Noche de Reyes

Un año más se acerca la fecha señalada, ese día especial, el día del Pilar, momento elegido por mi comunidad como arranque de la veda general, la apertura de la fiesta montera y de esta bendita afición que lleva en stand by desde febrero pasado.


Es por ello que durante estos días, el cazador está viviendo una segunda Navidad. Comenzó a calentar motores en la Feria de la Caza celebrada en IFEBA, era la primera festividad —Nochebuena y Navidad—, en ella pudimos de nuevo revivir esos lances pasados e ilusionarnos con proyectos futuros, comprobar que muchas de nuestras amistades con las que solamente coincidimos en la temporada siguen a pie de cañón y comenzó el hormigueo en el estómago. Además ultimamos esas compras de cosillas que nos van a hacer falta para el transcurso de nuestra temporada —preparamos el árbol—. El lunes llegó el cosquilleo al estómago y justo una semana después nos encontrábamos en SURCAZA, allí de nuevo volvieron a aflorar los sentimientos, el cosquilleo se hacía mas incesante y no dejaba de dar lata, la apertura se acercaba y había que ir cerrando preparativos —ponemos los regalos bajo el árbol—, los nervios van in crescendo, y ya la cabeza no para de darle vueltas a la proximidad con que se encuentra la temporada. Saludos, parabienes y demás se van realizando entre los allí presentes, es lo que se podría llamar —Nochevieja y Año Nuevo—. Pero como no era de esperar menos, el lunes había que volver a la rutina, aún así, nuestro Niño Jesús nacerá, un poco mas tarde, justamente tardará el doble que el verdadero pero nacerá. Sí, el día 12 de Octubre, lo que yo llamo mi Segunda Noche de Reyes. Pero antes de llegar a esta segunda velada sin cerrar persianas, habremos seguido mil y una veces los mismos pasos, los mismos trámites y habremos repasado una y otra vez todo. Sacaremos el rifle del armero mil y una veces para limpiarlo y revisarlo, tal y como nos quedamos plantados mirando los regalos del árbol intentando adivinar cuál es el nuestro, desempolvaremos zahones, cuchillo, funda y contaremos y recontaremos las balas para desear llevar suficientes, aunque nunca son bastantes en esta fecha, al igual que haremos con esos presentes bajo las verdes ramas parpadeantes de luces de colores, para comprobar que no falta ninguno, y repasaremos el día antes como no que en el morral no falte ningún detalle, la cinta de marcar, los precintos, un pequeño taco, unos caramelos para la tos y por supuesto los papeles, sí, sí, los papeles, esos que hay que llevar siempre, el higiénico y los otros de menor importancia. Y sin darnos cuenta habrán pasado esas dos semanas que nos separan de nuestra segunda noche sin dormir y estaremos en la víspera de nuestro gran día, el día de la apertura, el que arranca una nueva temporada para nosotros, ese día especial en el que tenemos puesta grandes ilusiones, en el que esperamos volver a encontrarnos con esos amigos distantes con los que compartimos esta ilusión. La noche será larga, como espera la amanecida del 6 de enero un niño esperaremos que las agujas del reloj marquen la hora señalada como toque de queda, el olor a café y migas vendrá a visitarnos a nuestros aposentos por oleadas y un sentimiento atávico recorrerá nuestro cuerpo impidiendo que conciliemos el sueño, pero llegará, con lances llegará Morfeo y nos acariciará la cara durante unos minutos, apenas horas y cuando nos demos cuenta estaremos abriendo un año más nuestro regalo, compartir nuestra primera jornada con los amigos en el campo, el mejor de los regalos, ¿acaso se puede pedir más?… Desde aquí os deseo una Feliz Temporada Nueva…
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