonas de caza dentro de los Tecores al uso. 3º.-Se precisa un control efectivo de los precintados en estas zonas de responsabilidad de la administración Para corregir que con la práctica actual los precintos puedan circular, de forma poco controlada en manos de personas particulares y carentes de vinculación administrativa con estos territorios, proponemos una gestión de los mismos, similar a la que se produce en muchas reservas regionales de toda España.
En estas reservas, una de las funciones de la guardería va más allá de la mera vigilancia. Será preciso que la guardería colabore en la colocación de los puestos y armadas con el jefe de batida de la peña concesionaria. Será preciso que la guardería elabore un informe de las capturas y custodie los precintos no utilizados. Incluso nos proporcionará datos más exactos para ser usados en métodos estadísticos y científicos de forma fiable. Será preciso un descanso de la zona cazada para que no ocurra como hoy en día cuando, una cuadrilla no sabe que está cazando en el mismo sitio o mancha en que la semana pasada lo ha hecho otra. En ocasiones les ha tocado en semanas consecutivas la misma zona a la misma cuadrilla. Todos estos inconvenientes no tendrían lugar si se estableciese un sorteo previo al inicio de la temporada de caza, de forma que cada peña agraciada con el sorteo sepa lugar y fecha de cada cacería. Habría titulares claros de la responsabilidad civil, cubiertos por póliza si la cacería se otorgase a peñas legalmente constituidas. Habría mayor control sobre los precintos, al tener que precintar la propia guardería y colaborar con el adjudicatario del sorteo. También evitaríamos que durante tres años estuviesen estas etiquetas en manos de particulares, lo que podría evitar que fuesen utilizadas para usos poco confesables. Existirían informes precisos sobre la abundancia o escasez de especies en la zona, porque lo elaboraría el propio guarda. Tampoco se repetirían cacerías, semana tras semana, en la misma mancha, con el peligro cierto de esquilmar la especie. El equilibrio de nuestra fauna nos obliga a ser más efectivos y estrictos en lo público y estas zonas de aprovechamiento común lo son. Publicado en Caza Mayor de marzo de 2012
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