Desde el patio de butacas

Nos encontramos en un período en el cual, el ‘stand by’ existente entre temporadas es aprovechado por las diferentes orgánicas, empresas del sector, revistas, sociedades e incluso grupos monteros y de amigos para con la mera excusa de juntarse en esta parada, organizar cenas, presentaciones y entregas de premios.


Algunas meramente necesarias, como podrían ser las presentaciones de los nuevos calendarios, no tienen otro objetivo que el mostrar a los clientes y amigos las pretensiones para la nueva temporada, y mantener en actualidad a todos ellos. Las cenas entre amigos al fin y al cabo no son más que meramente eso, una excusa para volver a ver esas caras que de otra manera, solamente se reunirían en las matinales juntas o en las postreras comidas tras las distintas acciones cinegéticas. Pero donde en realidad quiero llegar es a las entregas de premios, esas que cada vez mas de moda se están llevando a todos y cada uno de los eventos anteriormente mencionados. Asistía hace unos días a uno de tantos eventos que como vengo mencionando se realizan en estas fechas en relación con la caza, y postrado en el patio de butacas observaba en una nueva ocasión, una vez mas, como por parte de la orgánica se iban premiando, el mejor jabalí abatido en la anterior temporada, ídem del mejor venado, el mejor muflón, etc… En silencio reflexionaba sobre el asunto a la vez que la presentación de fotografías nos mostraban los afortunados monteros con sus trofeos. Los mejores de la temporada. Pero, en realidad, también discurría por mi mente la idea del, ¿qué pasa con ese montero que acabó la temporada sin apretar el gatillo?, sí, el que después de cazar en un número determinado de ocasiones cerrase la temporada con un cero en el casillero. ¿No sería bueno también acordarse de esta persona? Aunque pensándolo bien, la idea puede ser un poco descabellada, porque en ocasiones no solamente es uno el caso que menciono, habría que duplicar o dividir, según se mire el premio entre varios asistentes a buen seguro. Yo lo denominaría, el premio al bolo del año, o como se dice en mi tierra, al Tarugo del año, con perdón de los de Pozoblanco. A la par de este discurrir, se me vinieron otros hechos admirables y dignos de mención, que no he logrado ver premiar en ninguna ocasión, como podría ser, al Saber estar en el puesto, a la rehala que mejor ha trabajado durante la temporada, u otras acciones dignas de ser expuestas ante un gran público, ya que considero, que los premios a los mejores trofeos, ya se los llevó cada uno a casa, después de la comida en aquella montería, en la que la suerte que dirán unos, o el saber estar que dirán otros, deparó a ese montero con ese lance de trofeo y que por supuesto siempre recordará en su memoria, no por el hecho de ser el mejor de la temporada, sino por el mero hecho de haberse aprehendido de la pieza y haber finalizado satisfactoriamente ese lance de caza. Desde aquí, lanzo este guante a la reflexión a todos aquellos que organizan este tipo de eventos…
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