Réquiem por los Ancares Lucenses

Hubo una vez una Reserva Nacional de Caza enclavada en la Sierra de Ancares, ocupaba casi 8000 Ha de superficie en del municipio de Cervantes, en la ladera gallega de la sierra. Digo hubo y no digo hay… porque hasta hace muy pocos años, esta reserva era un referente cinegético conocido por sus magníficos recechos y su abundancia de caza fruto de una buena gestión.


Siempre se ha caracterizado esta reserva por poseer una tasa de mortandad de corcinos algo alta. Era conocido por sus gestores la elevada concentración de predadores, tanto de lobo como de zorro, presión que quedaba compensada por la gran cantidad de corzos censados, cerca de 600 ejemplares, amén de una cuidada labor de control de predadores, que hacía de sus ejemplares un número idóneo y equilibrado en el medio, manteniéndose unas poblaciones de predadores y presas adecuadas y saneadas. El cambio de los responsables políticos del medio-ambiente en Lugo a partir del año 2005, ha traído consigo una férrea orden de desactivar todo protocolo de control de predadores. Ello ha logrado el triste resultado de ver cómo una magnífica gestión de años se ha marchado por el retrete. Se ha constatado de forma fehaciente cómo una desmesurada proliferación de lobos y zorros diezman constantemente tanto la población de corzos adultos los unos, como la de corcinos los otros. Fuentes de la reserva, que prefieren permanecer en el anonimato por miedo a ser predados, me han hecho saber que la población corcera se ha reducido en un 80% en los últimos tres años, calculándose que el número de ejemplares adultos no supera el centenar. Este descenso tan brusco pone al corzo en la Reserva de Ancares Lucenses en unos valores de veinte años atrás. En un intento desesperado de racionalidad, técnicos de la facultad de veterinaria de Lugo han descartado cualquier concurrencia epidemiológica, quedando sobre la mesa la única carta que podemos jugar: la de un perfecto desastre cinegético y ecológico provocado por una administración ignorante, obtusa y con nulo contacto con la realidad. Han generado una superpoblación de predadores sin calcular sus consecuencias. El siguiente paso para los lobos, previo a su hambruna, será el acabar también con la población de rebecos, para lo cual contarán con la ayuda de las próximas nieves. Cuando esto ocurra, también el lobo desaparecerá de los Ancares Lucenses, diseminándose hacia zonas de actividad humana, donde perecerán irremediablemente, ora bajo las ruedas de un coche, ora bajo la ponzoña asesina del veneno ganadero. Será entonces cuando debamos agradecerle esta magnífica gestión al Delegado de Medio Ambiente, D. Eduardo Vidal, quien habrá conseguido convertir mi amado Ancares en un desierto de biodiversidad, que tendrá que ver pasar muchos inviernos antes de pueda recuperar su antiguo esplendor. De haber gestionado el medio ambiente en Lugo este buen señor sin ir subido en su tanqueta de intransigencia y falta de dialogo, quizás hubiese podido prestar oídos a las alarmas que, desde el Director de la Reserva, hasta el último funcionario han hecho sonar. Es tarde quizás, el daño está hecho y la Reserva tardará tanto más en recuperarse, cuánto más tiempo siga este gestor abducido por el efecto Bambi en su puesto. A los amantes de Ancares sólo nos queda entonar, pues, un lacónico Réquiem por su anunciada muerte.
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